Cosecha Roja.-
El profesor Miguel Ángel Porro denunció que una alumna de doce años lo intoxicó con veneno para cucarachas. La justicia todavía no lo comprobó, los medios etiquetaron a la nena como “la envenenadora” y dijeron que le había deseado la muerte. Pero el docente pasó de víctima a victimario: lo denunciaron por abuso sexual, por ejercer violencia simbólica en el aula y por jactarse de haber actuado de violador en “La noche de los lápices”.
El relato sobre la alumna se armó a partir de lo que contó Porro: “una chica fabuladora y mentirosa, de un hogar destruido y muy conflictuada”. “El estigma no se va a ir así nomás, el peso de lo mediático es muy fuerte”, dijo a Cosecha Roja la psicoanalista Miriam Maidana.
Maiadana cree que si venía de una “familia conflictiva” hay que repensar el rol de la escuela y de los docentes: “¿qué hicieron durante el proceso? ¿Por qué no hacen red con la comunidad? Y si no tienen gabinete psicológico, ¿por qué no derivan y le piden a los padres el certificado del tratamiento?”.
El docente de 67 años daba clases de Construcción para la ciudadanía en una escuela de Villa Ballester y era actor. Ante las cámaras de los noticieros contó cómo la nena supuestamente lo envenó: “cuando miré la botellita, estaba opaca, con pintitas parecidas a algún aceite y enseguida comencé a sentir un brote en la boca, en la lengua y en la garganta”.
Ayer el caso llegó a los medios. Cuando hablaba con la prensa, el docente se quejaba de sus estudiantes: “Decirles a los chicos que estudien es ser exigente. No comprenden, no tienen método de estudio”, decía. De los 22 alumnos de Porro, 14 están aplazados. “Tienen el discurso de un viejo asombrado por los adolescentes de hoy. No es un dato menor que la mitad de un curso no apruebe la materia”, dio Maidana.
Andrea Jaet fue alumna de Porro en la Escuela Nacional de Arte Dramático en 1996. Lo recuerda como “un demonio”. En declaraciones a Radio 10 contó que era una persona “muy violenta, un acosador sexual que ejercía violencia verbal y simbólica”. “Pedimos que lo apartaran del cargo mientras era nuestro docente. Yo como presidenta del centro de estudiantes fui cientos de veces a la Justicia para hacer la denuncia de lo que hacía con las alumnas porque ellas no se animaban. Ni me escucharon”, dijo.
Según Jaet, él las llevaba hasta su casa en el auto, las encerraba y les acosaba con la promesa de que así iban a ser mejores actrices. “Es importante no caer en la deslegitimación de las otras denuncias que aparecieron. Porque eso es lo peligroso. Si tiene denuncias, no puede seguir dando clases”, agregó Rey.
A la nena la denunció un compañero de curso. “No fue una travesura grupal, fue un desborde para todos. Creo que es necesario hacernos una pregunta sobre la adolescencia, por qué se trata a los jóvenes como si fuesen un grupo apartado del resto de la sociedad. Falta una mirada adulta responsable sobre ellos”, agregó Maidana.
“Las escuelas tendrían que ser un espacio de diálogo y de formación sobre la sexualidad. Hay escuelas donde no se aplica la Ley de salud sexual y reproductiva (13066). Eso no implica solamente cuidarse y aprender lo básico del sexo, sino poner a los pibes al tanto de los derechos que ellos tienen en torno a su sexualidad, y a decir qué es lo que les está pasando”, dijo a Cosecha Roja Paula Rey, miembro del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA).
Foto: Diario Veloz
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