BunkerRosario_3Cosecha Roja.-

Con un candado dorado cerraban el búnker en el que dos hermanos ‘soldaditos’ vendían droga en el oeste de Rosario. Cumplían turnos de hasta 48 horas en una caja de ladrillo sin ventanas piso, comida, baño ni un lugar donde sentarse. Si se querían ir, los amenazaban de muerte. Lograron escapar y hoy la Justicia procesó a los cuatro hombres que regenteaban el lugar por tráfico de drogas y trata de personas: es la primera vez que a los soldaditos, en vez de detenerlos, se los considera víctimas. “Los niños, jóvenes y mujeres son explotados y asumen todos los riesgos del negocio, incluso el de perder la libertad o la vida”, dijo a Cosecha Roja Matilde Bruera, Defensora Oficial.

La causa por los dos hermanos empezó en 2011 con la denuncia de la mamá: contó que sus hijos estaban encerrados y que le habían pedido un rescate. A los pocos días ellos escaparon y declararon ante la Fiscalía. La policía allanó búnkers pero no dieron con el objetivo. Recién encontraron a los responsables en abril de 2014, durante el megaoperativo dedesembarco de las fuerzas federalesen la ciudad.

El procesamiento lo decidió el juez federal N° 3 de Rosario. La Protex intervino en la causa cuando se lo pidió el fiscal Marcelo Degiovanni y elaboró un dictamen en el que planteaban la hipótesis de que fuera trata con la finalidad de obligarlos a vender ‘sustancias estupefacientes’. “Estamos muy contentos de que haya sido tomado en cuenta. Esto permitirá hacer investigaciones sobre narcotráfico superadoras, que no se queden en los peldaños más vulnerables de la cadena”, dijo a Cosecha Roja Marcelo Colombo, titular de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas (Protex).

Hasta ahora, los que caían eran los pibes. Según un informe de la Defensoría Pública de la Justicia Federal en Rosario, en abril del año pasado había 150 adolescentes detenidos por trabajar en búnkers.

El 12 de junio la Policía encontró un cuerpo en una terraza de una casa deshabitada en el barrio Ludueña de Rosario: era de un niño de 12 años que había sido acribillado a balazos. Tenía un disparo en el ojo izquierdo y dos en la pierna. Los investigadores creen que era un soldadito y que la casa funcionaba como un búnker de venta de drogas.

Mario “Carpincho” Sevillán laburaba desde los 17. En noviembre del 2013 estaba en una de las cuevas en La Florida vendiendo. Escuchó un grito de afuera y se asomó por el agujero. Alcanzó a ver que alguien le tiraba una botella de nafta y lo prendía fuego. Con él se encendió un colchón, que era lo único que había adentro: ahogado en medio del humo, Carpincho no pudo abrir su propio candado. Murió en el Hospital Clemente Alvarez con un 80 por ciento del cuerpo quemado.

Aunque la actividad sea ilícita, se considera explotación: “No hay autonomía de las personas, actúan explotados y están sometidos a condiciones riesgosas. Si son descubiertos, pueden ir presos”, dijo Colombo. Está especificado en la Ley 26.842: se considera trata “cuando se redujere o mantuviere a una persona en condición de esclavitud o servidumbre, bajo cualquier modalidad”.

La Defensora Bruera fue una de las primeras en plantear que los pibes eran víctimas de trata. “No se puede seguir penalizando a quienes se ponen al frente del búnker”, dijo. La ley 26.364 establece que “las víctimas de la trata de personas no son punibles por la comisión de cualquier delito que sea el resultado directo de haber sido objeto de trata”.

 

Foto:  Leonadro Vincenti – Infojus Noticias

[Nota publicada el 7/7/2015]