Liz tenía 34 años y un hijo. Murió anoche en un hospital de la zona norte del conurbano después de estar internada en terapia intensiva con un cuadro de infección generalizada por un aborto inseguro y clandestino. En el útero tenía restos de tallo de perejil. “Estos son la clase de abortos que vamos a volver a ver después de la votación en el Senado”, dijo a Cosecha Roja una médica de la Red de Profesionales por el Derecho a Decidir.
“¿Todavía queda alguna duda de que la clandestinidad pone en riesgo la salud de las mujeres y personas gestantes? ¿Todavía queda alguna duda de que tenemos que dar una respuesta desde el sistema de salud?”, denunciaron en un comunicado desde la Red de Profesionales.
Liz llegó al hospital Belgrano, del partido de San Martín, con un cuadro grave de septicemia post aborto. En el hospital le realizaron una histerectomía de urgencia (extracción del útero). Anoche la trasladaron a otro hospital, donde quedó internada en terapia intensiva: unas horas después murió.
En la sesión del 8 y 9 de agosto, 38 senadores y senadoras rechazaron el proyecto que tenía media sanción de Diputados y que garantizaba el derecho de interrupción voluntaria del embarazo y aprobaron el aborto clandestino. De acuerdo a datos oficiales 50 mil mujeres son internadas cada año en hospitales públicos por abortos inseguros en contextos de clandestinidad. Desde 1986 a 2016, 3040 mujeres murieron por este tipo de prácticas.
Desde la Red de Profesionales responsabilizaron a la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, por no garantizar el acceso de las personas gestantes al misoprostol en la provincia. “La clandestinidad es esto gobernadora. (…) La clandestinidad enfrenta a las personas gestantes a riesgos reales para su salud”.