Por Jáder Santana* / jaderstn@gmail.com
Tres figuras fueron protagonistas del carnaval brasilero el 2019. Dos como referencias negativas -Bolsonaro y las naranjas que se refieren a una de las crisis más recientes de su gobierno- y una como símbolo de resistencia y lucha delante de este escenario: Marielle Franco, la concejal negra, lesbiana, de la favela, asesinada hace exactamente un año, el 14 de marzo de 2018.
Como si cobrara por una respuesta que tardaba, el Carnaval propagó por las calles el rostro de Marielle y las preguntas: ¿Quién la mató? ¿Quién mandó a matarla? Una semana después del día que marca el cierre del ciclo carnavalesco, se conoció el resultado de la investigación por el crimen de la concejal y su chofer, Anderson Gomes. El último martes 12 dos policías militares fueron detenidos acusados de disparar contra la quinta concejal más votada de Río de Janeiro.
El policía militar Ronnie Lessa, de 48 años, disparó 13 veces en contra el auto en que estaba Marielle -asesinada de tres tiros en la cabeza y uno en el cuello- y Gomes -que recibió tres tiros en la espalda. Quien conducía el auto en que estaba Ronnie era el ex-policía militar Élcio Vieira de Queiroz, de 46. Los dos fueron arrestados en la madrugada del martes, cuando se preparaban para huir de sus casas, lo que indica que, posiblemente, ya sabían que el cerco de la investigación se estrechaba.
Antes de ir en dirección al mar de coincidencias que pueden relacionar los dos policías a la persona que sea la respuesta de la pregunta que resta -quién la mandó mandar?-, es importante analizar el perfil de los acusados y acercarse a la línea de investigación que llevó hasta ellos. Ronnie y Élcio demostraban “abyecto y repugnante desprecio por la vida”, según denuncia el Ministerio Público de Río de Janeiro. El documento afirma: “El crimen en contra la víctima Marielle fue practicado por motivo torpe, interligado a la abjeta repulsa y reacción a la actuación política de la misma en la defensa de sus causas”.
Los promotores que investigaron los crímenes también declararon que Ronnie y Élcio prepararon el atentado por tres meses, y que el primero tenía una “obsesión” enfermiza por personalidades políticas de la izquierda. Llegaron a esta conclusión después de analizar cerca de 700 GB de datos remotos, que incluyeron el rastreo de 2.428 torres que estaban en el trayecto de Marielle en la noche de los asesinatos. Este esfuerzo se hizo difícil sobretodo por una información divulgada aún en las semanas siguientes al crimen: las cámaras de la calle en que fueron muertos Marielle y Anderson estaban estratégicamente apagadas en la noche del atentado, lo que puede indicar la acción directa de alguien de dentro de los sistemas de seguridad – visto que los dos arrestados estaban alejados de sus funciones.
Las torres de comunicación de la zona registraron 33 mil líneas telefónicas. El número fue reducido a 318 después de un cuidadoso análisis de las imágenes de un vehículo estacionado en la calle del evento en el que participaba Marielle. En el celular de Ronnie encontraron búsquedas sobre la agenda de la concejal y la dirección de su casa. Google, Apple y Microsoft colaboraron a pedido de la justicia. Declararon 230 testigos y se analizaron 190 denuncias que recibió la polícia.
¿Quién la mandó a matar?
Marielle fue asesinada cuándo dejaba la Casa das Pretas, un espacio de encuentros y desarrollo de acciones de crecimiento intelectual y cultural en el centro de Río. Participaba del evento Jovens Negras Movendo as Estruturas. Sus últimos movimientos por la ciudad dicen mucho de su trayectoria. Elegida concejal con 46 mil votos en las últimas elecciones, en 2016, Marielle dedicaba su tiempo a la defensa de los derechos humanos, a la divulgación cultural de la vida en las favelas, a la lucha en contra la violencia de género y policial y a la búsqueda por igualdad de oportunidades para mujeres negras.
Su trayectoria la puso en oposición directa con las milicias -organizaciones criminales establecidas en comunidades de la periferia y formadas sobretodo por ex-policías, que intimidan y extorsionan a los habitantes con la máxima de “justicia por mano propia”. Según la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, hasta 2010 las milicias dominaban el 41,5% de las favelas de Río. La lucha de Marielle la enfrentaba a esta situación. Marielle incomodaba.
