mujeres-muertas-cruzCosecha Roja.-

“¿Viste la piba que mataron?”. Hasta la semana pasada cualquiera respondía ‘sí, Chiara’. Hace dos meses era ‘Daiana’, el año pasado Melina y, en 2013, Ángeles. Tienen nombre: ellas son las marcas registradas de la violencia contra las mujeres. Estos casos paradigmáticos llegaron a los medios y sólo el de ‘Mumi’ Rawson y Mangeri ocupó 35 mil minutos de aire en televisión. Pero en Argentina cada 32 horas aparece el cadáver de una mujer que pasa desapercibido. Son los femicidios anónimos que quedan ocultos en cada rincón del país.

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Yesica Muñoz se despidió de su amiga Natalia en la calle. Eran las dos de la mañana del 21 de mayo. La adolescente de 16 años siguió el recorrido hasta su casa por el barrio Bicentenario, en Corrientes. Un rato antes unos pibes le habían silbado y gritado cosas. Eran Yaqui, El Tucu, Bolita y El Guyano. La esperaron escondidos hasta que estuvo sola y la sorprendieron. Tucu la agarró de los pelos y forcejearon. Después la llevaron a un pinar, la golpearon, la violaron y la estrangularon hasta matarla. Bolita hizo de campana hasta que terminaron. Una mujer encontró el cuerpo de la joven la semana pasada y la justicia correntina detuvo a los cuatro varones por el crimen.

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Hacía un año que Irma Rodríguez y Roberto López se separaron. Habían estado casados y tenían hijos. El 22 de mayo él fue hasta la casa de su ex en Río Segundo, Córdoba. Era de noche y los gritos de la mujer despertaron a los vecinos. Cuando llegó la policía, López estaba con el cuchillo en la mano  tratando de suicidarse. Al lado estaba el cadáver de Irma, tenía tajadas en el cuerpo y una herida profunda en el cuello.

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Andrea Castana tenía 35 años y dos hijos. Vivía en la ciudad de Córdoba. Lo último que se supo de ella fue que los dejó en la escuela a las 2 de la tarde el 11 de marzo. Después manejó hasta la casa de sus ex suegros, dejó el auto y subió al Cerro La Cruz para caminar. Desde ahí le mandó una selfie a una amiga. Un vecino se cruzó con ella y después escuchó gritos y llamó a la policía. Estuvo unos días desaparecida hasta que la policía la encontró tapada con rocas y ramas. La Justicia cordobesa ordenó el análisis de 13 muestras de ADN con material genético encontrado en la escena del crimen. Hoy se conoció que todas dieron negativo y el fiscal ordenó cotejar otras cuatro.

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“Si no sos mía, no vas a ser de nadie”, le dijo Marcelino Ríos a Pamela Arévalo cuando ella quiso dejarlo. Estaban juntos hacía tres años. Ella tenía 15 y un hijo de cuatro meses. La semana pasada encontraron su cuerpo tirado en la cama y con un disparo en la nuca. Al lado había un rifle. Los vecinos del barrio 21 de septiembre, en Campana, escucharon el disparo. Ríos les dejó el bebé y se escapó. La justicia lo sigue buscando.

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Sofía Maier tenía 20 años cuando terminó con Jonatan Paniagua. Tuvieron una hija y vivieron un tiempo juntos. Él la atacaba y quería pegarle, ella se defendía. En agosto de 2013 se hartó y se mudó la casa de su mamá en Almirante Brown. Hubo tres meses más de idas y vueltas hasta que terminaron la relación definitivamente. El 7 de noviembre de 2013 él la llamó para invitarla a su casa. Tenían pendiente hablar sobre el régimen de visitas y la cuota alimentaria de la niña, que tenía un año. Esa tarde Sofía llegó con su hija Alma en brazos. Pero Paniagua no quería hablar, tenía otros planes. Cuando la encontraron Sofía tenía 20 puñaladas, golpes en la cara y el brazo fracturado. La familia no sabe si Alma estaba a upa cuando él la atacó: la niña apareció al lado del cuerpo de su mamá, con la ropa manchada de sangre. La semana pasada, la Justicia lo condenó a prisión perpetua.

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Giselle Páez estaba muerta cuando llegó al hospital de Las Heras, en Mendoza. Las diez puñaladas que la pareja Horacio Romero le clavó en el pecho y en los brazos la dejaron inconsciente. Su hijo mayor Thiago, de 4, vio todo. La joven de 23 se había mudado con sus hijos desde Junín a la casa de Romero dos años atrás. Él confesó el crimen a los médicos y la causa quedó caratulada como homicidio agravado por femicidio: es el primer caso que llega a los tribunales mendocinos como un crimen por la condición de mujer.

[Nota publicada el 27/5/2015]