Por Santiago Galar* y Brenda Focás**

El día después del hallazgo del cuerpo de Santiago Maldonado y la jornada anterior a las elecciones legislativas, la periodista Silvia Mercado compartió desde su cuenta una larga cadena de tweets. En uno de ellos escribió: “Una enorme pena que haya muerto. Enorme. Podía no haber pasado si él no estaba cortando rutas, delito federal”. El tweet fue compartido por unos tres mil usuarios. Si hay algo que demostraron los resultados de las elecciones legislativas del último domingo es que para una gran parte de la sociedad el carácter de víctima de Santiago Maldonado es discutible.

Desde la asunción de la alianza Cambiemos en diciembre de 2015 se evidenciaron movimientos en los lugares que ocupan las víctimas en el espacio público. Las víctimas de violaciones a los derechos humanos, que habían adquirido centralidad durante los gobiernos kirchneristas, son ahora puestas en discusión “desde arriba”. Por otro lado, las víctimas de la inseguridad, en particular las representadas por un grupo con fuerte interlocución con el gobierno, pasan a ocupar un lugar destacado. Una evidencia que habla de esta reconfiguración fue la marcha de víctimas realizada en octubre del año pasado bajo el lema “Para que no te pase”: la manifestación no incluyó críticas explícitas al gobierno e incluso fue apoyada por el macrismo.

En los últimos meses se aprobaron leyes como las de víctimas y la de excarcelaciones, consensuadas con este grupo. Más aún, Carolina Píparo, una víctima emblemática de la inseguridad, fue una de las caras de la campaña electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires. Actualmente es legisladora provincial electa por la alianza Cambiemos.

Una víctima difusa

El tembladeral que siguió al hallazgo del cuerpo de Maldonado en el río Chubut dos días antes de los comicios no impactó perjudicando electoralmente al oficialismo que, desde un principio, negó la condición de víctima de Maldonado y su familia. Por el contrario, arrasaron en las preferencias mayoritarias del electorado en prácticamente todos los distritos del país. Si la idea de que Santiago Maldonado estuviera vivo y escondido era la versión preferida que los simpatizantes del gobierno en las redes sociales y los mismos candidatos sostenían en el horario central de la televisión, el hallazgo del cuerpo abrió un nuevo capítulo: Maldonado había muerto pero no era una víctima. Su figura no encaja en los parámetros de víctima de buena parte de la opinión pública, una figura cuya experiencia más que “individual y atípica” se representa como “general y colectiva”. Para ciertos sectores Maldonado no es considerado víctima porque su accionar es presentado como delictivo. Santiago, en este relato, no es inocente: cortaba una ruta, cometía “un delito federal”.

El carácter de víctima es disputado en cada caso concreto pero se vincula a sentidos mayores que son resultado de contiendas políticas más amplias. En otros términos, es el estatuto de víctimas para casos de violaciones de derechos humanos lo que está en juego en este nuevo contexto de época. Los sucesos actuales vinculados a la muerte de Maldonado, al tiempo que evidencian el carácter construido de los sentidos puestos en cuestión, renuevan la necesidad de participar en una disputa pública y política que permita reponer ciertos consensos que, al ser descalificados desde el gobierno, aparecen trastocados en ciertos sectores de la opinión pública.  

 

* Santiago Galar: Dr. en ciencias sociales. Investigador del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS), Universidad Nacional de La Plata / CONICET.

** Brenda Focás: Dra. en ciencias sociales. Investigadora del Instituto de Altos Estudios Sociales (IDAES), Universidad Nacional de San Martín/ CONICET.