Cosecha Roja.-
Empezó el juicio por el crimen del estudiante Atahualpa Martínez en Viedma, Río Negro. Uno de los imputados afirmó ser inocente y denunció que les plantaron pruebas. Los otros dos se negaron a declarar. La mamá del joven, Julieta Vinaya, esperó en la puerta con amigos y familiares: “No voy a convalidar con mi presencia esta farsa”, dijo.
Atahualpa apareció muerto el 15 de junio de 2008 en un descampado con un balazo en la espalda. Tenía 18 años y el día anterior había ido con sus amigos a un boliche del barrio.
Uno de los imputados, el comerciante Felipe Carrasco, declaró ante los jueces: “No maté a nadie, no tengo nada que ver en este caso y estoy aquí por culpa de un grupo de policías corruptos”. Se refirió a la campera con manchas de sangre y ADN de la víctima, una prueba fundamental en el juicio a cargo de los magistrados Juan Bernardi, Eduardo Roumec y Rolando Gaitán y el fiscal Fabricio Brogna López. “Me lo plantaron en mi casa”, dijo. Y explicó que tenía un kiosco nocturno de bebidas alcohólicas en el que era “común” dejar una prenda como parte de pago.
Los otros dos imputados -Carlos Morales Toledo y su pareja Melisa Fernández- se negaron a declarar. El debate seguirá mañana a puertas cerradas porque se presentarán testigos de identidad reservada.
El 14 de julio Atahualpa y sus amigos fueron a un boliche, pero se aburrieron de la música y cruzaron a Mi Loca, el pub de enfrente que frecuentaban. Unas horas más tarde lo sacaron del lugar, le pegaron un tiro que entró por la axila, agonizó y murió.
“Voy a volver en 6 años, quiero divertirme”, le decía Atahualpa a su madre cuando quería ir a bailar con sus amigos y jugar al pool en Mi Loca. Julieta Vinaya, como toda madre, le decía: “Cuidate, la noche es otra cosa”. El joven militaba y quería viajar a Cuba y estudiar Medicina. Había ido a Bolivia para conocer los orígenes de su madre y, desde entonces, quería poder curar a la gente de su barrio.
“El que mandó a matar a mi hijo es un político de la zona. No le gustaba el trabajo que hacía Ata en el barrio La Toma. Le molestaba que sean solidarios”, dijo Vinaya a Cosecha Roja en 2012.
En agosto de 2012 el titular del Juzgado Penal 2 de la misma ciudad, Carlos Reussi, consideró a Melisa Belén Barrientos, Felipe Eriberto Carrasco y Carlos Rodrigo Morales Toledo presuntos coautores del homicidio del joven y les dictó la prisión preventiva. El juez se basó en “pruebas periciales, informes científicos y testimonios que implican a los imputados con la víctima el día del hecho”.
Atahualpa y los procesados eran vecinos. La idea de que alguna vez se cruzaron por el barrio, hace que Julieta se ponga nerviosa. Lo conocían bastante bien. “Melisa Belén Barrientos fue paciente en la Unidad de Violencia Familiar que teníamos en el barrio. La ayudé cuando denunció a su marido por violencia de género. Nos conocíamos perfectamente”, dijo Julieta. Y afirmó que los otros dos imputados tenían un gran poder en los barrios periféricos, donde manejaban todo el circuito del juego, del dinero ilegal de la noche rionegrina.
La mamá de Atahualpa se entrevistó con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y con el entonces Jefe de Gabinete Aníbal Fernández. También consiguió apoyo de organismos humanitarios en Bolivia. “No voy a parar después de saber la verdad sobre el caso de mi hijo. Este camino se debe continuar, como una elección de vida. Le dediqué 20 años de mi vida a Ata y le voy a dedicar toda otra vida a la lucha”, había dicho Julieta.
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