Por Claudia Victoria Arriaga Durán.-
Mérida, Yucatán, 25 de marzo del 2020.-Rolando Cocom Cocom tiene 82 años y hasta hace poco se dedicaba a recolectar pet y cartón en las calles. Hoy ya no puede hacerlo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los adultos mayores tienen el doble de probabilidades de fallecer por el virus en relación al resto de los demás.
“Ni siquiera puedo llevar a vender lo que había recolectado”, dice. “Ni puedo salir para preguntar si lo van a comprar”.
Aunque recibe ayuda de sus hijas e hijos no es suficiente. así que decidió preparar dulce de ciricote -un fruto de la región sur de México- y ponerlo a la venta en su casa. Sin embargo, si las personas no salen a la calle ¿Cómo se enterarían?
Al ver la iniciativa, su hija Celia Gloris le dio una idea:
-Papi, voy a publicarlos -le dijo.
La mujer hizo un posteo en redes sociales sus datos de contacto para quienes desearan comprar dulces:
El éxito fue inmediato: en menos de 24 horas se agotaron y logró reunir la cantidad de $350 pesos que servirán para comprar en la despensa.
Sin contratos ni prestaciones sociales, Rolando está en la misma situación que más de la mitad de los mexicanos. En el 2019, la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) reveló que en México el 56.3 % de la población es parte de la economía informal.
Carlos Hau tiene 64 años y durante 27 años se ha dedicado a vender elotes en la plaza principal del municipio de Oxkutzcab, Yucatán. Apenas hace cuatro días se enteró el alcalde prohibiría la actividad:
“Por la enfermedad que hay ahorita, el presidente dijo que cerraría, pero como tengo 27 años vendiendo elotes mucha gente me pide. Busqué la forma para el sustento de mi familia”, dice.
Igual que Rolando, recibió ayuda de su hijas y nietas para promocionar sus elotes en Facebook. Sus ingresos han disminuido, pero aún reúne dinero para la comida.
Carlos es consciente de que es parte de uno de los grupos más vulnerables al Covid-19, pero se siente obligado a seguir trabajando para mantener su hogar. Hace dos años vendía los elotes junto o su esposa, pero ahora ella está imposibilitada. “Le dio un infarto cerebral”, cuenta. “No puede caminar, solo con ayuda o con su silla de ruedas,”.
Por la pandemia, su esposa ya no puede ir a la capital yucateca para consultar con el médico:
“Cada mes va a su cita en Mérida, pero por la enfermedad que hay ahorita no la podemos llevar, ya perdimos como dos turnos. Cuando termine esto irá mi hija a preguntar si le darán su cita otra vez” contó Carlos.
Mientras esperan, seguirá enfocado en vender por encargos: elotes preparados con mayonesa, crema y picante a $12 pesos y esquites $20 pesos. Igual que millones de mexicanos, una manera de sobrevivir.