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Cosecha Roja.-

En la madrugada del martes dos puesteros de La Salada se enfrentaron a los tiros cerca de Puente La Noria: Luis “Pinky” Rodríguez murió por un disparo en la ingle y Néstor Flores quedó detenido. Trece días antes asesinaron a “Luchín” sobre la Ribera: como tenía chaleco antibalas le dispararon en la cara. Los feriantes dicen que en noviembre asesinaron a otro hombre sobre Camino Negro. En 2012 la Justicia ordenó liberar la vera del Riachuelo pero los puestos volvieron a armarse y medio año atrás recrudeció la pelea por el territorio. Los tiros y las muertes apenas alteraron el ritmo de la feria textil más grande del país.

En el último crimen las camionetas fueron protagonistas. Una versión indica que Pinky y Flores llegaron en dos Toyota Hilux, se bajaron en la estación de servicio de Cosquín y Azamor (Ingeniero Budge) y  discutieron. La otra, que entre cuatro autos emboscaron a la camioneta de Pinky. Hubo tiros de los dos lados: en eso coinciden todos los relatos. A Pinky lo llevaron al Hospital Alende cerca de la una y media de la mañana. Después lo trasladaron al Gandulfo, donde murió horas después por una herida en la arteria femoral. Un grupo de 20 personas esperó en la puerta las noticias. Flores está detenido y debía declarar ayer. Fuentes judiciales confirmaron a Cosecha Roja que esperan que el juez decida si pide la prisión preventiva.

La semana pasada Luchín terminó tapado por la manta de los peritos policiales en pleno día de feria, sobre la Ribera -cerca del ingreso de Punta Mogotes-. Los oficiales de la comisaría 10 le secuestraron un arma calibre .45 y un cuchillo Tramontina. En la feria se comenta que tenía un chaleco antibala y que, por eso, le dispararon en la cabeza. En los dos crímenes actuó la comisaría 10 de Ingeniero Budge, que tiene antecedentes en el trato con los trabajadores que dependen de la feria: en octubre la justicia condenó a tres suboficiales y dos principales a 4 años de prisión y 8 de inhabilitación por haber plantado dos kilos de cocaína a una pareja de costureros peruanos que se negaron a pagar una coima.

“El conflicto recrudeció hace un tiempo: son organizadores de la vieja Ribera que pelean por espacio y poder”, explicó a Cosecha Roja Quique Antequera, fundador de la feria Urkupiña. El encargado de Punta Mogotes, Jorge Castillo, dijo a Cosecha Roja que los tres hombres asesinados “son de la misma banda: el de noviembre era un kapanga y el de ayer era el hermano, que había quedado a cargo”. Se refiere al reparto de los espacios para puestos sobre la calle Ribera Sur. Esas cuadras (a la vera del Riachuelo) son siempre motivo disputas y los conflictos se resuelven de formas ásperas: es la única feria que no está organizada.

La Salada está formada por las tres ferias clásicas (Ocean, Punta Mogotes y Urkupiña, que surgieron en la década del ´90) y otra más pequeña y más nueva (Tunari). El ritmo de compra y venta y el movimiento de personas no para nunca, ni siquiera cuando hay un crimen. A lo sumo los más curiosos se acercan a mirar el cadáver, como pasó la madrugada del martes con Pinky.

En marzo de 2014 la Agencia de Recaudación de la Provincia de Buenos Aires (Arba) entró a la feria con 300 policías y 300 inspectores. Desde entonces, las cuatro ferias empezaron el proceso de regularización. Pero el espacio de puestos que linda con el Riachuelo -conocido como “la Ribera”- es cien por ciento informal.

En enero de 2012 -después de dos años de negociaciones- el municipio de Lomas de Zamora logró reubicar los puestos que estaban instalados a la vera del río. La gestión la ordenó el juez federal de Quilmes Luis Armella en 2009. Dispuso que se libere el área para cumplir con el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, en 2006, había instado a los gobiernos (nacional, porteño y bonaerense) a crear la Autoridad de la Cuenca Matanza-Riachuelo (Acumar). Como la feria paralela estaba montada sobre lo que -según el Código Civil- se conoce como “camino de sirga”, había que liberarlo.

Durante ese año se limpió y se construyó una doble vía para los autos. Además de cumplir con el Código, eso permitía que, de haber un accidente en La Salada, pudieran entrar y salir ambulancias, policías o bomberos. Pero algunos se habían quedado sin negocio. “Había quienes regenteaban todo eso y arreglaban con la policía”, dijo a Cosecha Roja un funcionario que conoce La Salada.

A los ocho meses se empezaron a armar de nuevo los puestos. Primero fue lento. Pero en los últimos seis meses el proceso se aceleró. “En un momento estuvo prolijo pero hoy es tierra de nadie: yo creo que todos tienen derecho a trabajar pero cuando el espacio no alcanza empiezan las peleas por los puestos”, dijo Antequera. “Vuelven a ocupar los lugares de caño. Es la ley de la selva: no responden a nadie y se producen estas disputas entre pequeñas bandas por los lugares”, aseguró el funcionario. Castillo describió que “desde la 21 hasta Newton es todo feria y hay una mano de tránsito que directamente se corta”. Los feriantes resisten y se pelean hasta que llegue otra oleada de ocupantes.

Foto: Sub Cooperativa de Fotógrafos