Cosecha Roja.-
Doce ciudadanos declararon “no culpable” a Guillermo Barros, acusado de asesinar a su ex cuñado Gabriel Armella en San Martín, el año pasado. Después de la lectura del fallo, el juez Francisco Pont Vergés ordenó la inmediata libertad de Barros y dijo: “en nombre del pueblo, muchísimas gracias”. Todos aplaudieron. Los jurados dijeron que estaban muy emocionados y que se sintieron “útiles a la sociedad”. Así terminó el primer juicio por jurados de la Provincia de Buenos Aires.
Julián tiene 42 años y es comerciante. “¿Qué te hacés la estrella?”, contó que le decía su familia cuando llegaba a la casa y no contaba qué había pasado en la audiencia. Durante los tres días que duró el juicio los 18 ciudadanos que participaron como jurados tenían prohibido conversar entre ellos o con otros sobre al caso. Después de la sentencia, Ramona -una jubilada de 72 años- dijo a Télam: “Fue hermoso. Sentía emoción y se me caían las lágrimas al ver al chico detenido”.
Durante los alegatos, la fiscal y la defensora les hablaron a los jurados. Cada una detalló su versión de los hechos. La fiscal Ana María Armetta pidió que lo condenen por homicidio agravado por el uso de arma de fuego. “Estoy absolutamente convencida de que Guillermo Barros esgrimió una escopeta contra (Gabriel) Armella con el fin de quitarle la vida”, dijo. La defensora oficial Verónica Joliffe pidió que lo declaren inocente y dijo que “quedó probado que hubo un forcejeo en el cual se disparó el arma”. Miró a los jurados y les dijo: “Ustedes representan a la sociedad, ¿qué sociedad va a aceptar que se condene a un inocente?”.
Pont Vergés le explicó a los jurados las leyes que se ponían en juego, qué elementos técnicos debían considerar para probar un “homicidio simple” o un caso de “legítima defensa”. También les aclaró que la deliberación sería secreta y que para declarar la culpabilidad tenían que juntar 10 votos. Si sumaban 9, decidiría el juez y, con menos, el acusado quedaría absuelto.
El caso
A Armella le decían el Boli, tenía 30 y trabajaba vendiendo papas en Boulogne. La noche del 31 de enero del año pasado hacía calor en Villa Hidalgo y él andaba en pantalón y sin remera. Estaba borracho y armado. Los amigos del barrio sabían que se ponía agresivo cuando tomaba. Fue a lo de Claudia Barros (su ex mujer) a buscar a los hijos que tenían en común. Cuando llegó a la casa de Zorzal y Madero, discutieron. Ella ya lo había denunciado tres veces por violencia de género.
Guillermo, el hermano de Claudia, salió a defenderla. Estaba cansado de las amenazas que habían recibido: gente de Armella pasaba armada por el frente de la vivienda y los amedrentaba. Esa noche el Boli salió de la casa de su mujer con un tiro en la clavícula izquierda. Eran las 23.30 cuando lo subieron a un patrullero para ir al hospital. El amigo que lo acompañaba dijo que se murió en el camino, la policía que llegó vivo. Tres horas más tarde Guillermo Barros se entregó y contó que el arma se disparó en medio de un forcejeo. Quedó detenido por homicidio simple.
Lo que los jurados tenían que definir durante las tres audiencias era si Guillermo fue el autor del escopetazo y, en ese caso, si el disparo fue o no en “legítima defensa”, un delito no punible.
Ser jurado
Ser jurado mejora la comprensión de lo penal y la imagen sobre la justicia en general. Eso asegura el estudio del Centro de Perfeccionamiento Ricardo Núñez, del Poder Judicial de Córdoba -la primera provincia en implementar el sistema-. Antes de participar un 46 por ciento valoraba la justicia como “regular” y, al salir, casi el 98 por ciento la calificó como excelente.
El ministro de Justicia bonaerense, Ricardo Casal, dijo que lo de hoy fue “un veredicto histórico” que pone en valor la “soberanía ciudadana y popular”. También consideró que el procedimiento hace que el sistema judicial y los ciudadanos estén más cerca. “Mejora el idioma: en las audiencias se ha hablado con más claridad y poco rigor técnico para que sea accesible la terminología”, dijo. El juez Francisco Pont Vergés, quien coordinó el juicio, dijo: “El hecho de ser jurado no sólo es una carga pública: también es el aporte más trascendental que pueden hacer como ciudadanos a la cosa pública”.
Ser juzgado por los pares es una garantía constitucional y por eso se está debatiendo en todas las provincias cómo implementarlo. En Neuquén y Córdoba ya comenzaron. Lejos del mito de la saña con que la ciudadanía juzga, Mario Juliano, director de la Asociación Pensamiento Penal, dijo a Cosecha Roja: “La media internacional de absolución por jueces profesionales es entre el 15 y el 20 por ciento y en Córdoba, con jurados populares, es del 24”.
El de San Martín fue el primero de 165 que se harán en la Provincia de Buenos Aires, tras la reglamentación de la ley 14.543 que modificó el Código Procesal Penal. Del 18 al 22 de mayo habrá otro en Morón, y a lo largo del año en Trenque Lauquen, Bahía Blanca, Pergamino y La Plata.
La elección de los jurados
– ¿De qué trabaja? ¿Alguna vez agarró un arma con sus manos? ¿Usted tiene contacto con víctimas de violencia de género?, preguntó la fiscal durante la primera audiencia.
– Sí, las veo en el hospital. Veo a madres y a hijos golpeados, contestó el segundo jurado, que trabaja en un hospital hace 20 años.
Él fue una de las 43 personas que llegaron el martes a la mañana a los tribunales de San Martín para conformar el primer jurado popular de la provincia de Buenos Aires: tenían la misión de decidir si Guillermo Barros era culpable o no de homicidio simple. Después del cuestionario de la fiscal y la abogada defensora – y las diez recusaciones- se sortearon los 18 miembros, nueve varones y nueve mujeres de identidad reservada durante el proceso.
Un pedicuro, un investigador científico, dos trabajadores del Estado, un fotógrafo, cuatro empleados del sector privado, dos jubilados, tres docentes, dos comerciantes, un técnico en salud y una ama de casa fueron los elegidos. Entre el martes y hoy escucharon a más de diez testigos y peritos. “El dictamen al que llegue el tribunal es mucho más legítimo, no depende del capricho de un juez, sino de un grupo de gente”, dijo una fuente judicial dijo a Cosecha Roja.
El jurado popular fue sorteado entre 1200 nombres obtenidos del padrón electoral del departamento judicial de San Martín. De ese filtro salieron las 42 personas citadas el primer día: cada uno tenía un cartel con un número en el pecho, como los corredores de una maratón. Cada vez que los nombraban, pasaban al frente, respondían las preguntas y volvían a sentarse. La fiscalía y la defensa -que anotaban en una hoja los detalles de los posibles jurados- podían recusar a 8 personas sin motivos, y a dos con una razón explícita. “No va con la estrategia”, fue la respuesta para el rechazo.
Entre los 32 que quedaron se hizo un sorteo con un software de la Suprema Corte. Así quedaron seleccionados los 18 (12 titulares y 6 suplentes) que juzgaron el homicidio de Armella.
“El veredicto absolutorio de los jurados de San Martín nos pone contentos a los juradistas ya que ratifica que los ciudadanos y las ciudadanas se encuentran en condiciones de discernir con libertad, por fuera de los reclamos de ciertas mareas punitivistas”, dijo a Cosecha Roja Juliano.
Fotos: Facundo Nívolo
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