waldoWaldo Cebrero – Cosecha Roja.-

“En Córdoba se detiene primero y se pregunta después”. La frase es de Pablo Márquez, el ex comisario cordobés que está a punto de ser juzgado por ordenar a sus subordinados la detención de inocentes para inflar estadísticas.

Ahora que no está más en las filas de la Policía de Córdoba quiso hablar: dice que la actual gestión le soltó la mano. “Los policías no saben usar el Código de Faltas, lo aplican mal. La detención debe ser el último recurso: cometen el mismo delito del que me acusan a mí”, denunció Márquez a Cosecha Roja. Lo acusaron sus propios subordinados en 2011, cuando estaba al frente del Comando de Acción Preventiva 8 (CAP8), porque los presionaba –mediante un régimen de premios y castigos– para que arrestaran inocentes utilizando el Código de Faltas. Según la causa judicial, el único propósito era “inflar” estadísticas y mostrar falsa eficiencia. Lo retiraron de la fuerza en marzo y será juzgado por la Cámara Sexta del Crimen por los delitos de abuso de autoridad reiterado y coacción.

Márquez nunca había hablado dado entrevistas hasta ahora. “Si no hablé fue porque había una bajada de línea desde arriba”, dijo semanas después del operativo humillación por el que la policía encarceló a 350 jóvenes varones de barrios populares, la gran mayoría por contravenciones. “Estoy en contra de la razzia. La actual gestión policial comete el mismo delito del que me acusan a mí, sólo que en mi caso no hay pruebas”, se defendió.

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Llegó transpirado a la entrevista. En lugar del uniforme vestía ropa deportiva: remera gris, jogging azul y zapatillas. “No quiero saber nada con la Policía. La actual conducción me soltó la mano”, dijo en referencia a Julio César Suárez, que lo cobijó –pese a estar imputado– hasta hace dos meses en la Jefatura de la Fuerza.

– ¿Cree que alguien más debería ir a juicio con usted?

– Yo no debería ir a juicio.

– ¿Quiénes, entonces?

– La actual conducción. Ellos sabían cómo fue todo y hubo una estrategia de arriba para que esto no salpique a nadie más, para que el único damnificado sea yo. Me decían: ‘Quédate tranquilo, esto es mediático, ya va a pasar’. Pero pensemos: en Córdoba hay diez distritos, ¿uno sólo era el problema? El jefe de Policía es para toda la provincia. ¿Por qué quedé yo? El fiscal (Pablo Molina) debería haber investigado al resto de los CAP, pero sólo se concentró en el mío.

Un comando McDonalds

“La dupla del mes”: la foto tamaño A4 adornaba las paredes de la guardia del CAP 8, en el barrio Panamericano, al norte de la ciudad de Córdoba. Ese era el premio que recibía la pareja que efectuaba más detenciones, según declararon los denunciantes. El CAP 8 se había macdonalizado.

De acuerdo con la causa, el comisario exigía un piso mínimo de “aprehensiones o detenciones” por guardia “hubiera o no motivos”. De lo contrario, aplicaba recargos de ocho horas de trabajo. A veces, los pedidos eran directos. Otras, solapados. “Traten de hacer el colchoncito antes de las ocho de la noche, así se pueden ir a sus casas tranquilos”, les decía. Lo contó uno de los denunciantes a Cosecha Roja. En el expediente, los declarantes le atribuyen textuales mucho más directos: ‘A vos te pago por llevar detenidos. Si no te presionaba ayer a la tarde no llevabas a ese puto mugriento’; ‘este año quiero ser protagonista, tengo el aval de los superiores’.

Márquez negó todo: “Te juro por mis hijos que nunca en mi vida policial hice eso. Fui siete años profesor en la escuela de Suboficiales. ¿Sabés que enseñaba? Prevención Policial y Código de Faltas. Les enseñaba a los policías como debían comportarse, peleaba por los derechos de las personas”.

El ex policía dio clases entre 2005 y 2012. En ese periodo las detenciones por Código de Faltas treparon un 810 por ciento. De acuerdo con los números oficiales entregados por la Policía, en 2005 hubo 8.968 contraventores detenidos, 54.782 en 2009 y la escalada siguió hasta llegar, en 2011, a los 73.100. En agosto de ese año Márquez fue denunciado: la Policía no volvió a entregar cifras de contraventores.

Entonces Márquez fue trasladado a la comisaría de Río Segundo. Allí repitió la técnica con la que presionaba a subordinados. Hasta que el 1 de marzo de 2013 la jueza María de los Ángeles Palacio de Arato le dio lugar a un habeas corpus para frenar las detenciones contra un albañil y un joven de 22 años que fue encarcelado ocho veces. Según Márquez, esos chicos cometieron un robo después de la resolución de la jueza: “Yo hice lo que la jueza me dijo, los liberé y después robaron. Pero en la tapa de la revista salgo yo”.

Una galletita

– ¿Con qué se hubiera encontrado el fiscal si investigaba los otros distritos?

