Un día como hoy, hace 20 años, encontraron el cuerpo de Sebastián Bordón al fondo del cañadón de El Nihuil. Estaba desaparecido hacía once días. Lo encontraron los vecinos del barrio Tres de Diciembre de Moreno en el lugar donde la policía descartaba los cuerpos de los pibes cuando “se les iba la mano”. Miriam Medina, la mamá de ese morocho alto hincha de Racing, hizo tambalear el poder provincial, barrió con la cúpula policial de Mendoza y obligó a renunciar a un ministro de Justicia. El máximo responsable, Hugo Trentini, resultó ser un genocida suelto que hoy cumple condena. En esta nota, Miriam cuenta su lucha, más viva que nunca.
“Cuando yo no me puedo dormir pienso en lo que sufrió mi pibe”, dijo a Cosecha Roja Miriam. Las pericias demostraron que Sebastián estaba vivo cuando lo dejaron en el fondo del cañadón. No lo tiraron desde el lugar donde se hace cada año el homenaje. Sus asesinos lo bajaron a lomo de caballo o mula y murió por deshidratación, hambre y sed. Tal vez estaría vivo y con 39 años si hubiera recibido asistencia médica después de la golpiza.
Miriam es fuerte. “Cambiemos el eje: Sebastián nos está honrando a nosotros -propuso Miriam-. Nos dio su vida. Él nos honra porque nosotros hacemos el esfuerzo de estar acá con lluvia, agua-nieve, frío, sol, neblina, lo que sea, nosotros vamos a estar en El Nihuil. Nada nos va a detener, ¿quién nos va a detener a las madres? Aunque yo sea una leona herida, tengo la fortaleza de seguir defendiendo a mis hijos con la garra de siempre, y toda la construcción que fuimos haciendo en todos estos años”.
La familia de Miriam siguió creciendo, ahora tiene tres nietas. Y la acompañan las Madres de la Lucha, familiares de víctimas de violencia institucional que se sostienen entre sí. Cada año, en el aniversario del asesinato, marchan entre las montañas para recordar a Sebastián. Miriam está rodeada de amor: “Estoy acá con Mirta, una madre de La Rioja, ¿cuánto hace que nos conocemos? 20 años. Ella es la mamá de Huguito Peña y está acá, ha atravesado La Rioja, Catamarca, San Juan, San Rafael. Hay compañeros que están saliendo de Buenos Aires, haciendo todo el esfuerzo para llegar, y compañeras de Alvear [región de Mendoza azotada por la violencia institucional] y de otros lugares del país.
No es fácil llegar a San Rafael, a El Nihuil y marchar entre las montañas con las banderas de Memoria, Verdad y Justicia. “Cada uno está como puede estar, mi mamá tiene 82 años y camina con dificultad. Llega con sus poemas para repartir. Tiene que ver con la solidaridad, con todos los que luchamos porque estas cosas no sucedan nunca más”.
– Con la muerte de Sebastián tambaleó el gobierno mendocino.
– Y cómo se repiten las cosas. Porque en el caso de Santiago Maldonado la culpa la tiene la familia que no se acerca al Estado, que a Santiago lo vieron en determinadas provincias, en Mendoza, en Entre Ríos, que lo subieron a un camión… Lo mismo nos decían de Sebastián, que estaba en Junín, que le tenía miedo al padre, le echaban la culpa a la víctima. Una sobrevive con amor, y el amor que te dio tu hijo, pero no hay manera de sobreponerse a tanto horror, a lo que padeció él.
1997
Sebastián estaba de viaje de egresados, se descompuso -tenía fiebre y taquicardia-, y como el contingente tenía que seguir las maestras acompañantes -que luego fueron sancionadas- decidieron dejarlo en el Destacamento policial. Esa primera tarde hablaron por teléfono, quedaron que el padre lo iba a ir a buscar. A la mañana siguiente la historia era otra: dijeron que el adolescente se les había escapado después de pegarle a un cabo con prontuario de borracho y boxeador.
Estuvo desaparecido once días. Desde Buenos Aires, Miriam ponía la foto en los medios y conseguía los recursos que el padre de Sebastián le iba pidiendo desde Mendoza. En una marcha conoció a Hebe de Bonafini, quien le recomendó que se contactara con el abogado Alfredo Guevara, luchador por los derechos humanos de Mendoza. Su intervención fue importantísima: consiguió los recursos necesarios para que las pericias fueran hechas por Gendarmería y no por la misma policía provincial, que era responsable.
Tenía golpes en la cabeza, la clavícula quebrada, golpes de defensa en los bordes de los brazos, y marcas del palo de la policía. Las pertenencias de Sebastián fueron puestas de abajo hacia arriba, colgaron las medias, la riñonera.
