Cosecha Roja.-
– ¿Está bien formulada la pregunta así?
– Fijate que en vez de preguntar por la “fundación” de la Biblioteca, podés preguntar por la historia… ¿no?
Fiorella tiene 22 años y estudia en la Asociación Miguel Bru (AMB) desde marzo. Se sentó en un silloncito negro y apoyó el anotador sobre sus piernas. Pensó y escribió preguntas para hacerle a los invitados porque durante la inauguración de la nueva biblioteca popular de la sede de Parque Patricios, los jóvenes que cursan los talleres de comunicación son los periodistas.
– ¡Yo quiero filmar! – dijo una mujer embarazada que, cada tanto, se acariciaba la panza.
– ¿Te acordás cómo se hace? – le preguntó un docente.
– Más o menos – respondió ella pero se animó.
Le alcanzaron el trípode y la filmadora y se ocupó de cargar la batería mientras el resto preparaban las luces, el micrófono, la cámara de fotos, la cinta de inauguración en la puerta de la biblioteca. “Con esto se completa un círculo que hace a la pata cultural de la Asociación: los libros son fundamentales para laburar temas de violencia institucional y social, que atraviesa todos los días a los pibes que se acercan”, dijo a Cosecha Roja Lucas Mac Guire, coordinador de AMB. “La lectura es una forma de empoderamiento”, definió.
“Esto es una gran familia”, dijo Rosa Schonfeld de Bru minutos antes de cortar la cinta y abrir por primera vez la puerta que lleva a los libros. Ella es la mamá de Miguel, torturado en la comisaría 9na de La Plata y desaparecido desde 1993. “Llevamos 22 haciendo la misma pregunta ‘¿Dónde está Miguel?’ pero también llevamos 22 años de lucha”, agregó.
La biblioteca tiene de todo: desde novelas infantiles pasando por libros de filosofía y manuales de escuela. Laura Desmoures, directora de orquesta, está fascinada. Fue ella la que se ocupó durante un mes de revisar los libros, ordenarlos y subir la información al catálogo. “La idea es que sea un lugar abierto, que haya cada vez más gente. Leer te abre la mente y te da palabras para que puedas expresarte de mil maneras”, dijo durante la inauguración. Mac Guire contó que muchos de los libros “los donó la familia de Lily Rodríguez, una docente e investigadora que se dedicó toda su vida a la educación”. Otros, los llevaron los propios docentes y los vecinos del barrio.
– ¿Vos escribiste preguntas? – preguntó Fiorella a Nicole.
– Yo las tengo todas en la mente – le respondió y se tocó la cabeza.
Nicole tiene 16 años, calzas de colores y el pelo rojizo. Está segura de que cuando sea grande quiere ser periodista. “A mí me gusta siempre decir la posta”, dijo a Cosecha Roja. Hace cursos en el Normal 9, donde estudia la secundaria y también se acercó a la AMB. “Mi prima pasó por la puerta y me dijo que había talleres”, contó. Vive en Parque Chacabuco y festeja la biblioteca: “Leer te sirve para escribir: al toque se te ocurren sinónimos”, dijo.
A Fiorella también le encanta escribir. Vive a dos cuadras con su abuela y la ayuda a limpiar, ordenar y pintar la cosa. El resto del tiempo se lo reparte entre los talleres y la casa de su mamá: como trabaja todo el día, Fiorella le da una mano con la casa y su hermanito de 9 años. Quiere estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras pero le falta hacer el trámite de convalidación de materias porque el secundario lo cursó en Perú, en donde nació su familia.
Mac Guire contó que montaron la biblioteca en un espacio donde antes no había nada: “Ahora los chicos ven que hay algo nuevo y pispean. Leer permite que tengan actitud propia y autònoma”, dijo. La idea es, con el tiempo, ir invitando a escritores a charlar con los chicos. La Asociación tiene trayectoria en periodismo: el primer taller que dio fue en 2004, en la Isla Maciel y el resultado fue un libro de fotografías y relatos que se llama Ojos y voces de la isla.
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