Cosecha Roja.-
La policía los venía escuchando desde abril y ya habían armado un mapa de conexiones entre los integrantes. Por una de esas conversaciones monitoreadas supieron que ayer se juntaban en Solís y Belgrano a organizar el golpe del día. La estrategia de inteligencia de la banda no era muy compleja sino más bien “mecánica”: ir a un banco, ver, perseguir, romper, golpear, robar, huir. Nada de armas. El juzgado dio la orden y ayer, en esa esquina porteña de Monserrat, la policía interceptó a los ocho integrantes y los detuvo.
El Secretario de Seguridad Sergio Berni coordinó el operativo. Los detenidos son ocho ciudadanos colombianos. Todos tienen antecedentes. Pertenecen a una banda que incluye a otros siete que están presos desde abril. Al tener varias entradas por delitos similares, la justicia vinculó y, en vez de acusarlos por un hecho, los imputó por asociación ilícita. Están en la Unidad 28 del Servicio Penitenciario Federal y se espera que declaren en las próximas horas. “Ahora la banda está totalmente desbaratada”, dijo Berni. La causa está a cargo de la Jueza María Gabriela Lanz
Secuestraron el celular de todos los detenidos, dos pares de guantes de lana, un pasamontañas, una púa y un auto Chevrolet modelo Aveo.
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El último robo que hicieron fue el jueves: identificaron, siguieron y golpearon a una jubilada en Libertador y Ortega y Gasset. La mujer acababa de sacar 80 mil pesos del banco en el centro porteño y los tenía encima. Cuatro hombres de la banda la habían identificado en el banco.
– Esa señora – marcaron.
La banda operaba con otros cuatro que esperaban la orden afuera, subidos en dos motos. En total, siempre eran ocho. Uno sólo era el jefe.
En cada moto iban dos hombres: uno manejaba y hacía maniobras distractivas y el otro -con las manos libres- rompía la ventana del auto para la sacar la cartera o golpeaba, como en el caso de la señora de Palermo. Si todo salía bien, el robo demoraba segundos.
Así operaba la banda a la que los medios catalogaron como motochorros colombianos. Desde el boom de las salideras bancarias desde el Ministerio de Seguridad aumentaron la presencia policial en los alrededores de los bancos. Por eso el mecanismo de este grupo incluye las motos: las usaban para seguir a las víctimas y atacar más lejos, por ejemplo desde el centro hasta Palermo.
No usan armas. Las veces que los detuvieron sólo los acusaban de arrebato, un delito excarcelable. Tampoco cometen otros delitos relacionados al tráfico de drogas. La dedicación es exclusiva a las salideras.
El puntapié inicial de la causa fue la información que obtuvieron al investigar a una parte de la banda que cayó en abril después de un intento de robo en Yerbal y Calderón de la Barca, en Villa Luro. El blanco era un financista que iba en un en una Volkswagen Vento al que siguieron e intentaron romper la ventanilla. No pudieron y desde adentro un custodio mató de dos disparos -uno en la cabeza y otro en la nariz- a Juan Escobar Pedraza, de 25 años, uno de los suyos. Siguiendo las pistas la policía detuvo a los otros siete miembros de la banda, que hoy están presos.
Ahí empezó la investigación: la jueza de instrucción 42 de la Ciudad de Buenos Aires, María Gabriela Lanz, ordenó escuchas telefónicas. Según dijeron a Cosecha Roja fuentes judiciales, la hipótesis era que la banda debía ser más grande todavía. Con el cruce de los llamados lograron armar un mapa de conexiones e identificar a ocho más, una célula entera que seguía operando bajo la misma modalidad.
“Este desprendimiento de la banda continuaba marcando a personas que salían de financieras o de bancos, les pinchaban las ruedas para luego romper el vidrio del auto y robarles el dinero”, aseguró el Secretario de Seguridad Sergio Berni durante una conferencia de prensa.
Fotos: Telam
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