Pedro Castillo: el jinete de la izquierda galopa por Perú

El maestro fue la sorpresa de las elecciones y se metió en el balotaje junto con la ultraderechista Keiko Fujimori. Con un discurso anti-neoliberal, propone un cambio total de modelo económico: nacionalización de sectores estratégicos y nueva Constitución. No todo es color de rosa: está en contra de la perspectiva de género, matrimonio igualitario y aborto.

Pedro Castillo: el jinete de la izquierda galopa por Perú

13/04/2021

*Paulo Rosas Chávez 

*Foto Twitter @PedroCastilloTe

El domingo 11 de abril de 2021, unos minutos después del mediodía, el maestro de escuela primaria Pedro Castillo se montó sobre un caballo para ir a su local de votación en Tacabamba, su pueblo natal, ubicado en la región andina de Cajamarca y a casi mil kilómetros de Lima, la capital peruana. En su trayecto, se iban sumando cada vez más simpatizantes, todos arengando y celebrando con bombos, tambores y platillos al candidato presidencial del partido político Perú Libre.

Horas más tarde, alrededor de las 7 de la noche, Castillo se convirtió en el primer candidato ganador de una elección de primera vuelta que recibió los resultados fuera de Lima. “En primer lugar, quisiera saludar a los pueblo más olvidados de mi patria. Saludar a los hombres y mujeres que están en el último rincón del país”, fueron sus primeras palabras.

Este hecho grafica cómo Pedro Castillo logró consolidarse: con un discurso de izquierda dirigido como dardo a la élite limeña, que subestimó en todo momento la posibilidad de ascenso de una propuesta como la suya. Un ascenso que lo llevó de tener un 3.7% de las preferencias en marzo (según la encuestadora Ipsos) al 19%, de acuerdo a los resultados parciales que ofrece hasta el momento el órgano electoral peruano, al 90% de las actas contabilizadas.

En un escenario electoral absolutamente fragmentado, con 18 candidatos compitiendo y un alto porcentaje de indecisos hasta los últimos días, Castillo fue el único candidato cuya intención de voto no dejó de crecer desde marzo.

Aparición política 

La figura de Pedro Castillo no es nueva en la política peruana. Aunque postuló sin éxito al cargo de alcalde del distrito de Anguia (Cajamarca) en 2002, no fue hasta 2017 que su nombre resonó en los medios de comunicación. En ese momento, encabezó una huelga nacional de maestros como dirigente de una facción importante del gremio docente. El paro docente duró 75 días y puso en jaque al gobierno del entonces presidente Kuczynski, quien renunciaría al año siguiente por sus vínculos con el Caso Odebrecht, entre otras acusaciones de corrupción.

Castillo ganó notoriedad pero no la aprovechó hasta esta campaña. Según un informe del diario El Comercio, la huelga del 2017 le sirvió para entablar lazos con el partido de izquierda Perú Libre y su líder, Vladimir Cerrón, político y ex gobernador regional condenado en 2019 por delitos contra la administración pública. Sin embargo, no fue hasta septiembre del año pasado que Castillo recién se afilió a dicha organización política, ya con la mira en las elecciones presidenciales de 2021.

La izquierda conservadora 

Castillo y su equipo–encabezado por Cerrón– elaboraron un plan de gobierno que se autodefine como “un documento contestatario al neoliberalismo” y que propone un cambio total del modelo económico peruano. Para conseguirlo, plantea dos hechos claves: la nacionalización de sectores estratégicos, como el minero, el gasífero y el energético; y la redacción de una nueva Constitución que reemplace a la de 1993, escrita tras el autogolpe de Estado del hoy condenado ex presidente Alberto Fujimori.

El plan también reivindica las experiencias de Evo Morales en Bolivia, de Rafael Correa en Ecuador y pone en duda los cuestionamientos al modelo bolivariano de Venezuela. Califica a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) como “una forma de esclavitud moderna, cercana a la trata de personas” y plantea fortalecer el Sistema Nacional de Pensiones.

