Cosecha Roja.-
A los 28 minutos del segundo tiempo del partido contra Dock Sud, 200 hinchas de Laferrere intentaron ingresar al estadio de su equipo sin entradas. La Policía Bonaerense -a cargo del operativo de seguridad- quiso impedirlo y se desató el caos: la noche terminó con autos rotos, jugadores atrincherados en el vestuario, 14 oficiales heridos -dos de gravedad- y 11 miembros de la barra detenidos. “Los barrabravas y la policía comparten la lógica del aguante”, dijo a Cosecha Roja el antropólogo José Garriga Zucal.
El jugador de Dock Sud Diego Matías Jaime contó en Twitter su versión: “Yo mismo vi como madres y padres corrían con nenes en brazos. Nos metimos desde el banco de suplentes hacia la cancha para que el árbitro pare el partido. Después vinieron varios policías y nos metieron a todos en el vestuario”.
El Jefe de la policía bonaerense, Hugo Matzkin, dijo a los medios que cuando la Infantería quiso controlar la entrada de los hinchas, otros cinco mil -que estaban en las tribunas- bajaron y se generó un “efecto sandwich”. Para Garriga Zucal, la policía “comete abusos y errores a troche y moche” porque le falta formación. “Como la policía no se piensa en términos de profesionalidad, sienten que les están disputando el territorio y la masculinidad, y responden con la misma lógica del aguante que los barras”, explicó.
Laferrere y Dock Sud jugaban por la tercera fecha del Campeonato de Primera División C. Iban 1 a 1 cuando las 200 personas quisieron entrar al estadio. “Hay muchos hinchas acostumbrados a entrar gratis y sienten que es un derecho adquirido”, explicó el investigador del Conicet. Cuando eso no sucede, se pudre. La barra busca entrar como sea y, si es demostrando cómo se la aguanta, mucho mejor.
El fenómeno no se reduce a los estadios. Las hinchadas rivales se pelean donde sea que se encuentren: en un recital, en un asado, en un partido de fútbol amateur, en la puerta del boliche. “La presencia del otro es el momento justo para demostrar quién se la banca más”, dijo Garriga Zucal.
Ayer no fue la excepción y los hinchas hicieron destrozos en los alrededores del estadio. “Quieren demostrar que se la aguantan ante la policía y, en esa búsqueda, no importa si es adentro, afuera, en la estación o en cualquier lado”. Lo mismo pasa cuando se trata de festejos y todos llevamos la misma bandera: rompimos todo en el 86 cuando Argentina fue campeón del mundo, el año pasado cuando salimos segundos en el mundial de Brasil o cuando festejamos el día del hincha de un club.
El lunes 10 de noviembre de 2014 jugaron San Telmo y Ensenada. Los hinchas del “Candombero” tenían prohibido ir a la cancha y alquilaron un proyector para verlo en el Club Social Renunciamiento, cerca del Puente Avellaneda. El partido era clave: si ganaban, ascendían a la B. Pero en el medio terminó el partido de su clásico Dock Sud a pocas cuadras y hubo un enfrentamiento entre barras. Murieron dos personas.
“Todos somos responsables de la violencia”, dijo el investigador. Se refiere a los barras, a los dirigentes, a los jugadores, a la policía y a los hinchas que no pertenecen a las barras. La solución -según él- es promover políticas de prevención de la violencia a corto, mediano y largo plazo: que vayan presos los que cometen delitos, que mejore la formación policial vinculada a espectáculos masivos y cuestionar las canciones de la cancha y discursos mediáticos que naturalizan la violencia. “Los periodistas deportivos abusan de las metáforas bélicas y presentan al fútbol como una guerra. Las canciones hablan de matar al rival y todos las cantamos”, dijo.
Durante el partido de ayer hubo 260 policías. Esta mañana el gobernador Daniel Scioli y el titular de la Agencia de Prevención de la Violencia en el Deporte (Aprevide), Alejandro Rodríguez, suspendieron la cancha de Laferrere durante todo el torneo. “Es un error pensar a la Barra como el eje de todos los males”, dijo Garriga Zucal.
Foto: Télam
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