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Los presos no cobran sueldos por el hecho de estar detenidos. Al ir a la cárcel, el único derecho que pierden es el de la libertad ambulatoria. Estar tras las rejas no significa no tener acceso a salud, educación, expresión, voto. “El trabajo humano no remunerado es esclavitud”, dijo el juez Mario Juliano. Esta semana estalló el debate en los medios de comunicación sobre el sueldo de las personas privadas de la libertad y se popularizó una frase que esconde varias trampas: ‘ganan más que los jubilados’.

Las confusiones a las que se refiere ese discurso son:

I. De los más 64.288 presos del país, el 59 no gana un salario porque no accede a un trabajo.

II. Los que sí consiguen un empleo en la cárcel, no disponen del salario completo: sólo acumulan un 30 por ciento que pueden retirar cuando quedan en libertad o en una situación excepcional aprobada por un juez.

III. No está mal que la población económicamente activa -incluido los presos que tienen empleos- ganen más que los jubilados.

“Lo insólito de la información es que ahora los presos cobran más haberes que los jubilados”, escribieron en diario Perfil. Según la ley 24660 de Ejecución de la Pena Privativa de la Libertad, cuando el detenido produce para el Estado, el salario no puede ser menor al 75 por ciento del salario mínimo vital y móvil. Con el aumento otorgado por el gobierno este mes, el sueldo de los presos no debería bajar de 4545 pesos. Si el producto o servicio que hacen es para una empresa privada, el salario debe ser igual al que cobra una persona libre, según la categoría y el rubro.

En Infobae escribieron: “El interno tiene, además, la ventaja de que ese salario lo disfruta íntegro porque la comida la aporta el SPF, igual que la luz, el gas y los servicios de salud y educación”. De acuerdo a la ley, a la retribución por el trabajo del interno se le deducen los aportes sociales y se lo distribuye: el 10 por ciento es para indemnizar los daños y perjuicios que haya causado el delito, el  35 por ciento es para la prestación de alimentos, el 25 por ciento para costear los gastos de la cárcel y sólo el 30 por ciento va a un fondo personal. Ese porcentaje es el que el detenido se lleva cuando recupera la libertad.

“Las personas privadas de la libertad que prestan su fuerza de trabajo a terceros (Estado, empresas) deben percibir una remuneración. Quienes postulan que los jubilados deben cobrar más que los trabajadores activos deben explicitar su modelo de sociedad. Quienes postulan que la fuerza de trabajo de una persona privada de la libertad es diferente a la fuerza de trabajo de una persona en libertad deben explicitar las bases de su razonamiento”, explicó Juliano.

El trabajo es un derecho y un deber dentro de la prisión. “Tiene positiva incidencia” en la formación y en la resocialización, de acuerdo a la ley. El informe anual del Sistema Nacional de Estadísticas sobre Ejecución de la Pena más reciente (2013) indica que el 59 por ciento de los presos no tiene trabajo, el 19 por ciento trabaja hasta 40 horas semanales, el 7 hasta 30, el 8 hasta 20 y el 7 hasta diez. La norma también establece que “la capacitación laboral del interno será objeto de especial cuidado” pero el 74 por ciento nunca recibió esa formación.

La nota de Infobae dice: “…este enorme poder que tienen los presos con dinero contante y sonante en sus bolsillos y con familiares que además reciben subsidios del Gobierno. La Argentina es el único lugar del mundo en que el preso es sostén de familia”. Lo escriben como si sostener a la familia, desde la cárcel, fuera un lujo.

¿Quiénes están presos en Argentina? La mayoría de los condenados del país pasaron la infancia en hogares violentos, se hicieron adultos con un arma en la mano, se fueron de la casa antes de los 15, son padres, tuvieron trabajos de baja calificación y tienen entre 18 y 30 años. Los datos de 2014 surgen del estudio del Centro Estudios Latinoamericanos sobre Inseguridad y Violencia (CELIV) de la Universidad Tres de Febrero.

Uno de cada cinco internos no conoció a su madre o padre, el 40% se fue del hogar antes de los 15 años, el 43% creció en hogares con moderada o intensa violencia, uno de cada 3 presos creció en hogares con alto consumo de alcohol y/o drogas.

Foto: Télam

[Nota publicada el 28/7/2015]