Una niña de diez años amaneció hoy en el hospital de niños Humberto Notti de Mendoza: está embarazada ocho meses. Por el relato de la niña, la justicia detuvo a un tío acusado de abuso sexual. Otra niña de once también embarazada llegó este mediodía a otro hospital de Tunuyán, en la misma provincia. Ambas son algunas de las casi 3000 niñas de entre 10 y 14 que tienen bebés cada año en Argentina: una cada tres horas, ocho por día según los datos de Unicef.

La niña llegó al hospital acompañada de su mamá porque tenía un dolor abdominal: ninguna de las dos sabía del embarazo. Los médicos aplicaron el protocolo e hicieron la denuncia a la justicia. Por el relato de la niña, la fiscal Cecilia Bignert ordenó la detención de un tío de 23 años. El hombre, que está imputado por “abuso sexual agravado por la convivencia”, pasaba temporadas en la casa familiar.

El procurador de Mendoza Alejandro Gullé dijo a los medios que ya “no se puede poner en discusión la interrupción del embarazo” porque está “muy avanzado” y podría afectar la salud de la niña. Sin embargo, el Fallo FAL de la Corte Suprema habilitan a que la niña lo exija o al menos a que le hagan una inducción: aún restan varias semanas hasta cumplir las 40.

Los abusos sexuales a niños, niñas y adolescentes “son un problema común en la infancia. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 13 hombres adultos declararon haber sufrido abusos sexuales en la infancia”. El informe de Unicef dice que “los programas educativos ayudarían a que, desde pequeños, los niños y las niñas desarrollen habilidades para protegerse de una manera útil y eficaz de los agresores”. Por eso es fundamental la aplicación de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI).

La producción de información sobre la salud es responsabilidad del Estado. Si no se aplica la ESI y no se dictan los programas en las escuelas, es probable que eso tenga consecuencias en las vidas sexuales de los niños, niñas y adolescentes. “Estamos preocupados, vemos un retroceso de la implementación de la ley ESI en las escuelas”, había dicho a Cosecha Roja Mariela Belski, la directora de Amnistía, en ocasión del Día internacional de acción por la salud de las mujeres.  

Según los datos de Amnistía, la tasa de fecundidad adolescente de Argentina está por encima del promedio mundial (65,6 nacimientos por cada mil mujeres de 15 a 19 años) y por debajo de la media de América Latina y el Caribe (79 por mil). En 2013, nacieron en nuestro país 117.386 bebés de madres menores de 20 años en el país: 114.125 de adolescentes de 15 a 19 años y 3261 de menores de 15. Y entre 2003 y 2011 la fecundidad adolescente aumentó en un 20 por ciento. No siempre esos embarazos son planificados.

El Informe “Embarazo y maternidad en adolescentes menores de 15 años. Hallazgos y desafíos para las políticas públicas” dice que cada año en Argentina nacen entre 2800 y 3200 niños de mamás niñas y adolescentes menores de 15 años. Los agentes de salud deben conocer la ley que los obliga a denunciar los casos de abuso porque no siempre la familia lo notó o acudió a la justicia.

Algunos medios señalaron a la niña de Mendoza por no haber contado que estaba siendo abusada. Aquí algunas razones para no culpar (otra vez) a la víctima:

¿Por qué los NNyA callan los abusos sexuales?

  • Son muchos los motivos que confluyen y hacen que los NNyA no revelen que han sido o están siendo sexualmente abusados.
  • El niño y su familia reciben amenazas de daño físico o de muerte.
  • Tienen miedo de las consecuencias que sus dichos puedan ocasionar en el agresor y su familia.
  • Callan por temor a ser acusados de complicidad y complacencia con el abuso sexual que padecieron.
  • Evitan ser estigmatizados y rechazados.
  • Sienten culpa, vergüenza y desvalimiento.
  • Muchas veces, al padecimiento sufrido se suma otro: carecen de interlocutores válidos dispuesto a creer en sus palabras.
Fuente del cuadro: https://www.unicef.org/argentina/spanish/proteccion-AbusoSexual_contra_NNyA-2016.pdf