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“Cuando vemos un niño tierno lo queremos devorar. Lo tocamos. Lo acariciamos. Lo abrazamos, nos frotamos contra él”, escribió Laura Gutman, una terapeuta que da cursos online de “construcción de la biografía humana”, ofrece un servicio vía Skype y escribe columnas en el diario La Nación. El texto sobre el abuso sexual infantil hizo estallar la polémica en Twitter. El psiquiatra Enrique Stola le contestó párrafo por párrafo en Cosecha Roja: “Canta loas para justificar a los abusadores”.

 

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“Los abusos no los cometemos las personas de mente atormentada. No. Somos personas como casi todos, un poco más hambrientos y un poco más torpes, porque al fin y al cabo lo único que hacemos es tratar de nutrirnos, pero de una manera burda y estúpida.

Los adultos nos enamoramos de un niño necesitado, solo, desamparado y que nos inspira ternura. ¿Por qué? Porque ese niño nos recuerda al niño que fuimos: tímidos, exigidos y a la deriva” [Fragmento Laura Gutman]

Escribe como si el abuso fuese una cuestión de ternura. Decide hablar de “amor” y “cuidado”. Lo que oculta es que existe una apropiación y un ejercicio de poder sobre el cuerpo de ese niño. La verdadera intención del abusador es usarlo para su propio deseo de poder, de humillar, de someter y hasta de mostrarse ante otros abusadores en las redes de pornografía infantil.

“¿Cuál es el problema? El problema es que somos totalmente inmaduros. ¿Por qué? Porque no fuimos amados durante nuestra niñez, ni cuidados, ni protegidos ni amparados. Crecimos esperando obtener amor alguna vez. Así crecimos” [Fragmento Laura Gutman]

No es cierto: existen abusadores inmaduros y otros que no. No hay un perfil único. Lo que sí es un común denominador es el poder que les da ser la figura central sobre ese cuerpo pequeño. Aún suponiendo que los abusadores hayan sido abusados, cuando son grandes son adultos, no niños. Ella pone el acento en las supuestas necesidades del abusador delincuente y lo victimiza.

“Pero nuestra capacidad emocional se estancó en aquella espera. Vivimos dentro de un cuerpo de adulto pero tenemos organizadas las emociones como si fuéramos niños hambrientos. ¿Qué nos pasa cuando nos relacionamos con un niño tierno? Lo queremos devorar. ¿Cómo lo devoramos? Lo tocamos. Lo acariciamos. Lo abrazamos, nos frotamos contra él. Le compramos regalos. La confidencialidad compartida, el secreto guardado entre ambos como un estupendo tesoro y los pequeños momentos de encuentro son vividos -desde nuestra emocionalidad infantil- como un momento sublime” [Fragmento Laura Gutman]

La autora coloca al abusador en situación de niño. Él está ejerciendo el poder y la humillación, pero ella lo cuenta como si fuera un “juego de niños”. No es ningún “estupendo tesoro”, es un secreto que los niños guardan por miedo.

“¿Pero acaso no nos damos cuenta que estamos haciendo algo malo? Depende” [Fragmento Laura Gutman]

Los abusadores sí se dan cuenta: lo saben muy bien y por eso ocultan, por eso amenazan a la víctima. A los niños les dicen: “si vos contás, voy a matar a tu mamá y a tu papá” o bien “nadie te va a creer, te van a castigar”.

“Podemos percibir que es una relación socialmente condenable. Pero honestamente, también es condenable que nuestra infancia haya sido horrible, que nadie se haya ocupado de nosotros o incluso que la única persona que nos cuidó, nos haya proporcionado amor bajo la misma forma de abuso. ¿Entonces? ¿Qué es lo que está bien y qué es lo que está mal? Desde nuestro punto de vista de adultos con emocionalidad de niños…sólo tratamos de satisfacer nuestro vacío” [Fragmento Laura Gutman]

Gutman equipara la conducta de un adulto -que está dominando- con aquella situación que vivió como niño. La ecuación sería “yo estoy haciendo esto pero es igual a lo que yo viví”, por lo tanto, se diluye la responsabilidad.

“Rasgarnos las vestiduras proclamando que el abuso sexual es algo horrible e inhumano y que todos los violadores tienen que ir a la cárcel, está muy bien pero no sirve para nada. Miremos de frente la realidad. Mucho más espantoso es el desamparo cotidiano e invisible que vivimos los niños abusados y que nos obliga a arrojarnos al interior de cualquier cueva que encontremos, buscando amor”  [Fragmento Laura Gutman]

Aparecen el abusador y la víctima entremezclados. Más adelante, culpa a la madre. Esto es algo que hace siempre ella: culpa a las mujeres. No me extraña que su discurso, que coincide con el machista, patriarcal y hegemónico, venda muchos libros. No venden mucho las feministas: venden estos personajes que buscan someter a la mujer al régimen patriarcal.