Por Tomás Lluna

– No empezó y no va a terminar con Miguel, lo dije siempre. Pienso en la mamá de Santiago Maldonado y me agarra una cosa.

Rosa Bru se lleva las manos al pecho donde chocan con un pin de la Asociacion Miguel Bru que lleva la cara de su hijo. Se imagina a la madre de Santiago siguiendo la investigación en Esquel desde 25 de Mayo y se indigna.

“Ella ve por televisión que allanan la casa del hermano de Santiago sospechando que lo tienen ahí escondido. Ve a Patricia Bullrich defender a la gendarmería, cuando lo primero que tendría que haber hecho es ponerse a disposición de la familia y separar de sus cargos a los gendarmes que intervinieron en esa cacería, porque eso fue: una cacería”.

Mientras habla, Rosa sonríe y saluda a cada familiar, conocido, militante o periodista que se acerca. Se cumplen 24 años de la desaparición de su hijo Miguel y la vigilia fuera de la comisaría novena de La Plata ya comenzó. Para las ocho de la noche hay más de cien personas todas reunidas con una misma consigna: ¿Dónde está Miguel?

Con el pasar de los años se han ido sumando reclamos, todos hoy presentes en los ladrillos de vidrio azul de la comisaría: afiches por Jorge Julio López, pedidos de justicia por Judith Alice, Johana Ramallo, Emilia Uscamayta, carteles por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Los frascos con velas hacen de candelabros e iluminan las cartulinas. Hay varios ramos de flores acomodados cuidadosamente cerca de las fotos de las víctimas.

La esquina de 5 y 59 se convierte cada año en el escenario que grita “¿Dónde está Miguel?” desde un pasacalle negro. De un árbol cuelga una bandera de la Federación Universitaria de La Plata. En la vereda, afuera de la comisaría, se improvisa una parrilla y en la puerta del edificio se instala una radio abierta.

―La vigilia de hoy se vive, además de con el cariño y la solidaridad de toda la gente que se acerca, con mucha expectativa ―dice Rosa y acomoda sus lentes orgullosa. ― Expectativa porque el fiscal Cartasegna fue removido de la causa y Justo López está detenido nuevamente. En 1993 Miguel Bru denunció que la policía había allanado ilegalmente su casa. Desde ese día las amenazas y las persecuciones no pararon. El 17 de agosto de ese año cuidaba la casa de unos conocidos camino a Magdalena. Por algunos meses ese fue el último rastro que tuvieron de él sus compañeros.

Miguel había sido torturado y asesinado en la comisaría novena. Fueron algunos de los detenidos esa noche en la comisaría quienes con sus testimonios ayudaron a que sus asesinos fueran encarcelados.

Por el asesinato de Miguel dos policías bonaerenses fueron condenados a cadena perpetua: Walter Abrigo y Justo López. Abrigo murió y López -después de negarle dos veces la condicional- fue liberado. El pacto de silencio que trazaron esa noche los bonaerenses de la comisaría novena no tuvo ni tiene una sola grieta. Nada se supo del cuerpo de Miguel.

El año pasado Rosa se encadenó en las puertas de fiscalía para pedir que Cartasegna se apartara de la causa. Este año trascendió que el expediente estaba extraviado, después apareció en un armario. Cartasegna fue separado de la causa y tiene una denuncia judicial por una pista que nunca investigó.

Ahora que Justo López está detenido nuevamente, la Asociacion Miguel Bru presentó al tribunal de ejecución un trato: la información que López tiene por su excarcelación.

―A mi no me sirve para nada un preso más, no me interesa. Lo que nosotros queremos realmente es llegar a dónde está Miguel y cerrar esta historia― dijo a Cosecha Roja.― No vamos a olvidar, pero sí vamos a recuperar a Miguel y la tranquilidad de saber dónde está.

Además de Rosa, en la radio hablaron Gumersinda Gimenez, mamá de Judith Alice, asesinada de un tiro en la cabeza por un gendarme, y Marta Ramallo, la mamá de Johana Ramallo quien lleva 22 días desaparecida. Ambas reconocieron en Rosa la figura de una madre y un ejemplo a seguir por hacer de su búsqueda una lucha.

El sobrino de Miguel Bru, Joaquín, tocó el charango, cantó y leyó poesía ante la atenta mirada de Rosa y Néstor, sus abuelos. Sobre el final, se presentó la Murga Conventillo Nacional.

En el momento que Rosa Bru habló en la radio abierta, la calle era puro silencio: “Venir a este lugar es terrible. Pensar en esa maldita oficina de calle donde torturaron hasta la muerte a Miguel y de ahí lo desaparecieron, es terrible. ¿Por qué no nos unimos para que los policías asesinos no sean juzgados con la misma justicia que un delincuente común? ¿Por qué en vez de dividirnos en colores políticos, no salimos a pedir y luchar por una justicia distinta para esa policía que supuestamente está para cuidarnos? Acá, en esta misma comisaría donde mataron y desaparecieron impunemente a Miguel, mataron a Daniel Migone. Ingresó a las doce de la noche y a la una lo sacaron muerto para el Hospital San Martín. Los policías fueron juzgados igual que un delincuente común pero acá no estamos hablando de delincuentes comunes. Estamos hablando de delincuentes que visten ropa distinta y llevan un arma. Sería bueno que esto cambie, que la justicia cambie”.