Cosecha Roja.-
Dos personas en una moto es motivo de sospecha. Maximiliano y Rubén lo descubrieron cuando iban en una Honda Tornado negra por la avenida Brasil, a tres cuadras de Constitución, y los empezó a perseguir la policía. De la nada. En algún momento perdieron de vista al patrullero. Y luego lo volvieron a encontrar. De la peor manera: la bala que le dio a Maximiliano en el pie derecho entró y salió: le dejó un agujero y lo hizo terminar la madrugada en el hospital Cosme Argerich.
Fue a las 4 de la mañana del martes 25 de marzo. Ellos iban rápido. En Brasil y Sáenz Peña, otro motociclista le estaba contando a los oficiales de la esquina que le acababan de robar la Yamaha negra. Justo entonces pasaron Maximiliano y Rubén: moto negra igual a moto negra, motoqueros igual a motochorros, empezó el raid. Cuando finalmente los detuvieron, comprobaron que la moto no era la denunciada y que estos dos pibes, de 23 y 26 años, no tenían nada que ver con el robo.
A Leonardo Medina y Oscar Bonaldi no los confundió la policía sino uno grupo de ciudadanos, igual que a David Moreyra, el pibe que murió en Barrio Azcuénaga o el que intentaron linchar en Palermo y se relató en vivo por Twitter. “En los linchamientos la pena es única: no analizan atenuantes ni agravantes”, dijo a Cosecha Roja Mario Juliano, director de la Asociación de Pensamiento Penal. Ellos estaban en Rosario, yendo a trabajar en moto -Leonardo a una empresa textil y Oscar a hacer unos laburos de albañilería- cuando un hombre desde un Ford Ka que se paró al lado les empezó a disparar. Los dos bajaron de la moto y salieron corriendo porque creyeron que los estaban asaltando, pero no: los habían confundido con los que acababan de robar en una remisería cercana y estaban buscando venganza. Leonardo se pudo esconder en una estación de servicio, pero a Oscar lo alcanzó una tropa de cuatro hombres que bajó del auto. Le pegaron con saña, mucha saña. Lo molieron a piñas y, cuando ya estaba en el suelo, le dieron una pila de patadas ininterrumpidas. A Oscar le quedó la cara estallada y casi no puede abrir el ojo derecho. “Uno de los tipos me dio dos o tres fierrazos en la cabeza, me pegaron patadas y me sacaron las zapatillas y el gorrito”, dijo al diario La Capital de Rosario.
Son cuerpos que no se la esperan, que no la ven venir, que no están alertas para recibir una agresión, que no pueden defenderse. “La turba enardecida confunde cualquier cosa, de hecho confunde hacer justicia con cometer un homicidio”, reflexionó Juliano.
“En el propio ambiente judicial, aún con todas las herramientas con las que se cuentan y todos los recaudos que se toman, se tiene privada de su libertad a gente que después resulta inocente”, explicó Mario Juliano. Alejandro Borbón, en 2005, pasó de ser un trabajador de limpieza que viajaba en el colectivo a estar en Sierra Chica, el penal más peligroso de la provincia de Buenos Aires acusado de asesinar a un colectivero en Lanús. Se pasó 20 meses preso por tener un buzo del mismo color que el de homicida. Peche es un camionero que estuvo preso 15 meses en Corrientes por un asalto que no cometió. El cuñado de una mujer de La Pampa estuvo detenido 5 meses porque ella le hizo una falsa denuncia por violación. Pablo, Héctor, Carlos y Eduardo pasaron 14 meses en Devoto por daños en la Legislatura porteña que no hicieron. La lista sigue.
En 2005 a Fernando Carrera lo persiguió la policía por un robo que no había hecho en Pompeya. La policía le disparó y la justicia lo condenó a 30 años por atropellar a tres personas cuando ya manejaba inconsciente. Sobrevivió de casualidad. ¿Qué hubiese pasado si en vez de con las balas policiales, se encontraba con vecinos del mismo ánimo que los que lincharon a David y a otros supuestos ladrones en los últimos días?
Foto: Baradero Hoy
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