Cosecha Roja.-
“Aviso a todos los asaltantes, rapiñeros y ladrones. El grupo les dará un corto plazo para reflexionar sobre sus conductas porque la próxima acción correctiva será cortar las dos manos de todos los que obran en contra de los trabajadores de la frontera”.
El mensaje de “Justicieros sin fronteras” (un grupo de Paraguay) empezó a circular en las redes sociales los primeros días de octubre. Los medios ya le atribuyeron a este grupo cuatro víctimas. La última fue Lucio López, un joven paraguayo de 28 años que vivía en Ponta Porã (Brasil) y que cumplía una “condena en régimen semiabierto”. Apareció con dos balazos en la cabeza y una mano amputada. El padre denunció que la Policía Civil brasileña se lo había llevado de la casa a la fuerza la noche anterior.
“Esto que se llama ‘justicia’ termina siendo una venganza retroactiva de hechos pasados: como si se coleccionaran heridas propias y ajenas y el depositario de la culpa fuera una sola persona”, dijo a Cosecha Roja la criminóloga María Laura Quiñones Urquiza. La reacción violenta colectiva responde no sólo a un hecho sufrido por el protagonista sino “en solidaridad” con un pariente, un vecino o un caso que contó la televisión.
“Ya están avisados!! Obs: no es broma. Tenemos una lista con todos sus datos, fotografías, sus alias, no estamos jugando”, seguía el mensaje de amenaza dedicado a todos los habitantes de Ponta Porã y Pedro Juan Caballero, ciudades fronterizas.
Asaltantes, rapiñeros, ladrones: el grupo especifica quiénes serían las víctimas de los linchamientos. “No lo harían contra una empresa que comete un desastre ambiental sino contra un delincuente caracterizado, de bajo rango”, dijo a Cosecha Roja Fabián Quintero, antropólogo especializado en criminología de la Universidad Nacional de La Plata. “Lo extraño es que anuncian. Si quisieran cometer el delito, lo cometerían. Aquí lo que hay es el deseo de ser definidos, hay un principio de identidad”, agregó.
“No parece ser un linchamiento “espontáneo” como el de David Moreyra en marzo. Ahí, lo que se puso en juego fue un “marco violento, un mandato social que dice ‘merecen castigo’ y lo transforma en ‘nosotros deberíamos hacer algo’”, dijo Quintero. Para Quiñones se llama “violencia en espejo”: “es una parte de la sociedad responde con la misma inusitada y desmedida carga violenta con la que actúan algunos criminales”.
El diario local Última hora definió a los “Justicieros sin fronteras” como “grupos de matones integrados por narcos que toman justicia por mano propia ante el auge de robos y asaltos de motochorros” y “personas dedicadas al narcotráfico que pretenden controlar el territorio”. Incluso dijo que podría haber policías involucrados.
En ese caso, dijo Quintero, “en los eslabones más bajos están quienes se dedican a la venta y, más arriba, otros que se ocupan de la imposición de cierta estructura de poder para garantizar el territorio y obtener consenso político”. Si bien no está confirmado, coincide con el modo de manejarse de las mafias que “dan la seguridad y ciertos tipos de respaldo que el Estado no da”.
Faustino Ramón López, el padre de Lucio, denunció que cerca de las 9 de la noche quince agentes de la Policía Civil entraron a la casa y se lo llevaron. Según el subcomisario Rolando López, de la Comisaría 2ª de Zona Industrial, lo mataron durante la noche y lo arrojaron al descampado. En su cuerpo estaban escritas las marcas de los “justicieros”.
Foto: Pedrojuaninos.com
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