– Podría haber comparado si se hacía lo mismo. Mi CAP, al lado de los otros, era una galletita. Había diez jefes de CAP, cinco jefes de Distrito, un director de zona Norte y otro de Zona Sur y un Director General por arriba nuestro. El que está arriba baja línea. Y nosotros somos los encargados de hacer trabajar a la gente. ¿De qué manera? Con las pautas que ellos te dan.

– ¿Quiénes eran tus jefes en ese momento?

– El comisario inspector (Daniel) Valverde, el comisario Altamirano, director de zona norte, arriba de él el comisario general (Juan Carlos) Santillán.

– ¿Se hacían detenciones para aumentar estadísticas en ese entonces?

– Estadísticas se hacen en todas las empresas. En la policía también. Se usan para planificar el cuadro de situación, armar estrategias. No para otra cosa.

– ¿Qué piensa del Código de Faltas?

– Es una herramienta que la policía necesita. Pero tiene que estar bien utilizado, no hay que proceder por proceder.

– ¿Alguna vez, siendo comisario, recibió directivas para lograr mayor productividad?

– No, nunca. Lo que sí me han dicho es ‘fíjate cómo vamos a hacer para solucionar la situación de tu jurisdicción’, eso sí.

– ¿Y detener personas por “merodeo” estaba entre las soluciones?

– No. El merodeo no soluciona ningún tipo de problemas. Sí lo hace el control de esas personas.

– ¿Cómo se controla a una persona?

– Controlándola, diciéndole: ‘¿Qué estás haciendo acá, tenés documento?’. El hecho de que no lo tenga no significa que esté merodeando. Nunca detuve a nadie por portación de rostro.

– ¿Tampoco diste órdenes?

– Nunca. Niego totalmente. Nunca voy a ensuciar a otro policía.

–¿Cómo se trabajaba?

– En mi Comando hacíamos una planilla y había que anotar y controlar quiénes andaban en la zona. Esa era la estadística que hacíamos. Yo les decía que lo importante es los vecinos se quedaran tranquilos.

– ¿Qué hay que hacer con el merodeo?

– No hay que derogarlo, sí modificarlo. La gente es muy clasificadora (sic). Para las personas de alto estrato social, los de bajo nivel son negros de mierda que no pueden estar en la calle. Y hoy la clase media se está acoplando a esa mirada. Entonces te pide que actúes.Perono es llevar por llevar ni controlar por controlar. La policía no peca por controlar, peca por llevar.

– Pero ese es un “pecado” muy recurrente en la policía cordobesa.

– Sí, quedó en evidencia con la razzia del otro día. Igual que los controles vehiculares que se hacen ahora. De esa manera la Policía siempre hace cagar a los que están trabajando. Lo que hicieron durante el operativo saturación es lo mismo de lo que me acusan a mí, solo que en las razzias hay elementos de pruebas para decir que se violaron derechos. No hay pruebas contra mí, no me tienen  filmado, ni nada.

– Hay más de diez testimonios que lo acusan.

– Sí, yo no sé qué les pasó a esos policías. Me la comí de arriba. Yo siempre les exigí educación, no esos abusos. Por eso quiero llegar al juicio.

– Hasta hace poco usted trató de evitar el juicio.

– La política jugó mucho en el medio. Yo no pude declarar nunca. Eso me costó porque tuve que aguantar todo lo que salió en los medios.

Guerra de números

Márquez es el único oficial de la Policía que irá a juicio, pero la institución entera es cuestionada por las detenciones arbitrarias, una práctica que se hizo estructural hace más de una década. En 2005 el diario La Mañana de Córdoba tituló “Policías salen a la calle con orden de hacer cinco detenciones diarias” y denunció que algunos jefes de la fuerza de seguridad exigían a sus subordinados: “hagan número”.

Según pudo saber Cosecha Roja a través de testimonios de policías, el actual Jefe de la fuerza promovió la “guerra de números” entre sus colegas jefes cuando gobernaba uno de los distritos más “calientes” de la capital. “¡A ver, qué está pasando con las patrullas! ¡El distrito 4 ya tiene 130 detenciones y nosotros no!”, solía ser el mensaje de Suárez por frecuencia interna. “Los móviles que andaban en la calle empezaron a sentir cierta presión con esas estupideces. ¿Y qué hacían los móviles? Llevaban menores para que los padres después fueran a buscarlos”, contó un uniformado.

Desde que la policía de Córdoba usa el Código de Faltas para aumentar las estadísticas, la justicia sólo falló dos veces. La primera es la elevación a juicio contra Márquez y la segunda es el habeas corpus del juez de Controles Gustavo Reinaldi que cuestiona el uso discrecional de la figura de merodeo.

[Nota publicada el 28/5/2015]

El ex comisario insistió: “no hay pruebas en mi contra”. Después tomó aire y enumeró a los miembros del Estado Mayor policial de los últimos años y del actual. “Alejo Paredes (ex ministro de seguridad y ex jefe de la policía), César Almada (jefe durante el acuartelamiento), Ramón Frías, Julio César Suárez, Miguel Casteló, Carlos Colino, Daniel Moroldo (candidato a suceder a Suárez). Ellos estaban conmigo, eran jefes igual que yo cuando todo esto pasó”, dijo.