Julia Muriel Dominzain – Cosecha Roja.-
Carlos Ascaíni era un monotributista que ganaba 24 mil pesos al año pero tenía “seis autos de alta gama, un Audi, una moto, dos camioneta Hilux, un camión y cuatro propiedades”. Hoy está acusado de ser el narco de la localidad de Villa Cañás, Santa Fe. Quien hubiera tenido que investigarlo era el entonces Director de Drogas Peligrosas y ex Jefe de la Policía de la provincia hoy con prisión preventiva Hugo Tognoli. El tercero en discordia es el ex policía Oscar Ledesma que, ni tan narco ni tan rico ni con tanta jerarquía, funcionaba como un eslabón necesario. Los tres enfrentan una causa por tráfico de estupefacientes. La Unidad de Informaciones Financieras (UIF) acaba de pedir que se eleve a juicio y que se impute a Tognoli no como “cómplice” sino como co-autor.
“Sostenemos que la estructura estaba verticalmente organizada”, dijo a Cosecha Roja José Sbatella, presidente de la UIF. “Había que tomar posición y lo hicimos: queremos que la causa avance”, sentenció. El objetivo del organismo es que continúe el proceso sobre narcotráfico para poder avanzar luego sobre el lavado de dinero. “Las investigaciones que tenemos muestran una incongruencia entre las actividades declaradas y el nivel de vida que ostentaban”, profundizó Sbatella. Además, subrayó los vínculos con las fuerzas policiales: “La experiencia que tuve en el caso de la Provincia de Buenos Aires, donde los cárteles de drogas no intervenían porque ellos mismos eran el cártel, se puede trasladar a la provincia de Santa Fe”.
En la causa, que está en el Juzgado Federal nº4 de Rosario a cargo de Marcelo Bailaque, constan escuchas telefónicas que traslucen que los unos sabían todo de los otros: a dónde estaban patrullando, qué monitoreaban, cómo se manejaban las claves de la dirección de drogas y más. Cualquier inconveniente se pegaban un tubazo. Ledesma está procesado por incumplimiento del deber público. Ascaíni por narcotráfico. Y el accionar de Tognoli, sostiene la UIF, excede la “complicidad” e implica una “omisión funcional impropia dolosa”. Es decir que hubo intención. Es decir que el acting en 2010 los confirmaría como co-autores: Tognoli armó una carpeta jurando y perjurando que estaba investigando a Ascaíni mientras el sagaz monotributista decía en conversaciones telefónicas “yo saco y pongo los policías que quiero”. En la presentación que hizo el organismo, les imputan “el delito de comercialización de estupefacientes desde agosto de 2009 a marzo de 2013 en la localidad de Villa Cañás y zonas aledañas de Santa Fe”.
Hugo Tognoli renunció como Jefe de la Policía de Santa Fe en diciembre de 2012 al quedar involucrado en la investigación. Dos años antes, Norma Castagno, directora de la Asociación Madres Solidarias, le había llevado nombres y direcciones de quienes, había logrado averiguar, le vendían droga a su hijo. La idea era que investigara: Tognoli fue muy amable, se mostró agradecido y prometió ocuparse.
“Le llevamos toda la información: cuánto vendía, cómo vendía”, había contado la mujer a Cosecha Roja. Ocho meses después, se enteraron de que el narco que habían denunciado (“Tuerto” Mendoza) “se había mudado de una precaria casa alquilada a una casa quinta de dos pisos, se había comprado cuatro autos y tres motos”. Castagno lo denunció en Tribunales, buscó apoyo político y pidió reuniones que nunca le dieron con Hermes Binner y Antonio Bonfatti. En febrero de 2011 le intentaron hacer una cama. Fue el “Tuerto” Mendoza en persona hasta su casa y le ofreció, amable:
-¿Cuánta plata querés para retirar la denuncia contra Tognoli?
Norma Castagno no aceptó. Y denunció el apriete.
Los vínculos de la policía con el narcotráfico son de larga data. La masacre de Villa Moreno, ocurrida el primero de enero 2012, desnudó una trama de complicidades policiales que garantizaban protección a los narcos. Dos meses antes, la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) detuvo en un megaoperativo a La Tía, una mujer de 60 años que manejaba diez kiosquitos de droga. A partir de las escuchas telefónicas, dos policías del comando radioeléctrico fueron procesados por cobrar una coima. Así, la Justicia llegó hasta Ignacio Actis Caporales, alias Ojito, líder de la banda que proveía de drogas a La Tía. La semana pasada otro policía fue procesado con prisión preventiva como coautor del comercio de estupefacientes con el agravante de ser un funcionario público.
Foto: Telam
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