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Cosecha Roja.-

Adrián Burman es un artista plástico argentino que pintó la tierra. Para hacerlo recorrió el país. “La unión de la pintura con la naturaleza es lo que me motivó, el paisaje forma el carácter del hombre”, cuenta. “Su forma de trabajo es muy especial, tiene una relación directa con el paisaje, fueron años de caminar para pintar”, cuenta a Cosecha Roja su hijo -también artista- Pablo Burman. Adrián tiene 72 años y estaba cerrando su obra, contento, porque consideraba que estaba completa. Pero en febrero ocuparon su taller en el barrio Agronomía y desaparecieron las 500 obras que tenía, por un valor de alrededor de 2 millones y medio de pesos. Además de lo económico, perdió el registro histórico. “Le borraron el sentido de su vida, es como que lo hubieran eliminado de la faz de la tierra”, dice Pablo.

Durante el año, Adrián va seguido a su taller de la Avenida San Martín y Artigas, a cuadras de Agronomía. Este verano hizo demasiado calor y se movió menos. Pero el 24 de febrero fue. Tomó el tren San Martín, bajó en Villa del Parque y caminó un par de las cuadras hasta el taller. Unos metros antes, desde enfrente, vio que las ventanas estaban abiertas y se desesperó. Miró de nuevo y confirmó: estaban abiertas. Automáticamente, cruzó la calle corriendo y metió la llave en la cerradura. No andaba. La metió de nuevo y confirmó: habían cambiado la combinación.

– ¿Usted quién es?- le dijo alguien por la ventana.

Adrián era el propietario pero no había salido con la escritura bajo el brazo. Tampoco era lo que lo preocupaba: él quería entrar y ver si estaban sus cuadros. Pero no lo dejaron y Adrián tuvo que llamar a la policía.

– Nosotros alquilamos de buena fe – le dijeron al oficial.

– ¿Tienen alguna boleta para confirmar?- les respondió el policía.

– No, no tenemos ninguna.

– Nada más quiero saber lo de los cuadros – intervino Burman.

– No hay cuadros, ningún cuadro…

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El taller tenía tres piezas enormes en las que había cuadros de Adrián, de su hijo Pablo, y numerosos artistas amigos como Luis Felipe Noé, Élida Bonet, Rubén Daltoe, Jesús Marcos, Walter Carreño, Héctor Médici, Ernesto Deira y Juan Doffo. Radicaron la denuncia en la fiscalía y comenzaron a charlar con los vecinos. Les dijeron que pensaban que era la propia familia del pintor que se había ido a vivir allí y por eso no se alertaron. Les contaron que vieron a los supuestos dueños llenar tres volquetes. En ese momento, Pablo y Adrián pensaron a la vez: “todos los cuadros”. Otros testigos comentaron que vieron una camioneta llevándose algunas obras. “Allí dentro estaban todos los catálogos, el registro de la obra, todo”, dijo Pablo. Unos días después recibió llamados que le cortaban ni bien le preguntaban su nombre. Cree que el objetivo era confirmar que fueran los propietarios de las obras. “La gente que estaba ocupando la casa es la “carne de cañón”, suponemos que no son quienes la vaciaron”, contó.

 

La semana pasada los Burman acordaron con quienes estaban en la casa, retiraron la denuncia y lograron recuperar el taller. Pero no los cuadros. El paso siguiente, según les recomendaron en la Dirección Nacional de Patrimonio y Museos, es hacer un inventario completo de todo lo perdido y llevarlo a INTERPOL. Los vecinos se reunieron y cortaron la Avenida San Martín en solidaridad. Cuando Adrián y Pablo entraron quedaban cinco cuadros. Uno de ellos estaba cortado en pedazos y lo habían usado para tapar humedad.