Las claves de lo que está pasando en Cuba

¿Qué hay detrás de las miles de personas que el fin de semana se manifestaron en la isla? ¿Cómo repercute, después de 60 años, el bloqueo de Estados Unidos? ¿Y la pandemia? ¿Se puede leer todo en términos de revolución y contrarrevolución?

Las claves de lo que está pasando en Cuba

Por Cosecha Roja
13/07/2021

Este fin de semana miles de cubanos y cubanas salieron a manifestarse en distintos puntos del país. Lo que comenzó con una arenga virtual desde adentro y afuera de la isla que instaló el #SOSCuba se trasladó, de manera inédita, a las calles. Las primeras manifestaciones fueron en San Antonio de los Baños (provincia de La Habana) y Palma Soriano (Santiago de Cuba). Después se multiplicaron en Mayabeque, Ciudad de La Habana y el resto de las provincias, además del municipio especial Isla de la Juventud.

“De pronto, no tengo idea de cómo, había cientos de personas en San Antonio gritando libertad, patria y vida. A una velocidad vertiginosa, se sumaron las demás provincias, incluida La Habana. Participó, hasta donde vi, el pueblo: gente de todas las edades”, dice Jesús Jank Curbelo, periodista de Periodismo de Barrio. 

Pedían alimentos, medicamentos e insumos médicos. Protestaban por los cortes generalizados de electricidad e internet, el desabastecimiento y el precio de los productos de primera necesidad. 

Para Ana Lidia García Hernández, editora de El Toque, “no hay un detonante de las protestas del domingo. Es, más bien, un conjunto de aspectos”. 

El gobierno, al mando del presidente Miguel Díaz Canel, se limitó a afirmar que entre los manifestantes había infiltrados y operadores de Estados Unidos y convocó al pueblo a defender la Revolución: “La orden de combate está dada: a la calle los revolucionarios”. 

Hubo denuncias de violencia policial y se viralizaron videos de las protestas. Algunos eran falsos: en uno en particular se podía ver el Obelisco argentino festejando la Copa América. 

El estallido fue caldo de cultivo para que en Argentina y Latinoamérica los medios de siempre escribieran cientos de notas sobre la dictadura en Cuba, para que la derecha adhiriera y para que los sectores más progresistas pidieran el fin del bloqueo. 

Pero ¿qué está pasando en Cuba? ¿Se puede homogeneizar a quienes salieron a las calles? ¿Cómo afectó la pandemia a la isla? ¿Cuánto tiene que ver Estados Unidos? ¿Qué hace el gobierno de Díaz Canel para calmar las aguas? 

Estas son algunas claves que pueden ayudarnos a entender lo que está pasando.

El bloqueo histórico y profundizado por la era Trump

Estados Unidos mantiene el bloqueo económico, comercial y financiero sobre Cuba hace casi 60 años. Fue impuesto el 7 de febrero de 1962 por el expresidente John F. Kennedy. Esta medida unilateral, que se tomó para restarle todo apoyo a la Revolución, mantiene a Cuba aislada e incomunicada con el resto del mundo.

En estos 60 años, la isla perdió más de 930 mil millones de dólares, ya que el bloqueo afecta a todos los sectores de la economía cubana e impide el acceso a materiales, productos y servicios del mercado internacional.

Barack Obama dio un paso histórico cuando, durante su presidencia, reestableció las relaciones diplomáticas y hasta visitó al entonces presidente Raúl Castro. Pero las buenas intenciones de Obama y las medidas que tomó a favor de la isla no alcanzaron para desbloquearla.

Y cuando Donald Trump asumió la presidencia, todo empeoró. Una de las 250  medidas que más perjudicó a la isla fue la decisión de eliminar el envío de dinero a través de empresas o sucursales que estén en manos del complejo militar-económico de Cuba. Esto es: prohibió cualquier transacción vinculada con la llamada Lista Restringida de Cuba, un registro del Departamento de Estado que incluye más de 200 entidades cubanas prohibidas para los estadounidenses.

Al asumir Joe Biden, no sólo no modificó la política de Trump, sino que en los últimos meses tomó medidas que recrudecieron la situación.

La pandemia: jaque a la salud, al turismo y a la economía

Con la aparición de los primeros casos de Covid-19 en la isla, el gobierno cerró las fronteras e impuso medidas de aislamiento que permitieron mantener controlados los contagios en tasas mucho menores a otros países de la región. El cierre del turismo, una de las principales fuentes de ingresos del país, y el cierre forzado de negocios generó un fuerte impacto en la economía y profundizó la crisis económica que atraviesa Cuba desde hace dos o tres años.

La disminución de la llegada de productos importados, sumada a la crisis en la producción agropecuaria, generó desabastecimientos y escasez de productos de primera necesidad, como alimentos y elementos de higiene. 

En los últimos tres meses, la apertura del turismo extranjero provocó un aumento desmedido de los contagios que puso en jaque a todo el sistema de salud. Entre el 12 de abril y el 12 de julio el número de contagiados aumentó un 250 por ciento y las muertes por covid se triplicaron. “Los hospitales están rebalsados, no hay medicamentos”, explicó Ana Lidia García Hernández. El gobernador de Matanzas, la provincia más afectada, explicó que necesitarían 3 mil camas de hospital para poder hacer frente a la demanda.