Algunos días Miriam se despierta a las 4.20 am: un síntoma recurrente. Es el horario de la muerte de Sebastián, está segura. Hace 20 años, el 7 de octubre su hijo seguía desaparecido. Ella sintió que se le iba el alma del cuerpo, y está segura que fue en ese momento. Sebastián estaba a la intemperie en el fondo del cañadón. Las pericias no pueden ser tan exactas pero es un rango posible según la ciencia de los forenses: determinaron que su fecha de muerte fue entre el 7 y el 9 de octubre.
“Cada día iban a ver cómo agonizaba mi hijo y no hicieron nada. Y decidieron la muerte de Sebastián. Y el que decidió eso fue Trentini”.
El genocida Trentini tenía 38 llamadas a su casa el día 7, según consta en la causa.
Pero Sebastián no aparecía.
Doce vecinos del barrio Tres de diciembre de Moreno salieron en un micro haciendo el camino inverso que marcaban las pistas falsas. Lo buscaban mostrando su foto y sin novedades llegaron al Nihuil. Ahí también golpearon las puertas, casa por casa, y empezaron a encontrar respuestas. El pueblo cobijó a Sebastián, y se animaron a decir lo que todos sabían: que a la policía se le iba la mano con los pibes, y que cuando eso pasaba los dejaban cañadón abajo, en las cuevas, en el barranco. Una mujer que juntaba lombrices de carnada habló en el juicio, un baqueano les dijo que había visto aves de carroña volando en círculo en determinada zona. Bajaron y lo encontraron el 12 de octubre de 1997, el día que cumpliría 19.
Al día siguiente, el 13 de octubre, el entonces gobernador Arturo Lafalla dispuso el relevo de la cúpula de la policía provincial y el comisario Juan de Dios Atencio, jefe de la Regional Segunda, fue reemplazado por Pedro Sánchez. Renunciaron el jefe de la policía mendocina, comisario general Eduardo Olguín, y el subjefe de la fuerza Ignacio Medina. También presentó su renuncia el ministro de Gobierno Ángel Cirasino.
Fueron los vecinos de Moreno con los vecinos de El Nihuil los que se unieron para que se supiera la verdad. En la casa donde vivía la familia hoy hay un jardín de infantes, “La Casita de Sebastián”, donde asisten 120 niños de entre 45 días y 5 años. Las familias prepararon banderas con el nombre del jardín. “El ejercicio constante del amor y la ternura está instalado ahí”, dice Miriam que siempre fue maestra -eligió ejercer en José León Suárez, en San Martín, para trabajar con los chicos con más necesidades- y hoy sigue luchando “por la Patria, por los jóvenes, por Santiago Maldonado, por los detenidos con causas armadas, luchar a la par, ni más ni menos, a la par del otro”.
Comisario genocida
El Tribunal sanrafaelino juzgó en 2000 a siete policías y dos civiles por el crimen. Condenó al comisario Hugo Trentini a 15 años de prisión como el máximo responsable. Los policías Daniel Gómez, Roberto Gualpa y Alejandro Cubillos, que eran los recaudadores de Trentini, recibieron entre 10 y 12 años por “lesiones graves y abandono de persona seguida de muerte”. El cabo Esteban Merello, acusado de homicidio, recibió dos años por encubrimiento igual que la parapsicóloga Amanda Ledesma, que desperdigó pistas falsas encubriendo la trama policial. Dos jefes policiales y un camionero acusados de mentir fueron absueltos.
Trentini recuperó la libertad en noviembre de 2007. Pronto volvió a prisión: el 19 de noviembre de 2012 la justicia federal lo detuvo por delitos de Lesa Humanidad, junto a otros 25 policías y militares. El año pasado se realizó el segundo juicio en San Rafael y lo condenaron junto a otros 12 genocidas. “A Sebastian lo mató la impunidad”, dijo siempre Mariano Tripiana, militante de HIJOS y querellante en la causa por la desaparición de su padre, por la cual Trentini debería haber estado preso desde muchos años antes.
Ayer, hoy y siempre
“Ayer dictadura militar, hoy violencia institucional. Memoria, verdad y justicia”, decía la convocatoria al acto de hoy a las 10 de la mañana en la puerta del Destacamento policial donde vieron con vida por última vez a Sebastián Bordón en 1997. Allí hablaron Miriam, las Madres en Lucha y organismos de Derechos Humanos. A las 12 marcharon 200 metros arriba, al risco del cañadón. El viernes 13 a las 21 habrá una función homenaje de la obra de teatro Úter, sobre el poder de las mujeres, donde se representa a Miriam Medina, a una ex presa política y a una mujer trans en el Centro Cultural Argentino de San Rafael.
“Lo reparador de todo esto es que está cumpliendo condena por delitos de lesa humanidad. Javier Fagetti de Hijos va a estar presente. Y todo lo que significa para las hermanas y el hermano de Sebastián, y las chiquitas también”, dice Miriam, que tiene tres nietas, que no lo conocieron a Sebastián. Sin embargo, una de ellas, cuando dibujó su familia en el jardín dibujó a su tío Sebastián, muy alto.
– En lo alto de la lucha, con todas las víctimas, con todos los pibes. Es la bandera que llevamos en alto.