Semana.-
La hierba se convirtió en la sustancia ilegal más consumida, comercializada e incautada en el país, por encima de la cocaína.
Mientras todas las miradas y esfuerzos oficiales se posaban sobre el cultivo, el tráfico y el consumo de cocaína, otra de las sustancias ilícitas hacía su agosto y crecía lentamente en medio de la violenta lucha contra las drogas: se trata del cannabis, más conocido como marihuana.
Cuando todos creían que el auge marimbero de la década de los 80 no se volvería a ver, hoy el país enfrenta otro reto. Si bien este nuevo auge marimbero no es de exportación, como ocurrió años atrás, la demanda del mercado interno amenaza con convertirlo en otro flagelo.
Sorprende que la hierba esté ganando terreno mientras la cocaína lo pierde, al menos en las estadísticas oficiales. El más reciente informe sobre las drogas elaborado por Naciones Unidas advierte que “el cannabis sigue siendo la sustancia ilícita más consumida en el mundo. Se registró un pequeño aumento de la prevalencia de consumidores de cannabis”.
Según esos registros, hoy existen 180,6 millones de consumidores de marihuana en todo el mundo. Y en Colombia, las cifras se disparan frente al promedio mundial, cuando se indaga por ese porcentaje entre la población universitaria.
En ese sentido, el Observatorio de Drogas de Colombia, una entidad adscrita al Ministerio de Justicia, reconoce que “el 87 % de los consumidores de drogas ilícitas son consumidores de marihuana”.
Paradójicamente, ese observatorio sólo registra parcialmente monitoreo de cultivos de marihuana en tres departamentos (Cauca, Magdalena y Tolima) y la totalidad de hectáreas sembradas apenas se acerca a 600 en el 2008, y se reduce a la mitad en el 2009.
Esas cifras contrastan con la otra cara de la moneda: las incautaciones. Según documentos del Ministerio de Defensa, en los últimos diez años (2003-2013) la incautación de marihuana se incrementó en 323 %, al pasar de 126 a 407 toneladas. Entonces, ¿qué está pasando?
Parte de esa explicación puede estar en el suroccidente colombiano y especialmente en el departamento de Cauca, donde se encuentra la mayor cantidad de cultivos y se producen variedades tan apetecidas como la Punto Rojo y la Creepy, cuyo valor se triplica respecto al de un kilo de marihuana corriente.
Conocedores del tema aseguran que mientras un kilo de cannabis común cuesta alrededor de 300.000 pesos versiones mejoradas como la Punto Rojo o Creepy la pagan a un millón de pesos.
Una de las zonas de mayor concentración de cultivos de marihuana es el nororiente de Cauca, entre municipios como Toribío, Caloto, Corinto, Miranda, entre otros. Es decir, el mismo corredor donde el Ejército y la guerrilla se enfrentan constantemente. “En esa zona hay censadas 65 hectáreas sembradas con marihuana”, dijo el coronel Iván Ramiro Pérez, comandante de la Policía de Cauca.
La verdad es que para tener una idea de la manera como proliferan los cultivos de cannabis en esa zona del país, basta con hacer un recorrido nocturno por una de las vías que conduce a cualquiera de los municipios mencionados. Lo primero que se observa son cientos de lucecitas que hacen ver las montañas como un pesebre.
Esas luces no son otra cosa que los cultivos hidropónicos de marihuana, cuyo proceso aceleran mediante el calentamiento artificial con bombillas. Esa es una de las razones por las que las cifras de incautación es mayor a las de hectáreas cultivadas, “perfeccionaron el sistema de cultivo a tal extremo que no requieren grandes cantidades de tierra”, argumentó el coronel Pérez.
Eso también explica por qué cada semana las autoridades de Cauca y Valle reportan decomisos de gigantescos cargamentos de marihuana encaletados, o descubren nuevas formas de envío a través de correos certificados. Incluso, el Comando Conjunto Pacífico (CCP), que es una fuerza militar creada para combatir los grupos armados ilegales en esa región del país, en el 2013 reportó 25 toneladas de marihuana incautada, “y este año ya van cinco toneladas”, dijo el general Germán Giraldo, comandante del CCP.
¿Guerra absurda?
Lo paradójico es que mientras en Colombia se persigue y castiga judicialmente a todas las personas involucradas en la cadena ilícita de la marihuana, para una decena de países no sólo es legal consumirla, sino que en algunos el cultivo y la venta de cannabis, es permitido.
Uruguay, Estados Unidos, Canadá, Argentina, Chile, Suiza, Bélgica, Portugal, Holanda y Corea del Sur son las naciones donde además del consumo, en algunos de ellos la producción y la venta de marihuana son legales, pero con restricciones.
Desde diciembre del 2013 Uruguay se convirtió en el único país del planeta donde la marihuana es legal desde el cultivo, pasando por la venta y hasta su consumo. Como era de esperarse, todo ese proceso está en reglamentación y tendrá limitaciones.
Por ejemplo, sólo se destinarán entre 40 y 50 hectáreas para cultivar en todo Uruguay. Y cada hogar sólo podrá tener un máximo de seis plantas de cannabis y cada persona podrá consumir 40 gramos de marihuana por mes.
Frente a ese experimento que arrancó Uruguay, en su momento el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, manifestó en rueda de prensa que “vale la pena ensayar (…). El camino para la legalización de la marihuana está abierto”.
Sorprendió que en EE. UU. algunos de sus estados como Colorado y Washington acudieron a referendos para decidir en torno a la legalidad de la marihuana en sus cadenas de cultivo y venta, pese a que en ese país son delitos la posesión y abastecimiento.
En Colorado crearon leyes que permiten el cultivo y la venta de marihuana; mientras que en Washington la venta empezará a partir de este año, luego de que se reglamente por parte de la autoridad. Mientras tanto, en el estado de New York analizan la posibilidad de autorizar el consumo de marihuana con fines médicos y recreativos
El otro país que se suma a esa cadena de legalización es Corea del Norte, ya que allí el opio y el cannabis no son considerados drogas ilícitas, lo que hace que su cultivo, venta y consumo no estén penalizados. En los restantes siete países mencionados la legalidad surge sólo alrededor del consumo, y con restricciones.
En Colombia, el gran paso lo dio la Corte Suprema de Justicia en el 2012, cuando despenalizó el porte de pequeñas cantidades de sustancias ilícitas tras ratificar la dosis personal, que consiste en cinco gramos de marihuana y un gramo de cocaína.
Por eso hoy muchos se preguntan si es absurda la nueva guerra marimbera que se avecina en Colombia y si estaremos frente a otro derramamiento de sangre tratando de desarticular a aquellas mafias que se lucran de un negocio que en otros países ya es legal.
Foto: AP
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