La emergencia sanitaria estalló en el momento en que avanza la vacunación en toda la isla. Cuba es el único país por fuera de las grandes potencias mundiales que desarrolló sus propias vacunas: Soberana 02 y Abdala están en fase 3 y cerca de aprobarse con un porcentaje de inmunidad del 92 por ciento en tres dosis. Este avance “genera la expectativa de una fuente de ingresos para mejorar la situación económica del país”, explicó Camilo Genoud, profesor de Historia y exintegrante del Grupo de Estudios de Cuba y el Caribe de la UBA.

El nuevo plan económico del gobierno

A principios de este año, el gobierno de Díaz Canel comenzó a aplicar las medidas económicas de la “Tarea Ordenamiento” que había anunciado en diciembre de 2020. 

El nuevo plan económico se basa en una decisión histórica: el llamado proceso de unificación monetaria que eliminó el Peso Cubano Convertible (CUC), que circulaba paralelo a la moneda nacional (peso cubano) y equivalía a un dólar. Desde este año, Cuba tiene una moneda única y estableció que un dólar equivale a 24 pesos cubanos. 

Díaz Canel también aumentó el costo de los servicios públicos y de los alimentos. De la misma manera, incrementó los sueldos, que, por ahora, no logran ganarle a la inflación. 

Hace apenas un mes, el Gobierno anunció que “temporalmente” dejará de aceptar dólares en efectivo, medida que justificó en el bloqueo pero que generó más malestar.

Para Ana Lidia García Hernández, la crisis económica y social se profundiza porque “el Gobierno no toma las medidas que debería tomar”. “Debería darle un papel más protagónico al sector privado y lanzar finalmente la ley que permita la creación de pequeñas y medianas empresas”, dice y recuerda que Díaz Canel “sigue sin permitir que cubanos emigrados inviertan en Cuba y mantiene el monopolio de comercio exterior”. Es decir: el Estado es el único autorizado a importar y exportar productos con carácter comercial. “Tenemos un gran problema, porque el Estado ha demostrado ser ineficiente en esa importación de productos”, destaca.

Movimiento de jóvenes y artistas

“La situación política evidentemente se ha hecho más tensa luego del 27 de noviembre”, explica Ana Lidia García Hernández. Ese día, después de una semana de huelga de hambre, un grupo de 15 artistas del Movimiento San Isidro se movilizaron al Ministerio de Cultura para reclamar por la liberación del rapero Denis Solis González y el cese de la persecución política. Por la tarde eran más de 300 personas, una cifra pequeña para cualquier país latinoaméricano pero significativa para las protestas en Cuba. 

“Exigimos el derecho a tener derechos. No somos enemigos sino cubanos que pensamos distinto y soñamos una Cuba mejor que legar a nuestros hijos, con todos y para el bien de todos”, dijeron los artistas, que fueron recibidos por el viceministro de Cultura, Fernando Roja. El diálogo inédito entre funcionarios y artistas disidentes duró apenas unos días. El Ministerio de Cultura anunció que no iba a mantener conversaciones con quienes tienen “contacto directo y reciben financiamiento, apoyo logístico y respaldo propagandístico del Gobierno de los Estados Unidos y sus funcionarios”. 

El presidente, Miguel Díaz-Canel, tuiteó: “San Isidro, un acto de reality show imperial. El espectáculo imperial para destruir nuestra identidad y volvernos a someter. Todos esos planes serán derrotados”.

El reclamo de diálogo y apertura

La reacción del gobierno ante las protestas del fin de semana es apoyada por los sectores progresistas que centralizan la crisis cubana en el bloqueo: es así que para ellxs, el estallido es una campaña montada desde Estados Unidos y financiada por la CIA. 

La pregunta que surge es si quienes tomaron las calles son todxs antirrevolucionarios, infiltradxs y personas pagas por el gobierno de Estados Unidos. La respuesta más cercana es que puede haberlos, por supuesto. Pero no son todxs. 

Como cuenta a Cosecha Roja Mariana López, una argentina que vivió más de 10 años en Cuba, “también hay un caldo de cultivo que es el descontento de los y las cubanas por no encontrar productos, por tener que comprarlos en una moneda que no es con la cual se paga. Todo eso ha generado mucha tensión y también hay poca claridad en la comunicación del gobierno hacia la gente”.

“El problema más grande que tiene Cuba en este momento es enfrentar la pandemia y poder reactivar en parte su economía: y eso sólo se puede hacer a través del diálogo y de aperturas”, dice y destaca “la cantidad de personas que no son contrarrevolucionarios, sino que son personas de comprobada fe en el país, que quieren un nivel de participación distinto de lo que les pueden ofrecer los mecanismos tradicionales”. 

Para ella, ”hay que abrir el diálogo con la población, escuchar sus inquietudes, su descontento y no criminalizar las protestas”.