Martín de la Canal – Cosecha Roja.-
El final es en donde partí. El título de la canción de La Renga describe cómo fue la presentación de “Hacia un modelo penitenciario alternativo” en el Salón de los Pasos Perdidos de la Cámara de Diputados de la Nación. El proyecto que proponen la Asociación Pensamiento Penal (APP) y otras organizaciones y actores sociales es el punto de partida para dejar atrás el modelo de cárcel que demostró con orgullo morboso su crueldad e ineficacia.
El objetivo de la presentación es empezar a pensar en un modelo de prisión que respete la dignidad, los derechos y las garantías de todos los seres humanos que son enviados detrás de los muros. Y este nuevo modelo es el aplicado con éxito en Centro de Rehabilitación de “Punta de Rieles” en Uruguay.
Las primeras palabras fueron de la Diputada Nacional por el Frente para la Victoria Carolina Gailard que destacó la necesidad de un cambio paradigmático en el servicio penitenciario de nuestro país. Adrián Martín, Presidente de APP, dejó en claro que esta presentación no era un proyecto de ley sino el comienzo de un trabajo de difusión del nuevo modelo. La idea es viajar por todas las provincias y realizar muchos encuentros como este para hacer conocer el sistema aplicado en el país vecino.
Mariano Gutierrez, integrante de la mesa directiva de APP y experto en Educación en contexto de encierro, fue lapidario en su exposición: “las personas encerradas se pudren, se pudren en sus mentes y hasta en su físico”. Las cárceles cumplen con el dogma lanzado por algunos comunicadores y una parte de la sociedad que dice ‘¡los delincuentes que se pudran en la cárcel!’.
Gutierrez fue el encargado de dar los lineamientos del sistema mediante un video en el que se mostraron las condiciones deplorables de la Unidad XV de Batán. El norte perseguido -dijo el directivo- es la pacificación del sistema penitenciario: pasar a manos de civiles desarmados y profesionalizados la administración y control de las cárceles y retirar a las Fuerzas de Seguridad, que sólo controlarían el perímetro e intervendrían en casos de urgencias.
Otra característica del modelo es el abandono de los monumentales centros de detención que albergan miles de personas y reemplazarlos por instituciones que funcionen en edificios pequeños, para no más de 500 detenidos, y que se construyan cerca de los centros urbanos de donde sean oriundos sus destinatarios. Así los detenidos podrán estar en contacto con su grupo familiar. Dentro de los edificios se podrán utilizar computadoras con Wi-Fi y celulares.
Elsa Porta, ex jueza de la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo y actual integrante del Centro de Estudio de Ejecución de la Pena, reforzó la obligación del Estado nacional para hacer efectivo el derecho humano básico del trabajo en el contexto de encierro.
El segundo panel estuvo a cargo del Rolando Arbesún, ex Director de Punta de Rieles y padre del sistema que hoy rige en dicho establecimiento. Con sencillez y claridad contó las características del sistema: “Punta de Rieles es un penal atípico donde prima la libertad dentro de sus muros. Está manejado por personal civil desarmado que actúa en paridad e igualdad con las personas detenidas”. El trato hacia los detenidos es “mano a mano”, los horarios de visitas son amplios, están permitidos los celulares y las computadoras con internet. Existen emprendimientos laborales privados, manejados por los propios internos, por empresas o por el Estado. Hay una estación de radio, un diario, un almacén, una peluquería, una fábrica de ladrillos y hasta un banco de préstamo.
Rolando saluda al personal y a los detenidos con abrazos y besos. Desde que asumió en 2012, todas las navidades y año nuevo se acerca al penal a saludar a los internos. Lo aprecian, lo quieren, nunca les infundió temor. Una tarde caminando por uno de los pabellones se cruza con un grupo de detenidos que por casualidad se encontraban del otro lado de una reja que estaba con llave. Quisieron darle la mano y Rolando se negó: primero traigan la llave y abran esta puerta, yo no saludo a ningún ser humano con una reja de por medio.
Desde que llegaron Rolando y su equipo se terminaron las prácticas militares en el manejo de los internos. No hay chicharras que indiquen los horarios de comida. Incluso organizaron fiestas en el famosos Casino de Oficiales donde autoridades, presos y familiares compartieron un almuerzo o celebración.
Las anécdotas siempre conducen a los mismo: la igualdad entre seres humanos que están detenidos por una condena y seres humanos que trabajan manejando y administrando una cárcel. Las personas allí detenidas solo están privadas de su libertad ambulatoria, sólo de eso. No están privadas de sus otros derechos, en definitiva, no están privadas de su humanidad.
Una frase sintetiza el sistema: la idea no es sacar cosas de la cárcel hacia el exterior sino meter el exterior en la cárcel. Que la unidad penal sea lo más parecida a la vida extramuros. Todos los años las autoridades de Punta de Rieles deben rendir cuentas, djio Rolando. “¿A quiénes? A las personas que se encuentran detenidas bajo nuestra responsabilidad. Sólo a ellos”, explicó.
Entre las exposiciones actuó un grupo de teatro integrado por ex privados de la libertad. También hubo muestras fotográficas y exhibición de videos. El encuentro finalizó con las palabras de Mario Juliano, Director Ejecutivo de APP, quien bregó por la difusión de este sistema.
Este tiene que ser el principio del fin de este sistema carcelario inhumano y degradante, y el inicio de un nuevo modelo penitenciario que nos lleve hasta la ¿utopía? de la desaparición de la cárcel como modelo de solución de los conflictos sociales.
* Abogado Litigante, Especialista en Derecho Penal, Integrante de la Asociación Pensamiento Penal.
[Nota publicada el 05/6/2015]
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