En la cuarta semana de debate por la Ley de Interrupción del Embarazo en el Congreso, una de las expositoras fue Lia Ghara, periodista, lesbiana, integrante de la cooperativa de comunicación feminista Manifiesta. Reproducimos aquí su discurso.

Hoy acá todes tenemos una tarea histórica. Yo la de no hablar por, sino CON mis compañeras que, acá paradas, me acompañan. Las que  que no están, las que no se animan, las que les cuesta llegar desde La Matanza profunda porque el barro con esta lluvia es impenetrable.

Yo acá soy hoy la Pepa Gaitan, soy Marielle Franco, soy Joe Lemonge. Soy también las chicas que hace menos de 6 meses apedrearon en la plaza de Chaco luego del encuentro nacional de mujeres, que  persiguieron en patotas y con palos, del tipo de quemar brujas. Soy Mariana, una lesbiana que se llevan presa por besar a su esposa en un lugar público. Soy Diana Sacayán.

Ustedes compañeras y compañeros tienen otra tarea, la de cumplir con la responsabilidad que el pueblo les otorgó, y tienen LA POSIBILIDAD que tanto soñamos quienes creemos que la  política puede cambiar para siempre la vida de mucha gente. Que la política tiene la llave de la dignidad.

“Señores, como legislador y como médico, quiero dejar bien establecido que el hombre y la mujer no son iguales. Yo me pregunto entonces, ¿para qué otorgar igualdad política a dos seres que no lo son?”. “Es una verdad de la ciencia que el cerebro de la mujer pesa menos que el cerebro del hombre”. Decía un legislador mientras mostraba la foto del cerebro de una mujer en una pantalla similar a esta, en una sala acá en frente, hace no tanto tiempo cuando se votaba por el voto femenino.

Así como en 2010 frente al matrimonio igualitario, aparecieron también defensores y defensoras de “la familia natural” argumentando la destrucción de la sociedad. Evidentemente el argumento comodín es el apocalipsis.

Me pregunto qué nos queda de esa “familia natural” si sopesamos, por ejemplo, que de la tasa de femicidios del país entre 2015 y 2016 el 74% de los femicidios fueron cometidos por integrantes del grupo familiar.

¿Qué es lo natural acaso? ¿De qué nos sirve legislar sobre supuestos si eso no transforma realidades?

Evidentemente compañeras y compañeros los argumentos biologicistas están siempre atados a la restricción de derechos. Y como lesbiana peronista, sobre todo a mis compañeres peronistas les repito lo mismo que decía nuestra Evita: “Donde hay una necesidad nace un derecho”.

Hoy el subsuelo de la patria sublevado es este increíble movimiento de mujeres organizadas . Que pide igualdad, cuando a los cuerpos gestantes se nos cuestiona útero, psiquis y hasta el peso de nuestro cerebro pero yo nunca escuche hablar acá de vasectomía como política pública. Ese es el desborde de privilegios de unos en relación a la restricción de derechos para otras.

En Argentina se producen 500.000 abortos por año. Dicho de otro modo, se produce un aborto por minuto. Dicho de otro modo, cada mujer aborta en promedio 2 veces en la vida. Eso significa que sin excepción todes acá abortaron o conocen a una abuela, a una tía, a una hermana, prima o primo que abortó. Entonces abandonemos la hipocresía de defender públicamente banderas que adentro de nuestras casas no podamos sostener.

¿De qué sirve hoy negarnos derechos sobre la base de una mentira? No se me ocurre otra respuesta que no sea sostener a la maternidad obligatoria como sistema de dominación, o bien sostener una gran industria clandestina.

Abortar es una práctica milenaria que construye saber popular, susurrándose al oído. Que construye comunidades subterráneas de solidaridad y cuidado. Algo que bien sabemos las tortas, sobre proscripción y cuidados. Sobre closets y libertades. Por eso también sabemos que necesitamos al aborto fuera del closet porque  es, como siempre, la clandestinidad y la falta de información lo que mata, no los abortos. Abortar es un procedimiento sin complejidad, sin drama. Necesitamos garantizar la producción publica de misoprostol para garantizar el acceso igualitario.

Y porque nunca termina de quedar claro, este es el momento de la pregunta clásica, en la que alguien se levanta y dice:  “¿Qué tienen que ver las lesbianas y las trans con el aborto?” Y yo contesto lo mismo que contestaba mi compañera Lohana Berkins: quizás tengamos la libertad de decidir no maternar, o no podamos parir pero somos capaces de engendrar una nueva historia

Vengo a proponerles que legislemos para la historia. Porque quiero decirles que ya nació y está ahí afuera la generación de pibas que se saben dueñas de sus cuerpos y eso, compañeras y compañeros, es irreversible.