LaraZabalaCosecha Roja.-

El cuerpo de una adolescente muerta dentro de una bolsa de arpillera fue el cadáver que rebalsó las redes. La noticia de la aparición de Daiana García en una ruta del conurbano el sábado 14 generó horror: de la polémica en los muros de Facebook se pasó la acción. Hubo campañas de repudio -“Hartxs de contar femicidios”- y una movilización al Obelisco. Esta tarde escritorxs y periodistas pondrán el cuerpo en una maratón de lecturas, proyecciones y performance en la plaza de Las Heras y Austria. “Ni una chica menos, ni una muerta más”, dijo a Cosecha Roja la escritora Selva Almada.

La actividad empezará a las 4 de la tarde. Gabriela Cabezón Cámara, Daniel Riera, Josefina Licitra, Ingrid Beck, Liliana Hendel, María Pía López, María Moreno, Olga Viglieca son algunos de los que van a leer. “Es simbólico: la lectura es una excusa para juntarnos y pensar”, dijo Almada. El espacio público estará poblado de varones y mujeres que trabajan la temática hace años y que militan de forma no articulada. Se trata de decir basta. También irán las mamás de Daiana, de Lola Chomnalez y de Wanda Taddei. “Es muy importante que estén y sepan que tienen un lugar en donde se las contiene”, dijo a Cosecha Roja la periodista Hinde Pomeraniec.

“…se nota la puntuación del mercado: hay cuerpos que valen más y hay cuerpos que valen menos. Casta, rica y estudiosa vale más que pobre y trola pero todas valen menos que el cuerpo del matador que es la manifestación extrema de este estado de las cosas: buena parte del planeta cree, a veces sin saberlo, que cosas somos nosotras. Pobres cosas, poca cosa, algo que se usa y se tira, nada de bienes suntuarios, muñecas que se descartan como globos ya pinchados. Es como canibalismo. Es una bestialidad. Piensen un poco, señores, piensen también las señoras y sientan un poco más: somos sus madres, sus hijas, sus hermanas, sus esposas, sus amigas, sus amantes, sus novias. Somos más de la mitad del mundo que hacemos juntos. No insumos a descartar”

[Gabriela Cabezón Cámara – Revista Anfibia – 19 de marzo]

El cuerpo de Daiana apareció un día después del de Andrea Castana, en Córdoba. La mañana siguiente -el lunes 16- se cumplieron diez años de la desaparición de Florencia Pennacchi. Poco más de una semana antes La Casa del Encuentro presentó el informe anual: durante el último año 277 mujeres murieron en manos de varones y 330 hijos perdieron a sus madres. Las cifras muestran que hay un femicidio cada 32 horas.

“Daiana apareció muerta, su cuerpo maltratado descartado como basura dentro de una bolsa, sus fotos íntimas expuestas como una advertencia alentando el chiste misógino, el fisgoneo, la masturbación colectiva sobre un cuerpo que ya no latía pero todavía sostenía con su presencia física el nudo de sus vínculos, el duelo compartido, el breve parpadeo de su paso por el mundo. Fue el sábado y hasta entrada la semana cada quien digirió la noticia como pudo. Tal vez al principio se mezcló entre otras, se tragó en el desayuno como la medicina amarga de una enfermedad crónica sin cura. Al fin y al cabo, vivimos con estas noticias, nos acostamos con ellas, amanecemos al día siguiente contando las horas hasta la próxima”

[Marta Dillon – Página/12 – 20 de marzo]

Pomeraniec no va a estar sola en la maratón, la acompañará su hija de 18 años. Van a leer poemas de Olga Orozco y un texto a estrenar. De su hija aprendió a desnaturalizar algunos conceptos, como los piropos callejeros. “A ella y a las amigas les revienta que les digan cualquier cosa. Salen con las garras a atacar, se sienten atacadas”, dijo. “’Loco, yo me pongo el short y a mí dejame pasar’ es la actitud”, agregó.

Durante el juicio por el crimen de Ángeles Rawson el papá de la adolescente dijo: “Ella era respetuosa pero no sumisa: se hubiera defendido”. La mamá de Melina Romero habló sobre el asesinato de su hija: “No la mataron por zorra, como dicen muchos. La asesinaron porque tuvo la valentía de decir que no cuando la quisieron violar y porque los asesinos sabían que ella los iba a denunciar”.

Princesas

En las redes sociales la indignación aumentaba. “Se venía cocinando a fuego lento con cada chica que desaparecía y aparecía después en una bolsa, en un baldío, en un descampado. Se venía acumulando hartazgo, indignación”, dijo Almada. Para la periodista Florencia Alcaraz la maratón de lectura es una forma de pasar del “me gusta” a poner el cuerpo. “Es una actividad sanadora, un espacio de mimo para un montón de mujeres que escribimos sobre estos temas. Si no, el desprecio por el cuerpo y la vida de una mujer se te quedan adentro y se vuelven miedo”, dijo a Cosecha Roja. “Que maten mujeres y las tiren a la basura no se puede naturalizar. Que haya mujeres que no se pueden ir de su casa y las maten a golpes no se puede naturalizar”, dijo Pomeraniec.

“Las mujeres de la bolsa somos muchas y salimos de ella para que no haya ni una menos. Hay una historia política de la bolsa. Si la cartera era míticamente revoltijo cosmético, dejó de serlo cuando escondió armas revolucionarias, penfletos militantes, cuadernos de estudio, libros y planos; la bolsa la amplía y hace funcional.

¿Y la bolsa de basura? sacarla implica expulsar afuera del hogar los deshechos de la vida productiva. Cuando aparecieron las bolsas de consorcio, el objeto pasaba del espacio que el feminismo llamó del trabajo invisible a herramienta laboral del encargado de edificio; la utilería del asesino hoy incluye la bolsa y el container, la cloaca y el pozo ciego en donde la razón práctica devela un horror semiótico: las mujeres son basura. (…) Que la bolsa se transforme en el símbolo del luto popular y compromiso para que no haya ni una menos”.

[María Moreno – Museo del Libro y de la Lengua]