Sebastián Ortega. Cosecha Roja.-
En Rosario, tres días después del asesinato de una militante social, dos bandas que disputan la zona para la venta de drogas se enfrentaron a los tiros. No hubo heridos ni detenidos. Según denunciaron los vecinos, la policía llegó al lugar, habló con los transas y se fue. A las tres horas, uno de los grupos volvió buscando venganza. En la balacera, tres jóvenes del Movimiento Evita fueron heridos: uno de ellos recibió un tiro en el cuello y está internado en terapia intensiva en estado crítico.
A las 4 de la tarde del jueves, en el barrio Nuevo Alberdi, en la zona noroeste de Rosario, una serie de disparos quebró la paz de la siesta. Un grupo de soldaditos de una de las bandas que maneja la droga en la zona, atacó a balazos a un grupo rival. Los vecinos llamaron al 911 y en menos de 10 minutos había cuatro patrulleros en el lugar.
La balacera no dejó heridos ni detenidos. Según cuentan en el barrio, los policías se quedaron un rato charlando con los jóvenes –varios de ellos tenían las armas en la cintura- y se marcharon. Los vecinos salieron a la calle y una versión fue cobrando fuerza: un grupo de soldaditos de la Lili, que maneja un kiosco recientemente instalado en la zona, fue a buscar a un grupo que responde a la banda de Los Romero, históricos narcos de la zona.
La Lili también es una vieja conocida del barrio. Según explicaron varios vecinos, hace casi un año la mujer aceptó una oferta de la banda de Los Monos -el clan de la familia Cantero que domina el narcotráfico en gran parte de la ciudad- y convirtió parte de su casa en un búnker de droga. Un emprendimiento familiar en el que participaban los hijos y la nuera. Una fuente policial consultada por Cosecha Roja negó que detrás de este kiosco estuvieran Los Monos: “zona norte no es territorio de los Cantero”, explicó. Según este oficial que conoce al detalle el funcionamiento de las redes narco en la ciudad, tanto el kiosquito de la Lili como el de los Romero responden al mismo jefe: el empresario de autos L.M.
Después de la balacera de las 4 de la tarde, Nuevo Alberdi quedó convulsionado. En la calle, los vecinos comentaban sorprendidos que los patrulleros se habían marchado sin hacer detenciones. “Los dejaron con las armas puestas en la cintura y se fueron”, dijo uno de ellos.
Ramón Ferreira, militante del Movimiento Evita, fue de los que se quedó en la vereda charlando. Estaba en la puerta de la casa de uno de sus hijos con un joven del barrio, Gastón Arregui, cuando escuchó la primera ráfaga. Ramón no lo sabía, pero a cien metros de ahí le acababan de pegar un tiro en la rodilla a su hijo Ariel, de 19 años.
En un auto, un grupo de Los Romero venía siguiendo a una moto en la que viajaban, aparentemente, soldaditos del búnker de la Lili. Se estaban vengando del ataque ocurrido tres horas antes.
A los pocos segundos, el auto pasó por la cuadra en la que estaban Ramón, su hijo Carlos, de 21 años, y Gastón Arregui, de 27. “Gastón estaba parado en el medio de la calle y le dieron un tiro en el cuello que”, contó Ramón a Cosecha Roja. Carlos recibió dos tiros: uno en la espalda, a la altura de la cintura, y otro en el brazo izquierdo.
“Yo lo socorrí a Gastón, trataba de sacarlo de la zanja. No me di cuenta que Carlos estaba caído diez metros adelante mío. Le habían dado un tiro y estaba boca abajo, todo ensangrentado”, dijo el hombre.
Treinta y cinco minutos después de la segunda balacera una ambulancia y una camioneta de la policía llegaron al lugar. A Gastón Arregui lo cargaron en la ambulancia y lo llevaron al Hospital Baigorria. A los hermanos Ferreira los llevaron en el vehículo policial.
De los tres, el único herido de gravedad fue Gastón, que debió ser trasladado al Hospital de Emergencias Clemente Álvarez, donde a esta hora permanece internado en terapia intensiva: la bala -que le ingresó por el cuello y le salió por uno de los pómulos- le rompió la carótida y se encuentra en estado crítico. Los hermanos Ferreira -Carlos y Ariel-, están fuera de peligro.
Después del ataque llegó la furia de los vecinos: 150 personas fueron hasta el kiosquito de la Lili y lo prendieron fuego.
La bronca de los vecinos también era con la policía: “Los narcos trabajan para ellos. Estos pibes, cuando los cruzamos, nos dicen: ‘Hagan la denuncia, si esto es de la policía’. Y no podemos hacer nada”, se quejó Ramón Ferreira desde el Heca, donde esperaba noticias de Gastón. El hombre de 45 años contó que en el barrio tienen miedo: “Después del ataque la policía liberó la zona”, dijo. Y agregó: “Cualquier cosa que le pase a los compañeros responsabilizamos al gobierno provincial”.
Este nuevo episodio ocurrió dos días después de que Mercedes Delgado, una militante social de barrio Ludueña, fuera asesinada en un enfrentamiento entre transas y a pocos días del primer aniversario de la masacre de Rosario, en la que tres militantes del Frente Popular Darío Santillán fueron asesinados por una banda narco.
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