Cosecha Roja.-
Luego del desalojo en el barrio Papa Francisco, el diputado Horacio Pietragalla vio cómo cinco policías de la Metropolitana arrastraban de los pelos a un pibe. “Fuimos a hablar con el responsable de la fuerza. De atrás, otros policías me pegaron piñas y me tiraron al piso. Después empezaron a disparar”, contó a Cosecha Roja. “Uno se presentaba con respeto y ellos decían “vení, tocámela”, te deliraban. Eran barrabravas, no canas”, agregó.
Judith tiene 25 años. Vivía con el marido y las hijas de 3 y 5 en el barrio. Estaban durmiendo y empezaron a escuchar gritos: “viene el desalojo”. Los oficiales de la Metropolitana le tiraron la puerta abajo, la empujaron y la obligaron a salir. “Se me reían en la cara”, dijo a Cosecha Roja.
No es la primera vez que la policía Metropolitana actúa de esa manera. Luego de la toma del Parque Indoamericano en 2010 investigaron a 41 agentes por la muerte de dos personas. En el desalojo de la Sala Alberdi hubo fotógrafos y trabajadores de prensa heridos con balas de plomo y por el caso hay tres policías detenidos. En la represión en el hospital Borda 32 médicos, pacientes y trabajadores resultaron heridos. Por la represión, hay un agente de la Metropolitana procesado. En diciembre la justicia dictó el sobreseimiento de los responsables políticos de la Ciudad.
En el proyecto de ley que la creó en 2008, la Metropolitana se presentó cómo una policía de proximidad. “Iba a tener capacidades de mediación, un acercamiento y una forma de abordar los conflictos diferente a las otras fuerzas”, dijo a Cosecha Roja Manuel Tufró, Coordinador del equipo de Políticas de Seguridad y Violencia Institucional del CELS.
Para el periodista Ricardo Ragendorfer, la Metropolitana se convirtió “en la fuerza de choque del macrismo, es una policía de proximidad que se aproxima con palos”.
“Hay evidencias de compra de armamento pesado que se empieza a ver en el modo en que gestionan la protesta social y las manifestaciones. Esa es otra agenda, se estaba armando otra fuerza”, explicó el coordinador del Cels.
Según un estudio del Cels, en la información pública sobre las compras de armamento del ministerio de Justicia y Seguridad hay una misma resolución firmada por Guillermo Montenegro que se contradice: la única diferencia es la compra de balas de plomo para las escopetas 12/70 de la Metropolitana. Montenegro también negó el uso de balas de plomo en la represión de la sala Alberdi pero en la causa judicial quedó asentado que hubo 107 policías con armas de fuego.
A diferencia del resto de las agencias policiales del país, “la Metropolitana carece de los mecanismos y herramientas recaudatorias que tienen las policías con control territorial. Su misión es reprimir a trapitos, a ocupantes de espacio públicos, desalojar”, dijo Ragendorfer a Cosecha Roja.
“Cuando el ministro de Justicia y Seguridad Guillermo Montenegro armó la fuerza, contó el periodista, se inspiró en los Mozos de Escuadra, la policía autónoma de Cataluña cuya única misión es perseguir inmigrantes ilegales”, agregó.
Con la Metropolitana, el jefe de Gobierno porteño Mauricio Macri buscaba “no reproducir los vicios de otras fuerzas pero los mandos medios y altos provenían de otras policías e incluso algunos ya estaban retirados”, dijo Tufró.
El sábado, Evelina dormía en short y remera cuando la policía Metropolitana le golpeó la puerta al grito de “desalojo”. Alcanzó a llevarse el documento y un abrigo. Esta mañana volvió al predio para intentar recuperar el resto de sus cosas.
La mayoría de las familias se mudaron a casas de familiares o a los paradores de la ciudad. Todavía quedan unas 40 acampando en la esquina de Avenida Cruz y Pola. El predio está vallado y el que sale no puede volver a entrar. Los vecinos les pasan comida y pañales a través de las vallas y reclaman que pongan baños químicos. Durante la tarde de hoy, al acampe solo se acercó una mujer de la Secretaría de Niñez. Quería convencer a las mujeres que fueran a los paradores. El resto del tiempo hay un solo interlocutor. La Policía Metropolitana.
Foto: Telam
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