La mirada de Castillo sobre los derechos civiles es mucho más cercana al conservadurismo de “Con Mis Hijos No te Metas” –grupo conservador que permitió a sus seguidores votar por Perú Libre– que a las corrientes progresistas de la izquierda en Latinoamérica. Públicamente se ha opuesto al enfoque de género en la educación pública, así como a la legalización del aborto y el matrimonio entre personas del mismo género.

Estas posturas, sin embargo, no le han quitado el apoyo de líderes como Evo Morales, quien ya felicitó el triunfo parcial de Castillo y dijo que un eventual gobierno suyo expresaría un posible retorno del “proyecto integracionista de la ‘patria grande’”.

La campaña impredecible 

En el Perú, desde 2001, los dos candidatos ganadores de la primera vuelta siempre se han repartido al menos el 55% de los votos. En esta elección, no superan el 35%. Pedro Castillo encabezaría las preferencias con un 19% y la candidata de derecha Keiko Fujimori, su contendiente en la segunda vuelta, llegaría a un 15%.

Esto puede deberse a la profunda inestabilidad política que ha atravesado el país en el último año, así como a los estragos que la pandemia de la Covid-19 han causado en el Perú, convirtiéndolo en uno de los países más golpeados del mundo.

En este contexto, para el analista político Gonzalo Banda, “Pedro Castillo ha tenido un poco de virtud y de fortuna, como diría Maquiavelo”, ya que la pandemia pudo haber jugado a su favor. Mientras que los candidatos que aparecían en los primeros lugares recibían atención de los medios y no podían hacer campañas que violen las normas de distanciamiento, el poco conocido Castillo se permitió hacer una campaña tradicional, recorriendo distintos pueblos y haciendo mítines en los que manifestaba su descontento con el modelo económico y las instituciones vigentes.

Quizá eso lo llevó a contagiarse de la Covid-19 en enero, pero fue un riesgo que hoy resulta clave al momento de analizar los resultados: Castillo habría ganado en 17 de las 26 circunscripciones electorales, incluidas todas las regiones andinas y, sobre todo, las 5 más pobres del país.

La segunda vuelta está prevista para el domingo 6 de junio. Es decir, habrá casi dos meses de campaña entre la izquierda de Castillo y la derecha de Keiko Fujimori. A priori, al candidato de Perú Libre le resultará difícil conquistar el voto de la izquierda progresista de Verónika Mendoza y a otros sectores del centro. Además, se ha informado sobre vínculos entre candidatos al Congreso de su partido con remanentes del grupo terrorista Sendero Luminoso, hecho que de confirmarse haría aún más difícil la posibilidad de forjar cualquier alianza.

Por el contrario, es más seguro que los candidatos de derecha, tanto liberales como conservadores, apoyen sin dudar a Fujimori. Sin embargo, la hija del sentenciado ex presidente parte también con pasivos importantes: haber perdido las dos últimas segundas vueltas de 2011 y 2016, y ser actualmente procesada por lavado de activos por el Caso Odebrecht. Por este caso, la hoy candidata estuvo detenida en prisión por más de un año, fue liberada bajo fianza en el marco de la pandemia. El fiscal a cargo ha pedido una condena de 30 años en su contra.

Solo queda esperar cómo las fichas se irán moviendo en estos meses. La campaña de Fujimori es predecible, buscar al votante de derecha y apostar al miedo que puede generar la propuesta de su contrincante. Por el contrario, la de Castillo dependerá de su capacidad de negociar con sectores progresistas para alejarse de posiciones conservadoras o de mantener esas mismas posturas.

*Paulo Rosas Chávez es un periodista peruano que vive actualmente en Rosario. Cursó la maestría en Teoría Política y Social de la UBA, le falta lo más difícil: presentar la tesis. Trabajó en El Comercio de Perú y ha publicado su trabajo en medios peruanos, de Argentina, Brasil y Estados Unidos.