El primer represor en buscar el beneficio del 2×1 es un apropiador de bebés. El excapitán del Ejército Víctor Gallo fue el primero en pedir ante el Poder Judicial acogerse al beneficio otorgado por la Corte Suprema para los condenados por delitos de Lesa Humanidad.
Victor Gallo fue militar carapintada, represor y delincuente común. Su primera condena fue por una agresión contra su ex mujer. La segunda, por la participación en un robo común: la llamaba Masacre de Benavídez, de 1994. En ese caso asesinaron a un matrimonio e intentaron hacer lo mismo con sus hijas, que sobrevivieron e identificaron a los ladrones. Entre ellos estaba Gallo, que sólo fue condenado a diez años por el robo. El móvil del crimen, se supo después, estaba ligado a una deuda con una mafia de falsos abogados que funcionaban en Tribunales. La tercera condena fue por la apropiación de Francisco, a quien siempre consideró “el hijo del enemigo”. Francisco es el nieto recuperado número 101.
Susana Colombo, la exmujer de Gallo, le confesó a Francisco Madaria Quintana que era hijo de desaparecidos. Según la declaración en el juicio por la apropiación –recogido por la periodista Alejandra Dandán en Página 12-, un día Francisco encontró a su apropiadora en un charco de sangre. “Él le había dado un golpe en la cara y para que no la mate nos colgamos de él. Gallo me apunta en la cabeza con un revólver, ahí conmigo en el piso, el momento fue horrible, la diabetes se desemboca y era nervioso, no era normal”, contó Francisco.
En 2009, luego de toda una historia de maltratos y de haberse alejado de sus apropiadores, Francisco había decidido volver a acercarse a ellos. “Vi la manipulación, sabía que era psicópata y yo tenía ya la edad de sacar conclusiones. Le pedí trabajo y ahí empecé a enfrentarlo para ver cuáles eran sus intenciones conmigo y me fue demostrando en tres meses que todavía en su cabeza figuraba como un enemigo”, dijo en su testimonio judicial.
Para ese entonces Francisco era artista callejero. Para lograr ese acercamiento le pidió trabajo a Gallo. Este le dio un arma y mandó a custodiar camiones. Le asigno, contó después Francisco, el destino más peligroso: un supermercado que estaba al lado de un aguantadero. Un compañero con mas experiencia se ofreció a acompañarlo. Y lo pagó con su vida:
“Pasaron cuatro tipos con buzos, tatuados por todos lados, armados y fueron a atacar directamente al custodio del camión; el camión estaba en marcha, no se llevan el camión, el conductor y el acompañante salieron corriendo y no volvieron más por el susto. Yo no sabía qué hacer. No sabía si tirar el arma, no quería que nadie se dé cuenta de que era custodio; que corría peligro. Después empiezan a tirar tiros para mi lado, pero yo ya me había metido adentro de la casa de una vecina”.
Francisco siempre sospechó que se había tratado de un intento de asesinarlo a él. Aquel día, cuando llamó a su apropiador, estaba a quince cuadras del lugar. Nunca supo explicar por qué.
En 2010, Susana Colombo le confesó que era un niño apropiado y lo acompañó a Abuelas para hacerse los análisis. Unos días después supo la verdad. Su madre era la médica Silvia Mónica Quintela, secuestrada a los 28 años y con cuatro meses de embarazo.
Su padre era Abel Madariaga, ingeniero agrónomo, ex refugiado político y secretario de Abuelas de Plaza de Mayo. En la conferencia de prensa, hablaron juntos. Hasta se parecen:
Más tarde, Gallo fue condenado en la causa por el plan sistemático de robo de bebés junto a otros ocho represores. En 2016 la justicia le unificó las condenas de todas sus causas, que quedaron en 25 años. Su defensa pidió que se le otorgara el beneficio del 2×1 y el Tribunal Oral Federal 6 lo rechazó.
Ahora, gracias al fallo de la Corte, volvió a la carga.