El hecho ocurrió en 2011, pero la acción penal fue promovida la semana pasada. Los guardias,
luego de golpear a dos internos, habrían borrado la filmación del sistema de vigilancia. Afirman
que los maltratos son frecuentes.
La paliza que dos internos de la cárcel de Bower recibieron el 4 de febrero de 2011, no fue la
primera, ni la única. Los hermanos “R” (los llamaremos así para evitar posibles represalias) había
denunciado en varias oportunidades los frecuentes maltratos que recibían por parte de los
miembros del Servicio Penitenciario de Córdoba.
Ahora, a dos años del hecho, el Fiscal Federal Enrique Senestrari imputó a tres guardiacárceles
sospechados de ser los responsables de “los apremios ilegales” impartidos a los internos, y a un
alcalde, que se encontraba a cargo del módulo MD-2, la noche la del 4 de febrero. De la grabación
tomada por la cámara de seguridad, fue borrado el momento en el que habría sucedido el hecho.
“Vimos la grabación y justo en el momento en el que se debería haber registrado de algún
movimiento en el lugar donde los denunciantes dicen que fueron turados, se corta y pasa a un
rato después –explicó el Senestrari–. El perito dice que da la impresión de que fue borrado”.
El Juzgado Federal 1 aun no notificó ni indagó a los imputados, que siguen trabajando
normalmente. En el expediente figuran también las declaraciones de otros internos que
confirman “parcial y totalmente” la golpiza y las pericias medicas certifican “múltiples lesiones
hematológicas” en el cuerpo de las víctimas.
Castigo nocturno
Desconcierto. Esa fue la primera sensación que embargó a los hermanos “R”, y al resto de los
internos del pabellón C-4, cuando sintieron entrar, pasada la medianoche del 4 de febrero de
2011, a los guardias. Eran tres: un sargento primero y dos oficiales. Se dirigieron hasta la celda
4, dispuestos a impartir “sanciones”. Acusaban a los hermanos, detenidos por venta de drogas,
de haber roto las perillas de luz del pabellón. “Nosotros no fuimos, de acá no nos movemos”,
se negaron los internos. No hubo excusas. Sus compañeros de pabellón vieron como los
sacaron rumbo al patio de aislamiento. Pero la sanción, no culminó ahí. En ese lugar, según los
denunciantes, habrían sido castigados con patadas y golpes de puño.
Los hermanos “R” habían denunciado maltratos anteriormente, y por esose habían ganado
mala fama. Las golpizas suelen ser una práctica habitual dentro de las cárceles, pero muchas
veces se archivan porque no se encuentra pruebas. En este caso, intervino la Procuración
Penitenciaria de la nación, que se encarga de velar por los derechos de los internos. Al respecto,
Senestrariconsideró que “es muy difícil saber que pasa dentro de los penales, porque los
penitenciarios son dueños de la seguridad, los dueños de orden”. Ahora, se espera que la causa avance.
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