Cosecha Roja.-
Detrás de su vida de acróbatas del circo con “la carpa más grande de Latinoamérica” se ocultaba un hecho de sangre. Ocho años atrás, cuando un grupo de jóvenes quiso entrar a una fiesta en la sede vecinal de un pueblito de Punta Arenas, en Chile, y no los dejaron pasar se inició una serie violenta que terminó con una muerte. Oscar Torres Uribe estaba en su auto, estacionado en la puerta del lugar. Dos jóvenes se aceraron a él y le rompieron los vidrios. Forcejearon con Torres hasta lograr que saliera y empezaron a golpearlo. Cuando ya estaba en el piso, se sumaron otros atacantes. Las investigaciones policiales determinaron que dos de ellos llevaban cuchillos. La víctima murió esa misma madrugada.
Los asesinos utilizaron el mismo auto de la víctima para escapar del lugar. En los meses que siguieron la policía logró dar con cuatro sospechosos y detenerlos.
Un año después, en noviembre de 2005, los cuatro fueron condenados por homicidio calificado con el agravante de alevosía. Sebastián Curiche Vergara y Nelson Ampuero Mora recibieron una pena de quince años de cárcel y Alex Otárola Nievas e Israel Villarroel Alvarado, que en el momento del homicidio eran menores de edad, recibieron diez años. Nievas logró su libertad en 2010, tras cumplir la mitad de su condena, por buen comportamiento, Ampuero sigue privado de libertad, sobre Curiche y Villarroel existe un pedido de captura internacional ya que solo cumplieron un año condena.
La Cámara de Apelación les concedió la libertad a un mes después de ser declarados responsables del asesinato de Torres. Sin perder tiempo, escaparon juntos hacia Argentina por un paso ilegal en la frontera. Cuando unos días después un nuevo fallo judicial fijó que debían volver a la cárcel, la policía no consiguió dar con ellos.
Hace pocos días la Interpol encontró un rastro de Curiche y Villarroel, ocho años después de su fuga. Habían sido parte del elenco estable del Circo Rodas, donde llevaban adelante uno de los espectáculos más riesgosos sobre el escenario circense, el Doble Péndulo de la muerte. Se hacían llamar Sebastián y Facundo, y su nombre artístico era los Hermanos Arenas de Chile, en alusión a su pueblo de origen.
Ingresaron al circo después de recorrer varias localidades argentinas y distintos trabajos informales. Descubrieron que ese lugar, donde se viaja constantemente y no se pasa demasiado tiempo en ningún lado, era el escondite ideal.
Descubrieron el mundo del Circo Roda, que se anuncia como la carpa más grande Latinoamérica, con cien artistas en escena y espectáculos de malabarismo, acrobacia, ballet, efectos especiales y clown.
– En el circo nos ofrecieron trabajo de ayudantes de electricista. – Le contaba Curiche a la Revista Domingo en noviembre de 2009. – Además nos abrieron las puertas a una vida distinta, viajera y alejada de la rutina, que era lo que a nosotros nos interesaba. Entonces nos sumamos.-
En la misma entrevista dijo que fue en el circo donde conoció a Yanina, una bailarina tucumana, de la cual se enamoró y con quien tuvo un hijo, Maximiliano, formando una típica familia circense.
Curiche y Villarroel decidieron dejar la vida circo en enero de este año. Comentaron con sus colegas que su nuevo destino era Río Gallegos, por lo que se supone que buscarían un paso ilegal en Magallanes para volver a Chile.
Su captura por parte de Interpol se dio en los últimos días, aunque las circunstancias y el nombre de la ciudad todavía no se han hecho públicos por razones de inteligencia. El fiscal Eugenio Campos Lucero ya realizó el pedido de extradición ante el Juzgado de Garantías. En Chile los espera, además de la condena por el asesinato de Torres, un juicio por otro homicidio que tuvo lugar en General Canto durante 20004, donde fueron declarados en rebeldía por no presentarse ante el tribunal.
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