Publicado en La Diaria. Por María José Olivera Mazzini. Ilustración: Sebastian Navas
A Computer of One’s Own: Pioneers of the Computing Age (Una computadora propia: pioneras de la era informática) es el primer calendario de Adviento de mujeres en computación. A través de la tradición de los almanaques, el objetivo de este proyecto es presentar un perfil e ilustración original de 24 mujeres pioneras en la tecnología de la información.
Desde el título, el proyecto dialoga con las ideas que a principios del siglo pasado la escritora británica Virginia Woolf disparaba como precursora de sí misma. En 1929, Woolf publicó el ensayo Un cuarto propio, en el que reunía dos conferencias que había dictado un año antes en la Universidad de Cambridge, a partir de la consigna “Mujeres y ficción”. La obra revolucionó profundamente el campo cultural del siglo XX, ya que puso de manifiesto los mecanismos y fundamentos simbólicos y políticos por los que las mujeres habían estado hasta el momento apartadas e invisibilizadas del canon y el circuito literario. A esa altura, Woolf ya contaba con reconocimiento y cierto prestigio, mientras que en Inglaterra las mujeres alcanzaban el derecho al voto en igualdad de términos y condiciones con los hombres, y el desarrollo industrial y económico ponía en tensión el orden social de lo privado. Entonces, Woolf se preguntó por el lugar que ocupan las mujeres en la sociedad, por las condiciones materiales necesarias para la creación y por las desigualdades vinculadas a los sexos en el campo cultural. Una de las ideas que arriesgó, que luego fue convertida en eslogan, fue la famosa frase “Para escribir novelas, una mujer debe tener dinero y un cuarto propio”.
A Computer of One’s Own fue desarrollado por tres uruguayos y vio la luz el 1º de diciembre de 2018. Florencia Grattarola es bióloga y magíster en Genética y actualmente reside en Inglaterra, donde cursa un doctorado en el área de evolución y ecología como becaria de la Agencia Nacional de Investigación e Innovación. Se ha desempeñado como docente e investigadora en áreas como genética, educación ambiental y bioinformática. Es integrante de la ONG JULANA y fundadora de la organización científica Biodiversidata. Álvaro Videla, forjador del proyecto, es programador, ha dictado numerosas charlas y conferencias sobre tecnología y reside en Suiza. Es coautor del libro RabbitMQ in Action y organizador de la DuraznoConf, junto con la Universidad Tecnológica del Uruguay y la Intendencia de Durazno. Sebastián Navas completa este trío creativo. Es artista visual, dibujante de cómics y el único de los tres que vive en Uruguay. Estudió con Álvaro Fontana para luego comenzar a trabajar como dibujante en 2014. Dibujó a Latifa, quien fuera la primera heroína del cómic árabe, y trabajó para diversos proyectos en Estados Unidos, Europa y Australia. Este año fue parte del equipo creador del cómic LAIR, publicado en Estados Unidos.
Lenguajes y representaciones
Algunas de las pioneras que integran el calendario han adquirido más visibilidad a lo largo del tiempo, como Ada Lovelace (1815-1852), conocida como la creadora de la programación, o Grace Hopper, mentora del lenguaje COBOL. Sin embargo, A Computer of One’s Own busca trazar una cartografía plural, profunda y diversa que haga visibles a aquellas que el propio dispositivo dominante ha ocultado o relegado a las sombras. Así, emergen historias disruptivas y conmovedoras, como la de la primera afroamericana en llegar a un puesto de jefa en la NASA, la de la programadora de FORTRAN, Dorothy Vaughan, o la de la misteriosa, irrastreable y actualmente requerida Alexandra Elbakyan, creadora del sitio Sci-Hub, que ofrece trabajos académicos en forma gratuita.
El proceso de investigación, escritura y diseño no fue sencillo. Se encontraron con carencias y ausencias de información, datos erróneos y confusiones en las identidades, evidencia empírica de la notoria marginalidad a la que las mujeres son empujadas en el campo científico y tecnológico.
En relación a la escritura de los perfiles, Florencia Grattarola señala que “lo más complejo fue hallar información de calidad, porque son muy pocos los textos que tienen por objetivo retratar el aporte o las trayectorias de las pioneras en tecnología y fue difícil disponer de textos abiertos, incluso teniendo acceso a bibliotecas universitarias. También nos topamos con la barrera del idioma, por ejemplo en el caso de Kateryna Yushchenko, cuyos aportes están mayoritariamente en ruso, o con Kumiko Tanaka-Ishii, cuya información biográfica es escasa en inglés”.
Los editores descubrieron historias contadas a medias y replicadas en internet de manera tergiversada. Estas dificultades en el acercamiento a las fuentes se proyectaron a la hora de crear las ilustraciones originales que acompañan a cada perfil. “En muchos casos fue difícil encontrar fotos con calidad aceptable para usar como referencia; incluso nos pasó (dos veces) que, teniendo ya el retrato hecho, Florencia o Álvaro se percataron de que la persona que habíamos retratado era otra. O sea, las fuentes que uno creía confiables no lo eran tanto y demostraban lo invisibles que se habían vuelto”, apunta Sebastián Navas, creador de los 24 retratos.