Marielle incomodaba la familia Bolsonaro, que tiene histórica ligación con las milicias de Río. Son alarmantes las coincidencias que acercan el clan Bolsonaro al crimen y a sus dos perpetradores. Una fotografía divulgada por grandes medios de prensa en Brasil y reproducida en las redes sociales muestra al presidente Jair Bolsonaro abrazado al expolicía Élcio Queiroz, chofer del auto del que salieron los disparos que mataron a Marielle y Anderson. Los dos sonríen en la imagen.
Bolsonaro habló públicamente sobre la situación después que los acusados fueron arrestados. En una entrevista colectiva, dijo que le sacan fotos con muchos policías, millares de ellos, por todo Brasil. Dijo aún que no tiene ningún tipo de relación con Élcio -que había sido expulso de la corporación después de investigaciones que lo relacionaban al tráfico de drogas, venta de armas y a las milicias, en 2011. El presidente también dijo que ni siquiera conocía a Marielle antes de su asesinato – aunque su hijo, Carlos Bolsonaro, también haya sido electo concejal de Río.
Otra coincidencia. El policía reformado Ronnie Lessa, el que realizó los disparos, vivía en el condominio Vivendas da Barra, en el barrio Barra da Tijuca. Jair Bolsonaro también tiene casa en este condominio -ahí vive Carlos Bolsonaro y adonde se ha montado el QG de su campaña presidencial. Tan pronto fueron divulgadas estas informaciones, los investigadores del asesinato se adelantaron a explicar que, a pesar de las coincidencias, no hay nada que relacione a la família Bolsonaro al crimen. Siguiendo esta declaración, un periodista le preguntó: ¿es verdad que una hija de Ronnie ha sido novia de un hijo de Bolsonaro? La respuesta: “Sí, pero eso no es importante”.
Otra coincidencia más. La madre y la mujer de un sospechoso de integrar milicias trabajaban en el gabinete de Flávio Bolsonaro, el hijo más grande del presidente, ahora senador por Rio de Janeiro. Las dos mujeres fueron contratadas cuando Flavio aún era diputado estadual. El sospechoso, Adriano Magalhães da Nóbrega, que era capitán de la policía militar, está desaparecido. La milicia que integraba Adriano, llamada Escritório do Crime, fue acusada por Marielle de promover el comercio irregular de tierras en las favelas. Investigaciones también apuntaban para la relación de esta milicia con el asesinato de la concejal.
Y una última coincidencia. En su cuenta oficial en Twitter, Bolsonaro divulgó el último lunes una charla en inglés entre una periodista de O Estado de S. Paulo y una segunda persona. En su post, Bolsonaro publicaba una transcripción del audio y atacaba la periodista, diciendo que ella tenía el deseo derribar al gobierno con chantajes. El inglés del presidente no es de los mejores, y esta claro que la periodista no se refiere a Bolsonaro en estos términos. Lo que dice, sí, es que la evolución de las investigaciones sobre corrupción pueden llevar al impeachment del líder.
Bolsonaro y sus aliados sostuvieron el error y aprovecharon para cuestionar el nivel de profesionalismo de la periodista, Constança Rezende, y de su padre, el también periodista Chico Otávio, que es profesor y uno de los más destacados de la prensa brasilera. Chico es uno de los responsables de los artículos que exhiben la relación del clan Bolsonaro con los milicianos de Río de Janeiro. Es también el autor, y acá la coincidencia es alarmante, del artículo que dio la primicia de la detención de Ronnie Lessa y Élcio Queiroz, menos de 24 horas después que Bolsonaro atacara a su hija.
Cuestionar el profesionalismo de Chico y su hija un día antes que el mismo periodista divulgara los resultados de una investigación que puso Brasil en suspenso parece ser una estrategia del presidente para desacreditar la información que hizo temblar su imagen. Bolsonaro sabe que su fuerza está en la comunicación directa con sus millones de seguidores en las redes sociales. Pero esta también puede ser su más grande debilidad, ya que poco a poco expone sus tácticas para maquillar los problemas de su gobierno.
Es prematuro asociar de manera firme a la família Bolsonaro a los milicianos que mataron a Marielle. Pero tampoco se puede cerrar los ojos y no ver los puntos de contacto que entre ellos. Ya sabemos quién la mató. La pregunta que falta contestar es aún más importante.
*Jáder Santana es reportero especial del diario O Povo, en Fortaleza, Brasil. Esta nota se hizo en el marco de la Beca Cosecha Roja.