Luego de intentar sembrar casi una decena de pistas e hipótesis falsas, desde el gobierno nacional apuntan a cerrar el círculo sobre un grupo de gendarmes, incluso sobre uno en particular que habría sufrido un supuesto ‘ataque de furia’. El objetivo: retroceder ante la evidencia, pero tratar de zafar de la figura de desaparición forzada. Publica hoy el diario La Nación: “En el peor de los casos, se trató del desempeño de uno o dos gendarmes. Quedó claro que no hubo encubrimiento ni tampoco una desaparición forzada”, sostuvo un hombre con acceso diario al despacho presidencial”. En las redes sociales, el oficialismo festeja que el ADN de Maldonado no haya aparecido en la camionetas de Gendarmería, prolijamente lavadas antes de las pericias. Eso, opinan, fortalece su posición.

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Del no al quizá. Del quizá al probablemente. Según sople el viento de la opinión pública y el resultado de los focus groups, los discursos oficiales frente a la desaparición de Santiago Maldonado cambiaron en la última semana. Anoche, la ministra de Seguridad de la Nación Patricia Bullrich dijo en el programa de TV de Jorge Lanata que si bien entrevistaron a todos los gendarmes, ahora ampliaron las testimoniales administrativas de un grupo de ellos: los que estuvieron más cerca del río Chubut, el último lugar donde lo vieron los testigos.

Despejadas todas las pistas falsas que circularon en los últimos 40 días, Bullrich insistió en que los gendarmes no fueron separados de sus puestos porque esa no sería una solución: “Creemos que tenemos que cuidar a los que nos cuidan”, dijo acompañada del ministro de Justicia Germán Garavano. Esta nueva versión, la del “grupo de los siete gendarmes”, instala un nuevo foco para el marketing político del caso: no fueron todos, pero pueden haber sido algunos. Así, vuelven a poner en duda la desaparición forzada.

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El cambio de eje

La declaración de cuatro integrantes de la comunidad mapuche el miércoles pasado y el desplome de la hipótesis de una pelea con un puestero de la estancia de Benetton, el gobierno abrió la puerta al cambio de posición ante la desaparición de Maldonado. “Da la impresión que el gobierno está practicando, por decirlo de alguna manera, un retroceso con chancletas. Y en ese sentido es evidente que la puesta en foco de algunos gendarmes y no de toda la institución se encuadra dentro de lo que se podría llamar la hipótesis de los gendarmes solitarios: o sea no fue la fuerza sino la acción aislada de siete tipos que no cumplían órdenes de sus superiores, ni por lo tanto del gobierno”, explicó a Cosecha Roja el periodista Ricardo Ragendorfer, que sigue el caso desde el comienzo.

“¿Cuál es el objetivo del viraje? Introducir dentro de la sospecha a uniformados de esa manera tiene por objeto correr del universo de posibles responsables de lo sucedido a Pablo Noceti (jefe de gabinete del Ministerio de Seguridad), que como se sabe tuvo a su cargo la conducción estratégica del operativo represivo del primero de agosto”, dijo Ragendorfer.

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Un delito permanente

Así haya estado involucrado un gendarme o todos los que participaron del operativo el día en que desapareció Maldonado, la figura penal de “desaparición forzada” no tendría por qué cambiar.

“El carácter forzado de la desaparición tiene que ver con ocultar el destino de una persona a sabiendas, y para eso alcanza la participación de una persona representante del Estado en el marco de un procedimiento. Un hecho de esas características puede tener ejecutores materiales directos pero también autores mediatos o responsables políticos, que luego pueden aparecer también como cómplices por ser por ejemplo connivientes con la maniobra de ocultamiento o de permanencia de la condición de desaparición. Es un delito de carácter permanente que no deja de cometerse hasta la aparición”, explicó Ileana Arduino, abogada e integrante de INECIP (Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales).

Para Arduino, “la actitud esperable por parte del poder ejecutivo hubiera sido la de no salir a negar sobre la base de ‘íntimas convicciones’, que es la única información, el único fundamento cierto que la ministra expresó en principio sobre la posibilidad de una desaparición forzada. Queda claro que no se adoptó una posición de esclarecimiento, sino una de desvinculación de la gendarmería sin pruebas. Y recién cuando con muchas dificultades, en una situación de mucha asimetría, la familia y las querellas logran ir acreditando que esto va encaminado como una desaparición forzada de persona, el Estado empieza a virar esa decisión. Según informaron algunos diarios ese cambio tenía que ver con el análisis del impacto en términos electorales y de focus group, no tanto como un cambio de perspectiva hacia adentro”.

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Una cuestión de marketing político

El analista de comunicación Luciano Galup, director de Menta Comunicación, dejó en evidencia cómo desde el gobierno de Macri buscan invisibilizar el reclamo de aparición con vida de Maldonado. Galup publicó que entre el 24 de agosto y el 10 de septiembre los funcionarios del Poder Ejecutivo tuitearon 1.924 veces: sólo 18 hicieron alguna referencia al caso del joven desaparecido.

“En este tiempo que son gobierno han ido afrontando a algunas de las resistencias o de las críticas aplicando la idea del marketing político, que es negar cualquier veracidad a lo que es verdad, transformar las informaciones en trascendidos,  rumores o mentiras. Siempre trabajaron así, aunque en este caso es más grave que en otros. Este marketing ya fue usado en la época de la dictadura: otorgarle al desaparecido el estar en cualquier otro lado o fabricar personas que aseguran haberlo visto”, explicó a Cosecha Roja Stella Martini, doctora en Ciencias Sociales de la UBA.

Según Martini, tras las elecciones PASO se renovó la impunidad para manejar los discursos de acuerdo a los objetivos políticos de fondo. “Ese manejo de la impunidad también tiene que ver con los apoyos que tienen. En tal sentido, parece que los cambios tienen que ver con las posibilidades de estirar las versiones: cómo se puede estirar la versión de que se fue, de que lo mataron los mapuches, que está escondido o pasea por París”. Y agregó: “Si ahora hay que sacrificar, entre comillas, a siete gendarmes porque las cosas se pusieron pesadas, se instala un nuevo discurso adaptado a las elecciones de octubre”.

Mientras el gobierno construye sus hipótesis, la justicia busca el cuerpo de Santiago Maldonado a orillas del río Chubut.