Navas logró delinear a las pioneras a partir de las singularidades e identidades particulares. En el retrato de Wendy Carlos, que trabajó en la banda sonora de las películas Tron y La naranja mecánica y fue pionera en el tema música e informática, optó por una estética específica y cautivante; en el de Jean Sammet, forjadora del lenguaje COBOL e historiadora del lenguaje de programación, utilizó los colores y la tipografía de uno de los primeros manuales de COBOL. “La idea fue desde un principio hacerlos variados en técnicas para volverlos entretenidos de ejecutar, agregarles guiños al trabajo o historias de cada perfil. Hay unos que son lápices sobre fondo de color, otros que simulan acrílico acotado. Leía los artículos de Florencia y Álvaro (y las fuentes que me pasaban) para encontrar ideas que se pudieran usar en el retrato, ese pequeño detalle que me diera una dirección de para dónde encaminar la idea; el retrato de Kumiko Tanaka, por ejemplo, es el único que no es digital y fue hecho con un pincel japonés”, detalla Navas.
Apuesta cuestionadora
La elección de la última pionera del calendario es osada. De la persona que creó los bitcoins, Satoshi Nakamoto, se conoce muy poco; ni siquiera su identidad de género. A través de una de las ideas más rupturistas del citado libro de Virginia Woolf –“me atrevería a suponer que Anónimo, quien escribió tantos poemas sin firmarlos, a menudo era una mujer”–, Grattarola y Videla arriesgan su hipótesis eligiéndola como cierre. “Históricamente y en todas las áreas del conocimiento las mujeres han elegido firmar con nombre de varón por miedo a no ser tomadas en serio o no ser siquiera consideradas, y eso hace pensar que quizás firmar como Anónimo haya sido una forma de hacerse un lugar siendo mujeres. La consecuencia del anonimato es que hoy son invisibles. La pobre representación histórica de las mujeres como pioneras hace que nos resulte más natural pensar en un varón a la hora de asignarle una identidad a quien creó los bitcoins, Satoshi Nakamoto. La idea fue cuestionar por qué, si no sabemos quién o quiénes son, se asume que no podría ser una mujer. Si ha habido pioneras en todas las áreas de la informática, Satoshi bien podría ser mujer”, afirma Grattarola.
Re-presentación y cruces del Río de la Plata
Entre las 24 pioneras elegidas se puede encontrar a dos rioplatenses. La argentina Verónica Dahl, egresada de la UBA en 1974, es fundadora de la programación lógica y ha desarrollado una carrera rizomática que pasa por el procesamiento del lenguaje y las gramáticas lógicas, la biología molecular computacional, la tecnología de internet y el razonamiento basado en restricciones.
También puede leerse el perfil de la uruguaya Ida Holz, parte de la primera generación de universitarios formados en Ingeniería en Computación en nuestro país, pionera en la construcción de la red que posibilitó el desarrollo de internet en América Latina y la primera personalidad latinoamericana en ingresar al Salón de la Fama de la Internet Society.
Florencia Grattarola, la uruguaya detrás de A Computer of One’s Own, reflexiona respecto del significado simbólico que adquiere el reconocimiento como batalla contra el silenciamiento disciplinador. “Desde 1800 hasta hoy las mujeres somos minoría, somos desacreditadas, ridiculizadas, tomadas como inferiores y nuestras contribuciones, despreciadas. Esto se refleja en varios campos del conocimiento, pero especialmente en las llamadas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas), donde la brecha es profunda y está al servicio de la inequidad de género. Las pioneras tuvieron la difícil tarea de abrirse camino en áreas hostiles y en muchos casos buscaron ayudar a otras, rompieron barreras y establecieron medidas más justas, derramando entre sus pares. La educación les fue negada a muchas de ellas, por esto tuvieron que aprender solas, robar libros y rebuscarse y luchar frente a la negación de que eso no era para ellas. Creo que lo más potente es el hecho de que no fueran nunca reconocidas ni por sus pares ni por el propio campo de conocimiento, hasta el punto de hacerlas sentir que no debían figurar como autoras, como si fuera algo que no les correspondía. La historia de la computación se fue conformando con nombres de personalidades masculinas y se las silenció. Todas ellas fueron invisibles, algunas incluso hoy en día lo son”.
La argentina Diana Maffía, doctora en Filosofía, sostiene en el texto “Epistemología feminista: la subversión semiótica de las mujeres en la ciencia” que “hablar de una reconstrucción feminista de los saberes científicos es hablar de una reinterpretación desde la perspectiva de género, y del aporte que desde ella pueda hacerse para la emancipación de las mujeres”.
A Computer of One’s Own es un proyecto que propone e invita a romper con el imaginario dominante que ve como excepciones a las mujeres que desarrollan vocaciones asignadas como naturales a los hombres. A través de la reescritura –en tanto reinterpretación de la historia desde una perspectiva no androcéntrica–, hace visibles las enormes dificultades y silenciamientos que atraviesan las mujeres en el campo científico y tecnológico dado su sesgo androcéntrico y sexista. Supone una vuelta al lenguaje del reconocimiento y la visibilidad como herramienta constructora de sentidos emancipatorios.
Ni consumidoras ni usuarias pasivas de la tecnología; mujeres pioneras, creadoras, solidarias, generosas, subversivas y desafiantes.