A Fernando “El Loco Pocho” Morales, jefe de la barra de Colegiales, lo mataron en la puerta del conventillo en el que vivía, en octubre de 2013. El velorio fue multitudinario y una caravana de hinchas cargó el cajón por las calles de Munro. El fotógrafo Mariano Espinosa y el periodista Juan Diego Britos de Tiempo Argentino lo relatan en la muestra “Yo soy el Loco Pocho”, que se inaugura a las 16 en la cancha de Colegiales (Malaver y Posadas, Munro).
Juan Diego Britos – Tiempo Argentino.-
El dolor le frunce los labios. Luis acaricia el cajón tricolor y trata de secarse las lágrimas con el dorso de las manos. El suspiro le desinfla los pómulos. Es morocho, corte americano, tatuajes en pantorrillas y abdomen. Lleva una pistola calibre 45 entre la piel y la bermuda de jeans. Grita entre gritos, nadie lo escucha. No hace falta, todos saben lo que dice en la caravana que atraviesa Munro como una daga rabiosa. El pelotón lo encabeza el cuerpo que no respira. Es el Pocho, el líder caído en batalla. Los soldados fuman en su memoria y el humo blanco recuerda al aroma de tantas tardes en las tribunas. Hasta mezclarse con el perfume de las ráfagas automáticas que zumban el aire. Las vainas caen al asfalto y ruedan hasta el agua podrida. Abelardo -gorra, anteojos de sol, pistola en valija- llora y el surco de lamentos le parte la cara. A su lado El Tuerto se quita el gorro estilo cowboy y pide una seca más. Son amigos de la infancia del muerto. Mastican venganza, saben que sus manos pronto estarán llenas de sangre. Y que eso no bastará para calmar la furia.
Fotos: Mariano Espinosa / Tiempo Argentino
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