BUENOS AIRES. CAPITAL FEDERAL. 8 DE MARZO DE 2013. MILES DE PERSONAS MARCHARON DESDE CONGRESO HASTA PLAYA DE MAYO EN CONMEMORACION POR EL DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER. PARTICIPARON NUMEROSAS ORGANIZACOINES SOCIALES Y PARTIDOS POLITICOS, MAYORITARIAMIENTE MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTIDOS DE IZQUIERDA.

Natalia tiene 20 años y vive en una pequeña vivienda del barrio Doctor Nicolini de la ciudad de Corrientes, junto a su pequeño hijo y su hermana. La mañana del domingo 19 de junio hacía mucho frío y Natalia necesitaba ir a comprar algunas cosas. Entonces tomó la mala decisión de dejar a su hijito solo en la casa, mientras hacía sus mandados, para evitar que se enfermara.

Los vecinos dicen que escucharon al niño llorar desconsoladamente en la vivienda, entonces llamaron a la Policía que ingresó de modo inmediato a la casa y puso al niño bajo resguardo.

Cuando Natalia regresó se encontró con los vecinos alborotados en la vereda, que la acusaban y le decían que la Policía se había llevado a su hijo al Juzgado. Desde ese momento Natalia comenzó a deambular por las oficinas públicas para dar con el paradero del niño, pero estaba todo cerrado por el feriado. A todo esto, el nene había sido entregado en guarda a su hermana, que ofendida por lo ocurrido se había ido de la casa y se negaba a atenderle el teléfono.

Natalia continuó deambulando para encontrar a su hijo. Recién el martes siguiente fue citada por la Policía: cuando llegó a la Comisaría la detuvieron, imputada por abandono de persona agravado por el vínculo. Recordemos que de acuerdo a los artículos 106 y 107 del Código Penal, la pena que le puede corresponder es de 2 años y 8 meses a 8 años de prisión. Y también hagamos notar que el criterio jurisprudencial más extendidos en la provincia de Corrientes es que si el delito imputado tiene una pena superior a los tres años de prisión, la preventiva es la regla general. “Para que escarmiente”.

Natalia se crió desde los 13 años con una hermana, antes había estado internada en varios hogares para niños porque su mamá tiene padecimientos mentales que le impiden hacerse cargo de sus hijos.

Personas que estuvieron en contacto directo con Natalia, en su celda de la Comisaría de la Mujer y el Menor, de calle Catamarca, cuentan que está en estado de shock, pero que es una persona inteligente, que se expresa claramente. Quería terminar la escuela secundaria: iba al turno noche con su bebé y durante el día trabajaba de niñera, donde también iba acompañada por su hijo.

La asistencia legal de Natalia logró que durante la semana la hermana le llevara el bebé a la Comisaría para que la visitara. Quienes fueron testigos de la escena dijeron que era “una criatura hermosa”, perfectamente cuidada, limpia, sana, con el pelo brillante y la cara sonriente, muy apegado a su mamá.

Los mismos vecinos indignados que llamaron a la Policía luego declararon que era la primera vez que ocurría algo así. Que la mujer era una madre presente y que siempre lo cuidaba muy bien. Que lamentan que esté pasando todo esto y que ignoraban las graves consecuencias que traería.

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Desde esta columna no venimos a justificar que Natalia haya dejado solo a su pequeño hijito en la casa. Todo lo contrario. Pero lo que sí venimos a proponer es la necesidad de contextualizar los hechos.

En primer lugar, no puede perderse de vista la historia vital de la madre. Su historia y su presente, que ha sido brevemente relatada y que no parece compadecerse con el perfil de una madre abandónica, desinteresada por la suerte de su hijito. Datos que no se encuentran solamente corroborados por su actitud personal, sino por el estado y condiciones en que se encuentra el niño.

Luego, que la privación de la libertad anticipada que sufre Natalia a título de prisión preventiva es completamente injustificada y, en los hechos, representa un anticipo de condena sin sentencia. Apenas conoció la intervención de las autoridades, Natalia comenzó a deambular por las oficinas públicas para dar con su hijito, a pesar que era un día domingo. Inmediatamente que fue citada por la Policía concurrió a la dependencia y aún así quedó detenida.

Finalmente, como tantas veces se ha dicho, sería de esperar que el Estado se hiciera presente en casos de esta índole a manera de asistencia y acompañamiento y no de castigo y más dolor.

Es claro que la vara mide distinto a las mujeres respecto de los varones: no se ha exteriorizado parecida preocupación por la ausencia paterna respecto del niño que por estas horas se ve privado de la presencia de la madre.