Cosecha Roja.-
“Nos despertamos a las 2 de la mañana con el auto en llamas y nuestras cosas personales tiradas cerca de nuestra casa”, denunció Vanesa Orieta en su cuenta de twitter. A días de la primera condena por las torturas que sufrió Luciano Arruga en el Destacamento de Lomas del Mirador, volvieron a amenazar a la familia.
No es la primera vez que amenazan a la familia del adolescente que se resistió a robar para la policía. En 2014 la policía detuvo a dos testigos de la desaparición forzada. los golpearon y les armaron una causa. En abril de 2011 Mónica, la mamá de Luciano, y dos de sus hijos se despertaron a las seis de la mañana con la casa llena de humo: quisieron prenderlos fuego. El 7 de junio se despertaron con el auto incendiado.
En la misma semana un patrullero estacionó en la puerta de la casa de un compañero de Orieta y la familia. Se bajó uno de los ocho implicados en el secuestro y le dijo “desaparecé porque te vamos a matar”. Lo volvieron a parar a los pocos días. Un agente le preguntó nombre, documento y domicilio e intentó subirlo a la fuerza al móvil. El policía lo empujó y cargó el arma a la vista de los vecinos del barrio 12 de octubre.
En agosto de 2012, el hermano menor de Luciano fue interceptado y amenazado en la calle por un policía de civil y un uniformado: lo venían siguiendo en un auto sin patente ni identificación.
“Somos una familia que lucha por la justicia para Luciano Arruga y todos los jóvenes que la policía secuestra, tortura, mata y desaparece”, escribió la familia en un comunicado. Los años de lucha les permitieron “dimensionar los alcances de esta mafia estatal organizada y protegida por los poderes más grandes”.
Cuando empezaron a buscar a Luciano, sabían que había sido la policía. Cuando encontraron el cuerpo enterrado como NN y les dijeron que había sido atropellado, no se confundieron: la policía siguió en la mira.
El 15 de mayo el Tribunal Oral en lo Criminal Nº3 condenó a diez años de prisión al ex policía bonaerense Julio Diego Torales por torturar a Luciano en el Destacamentoel 22 de septiembre de 2008.
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Hay pruebas que confirman que el último día de su vida Luciano Arruga estuvo detenido. El 31 de enero de 2009 fue la última vez que su familia lo vio con vida. En octubre de 2014 encontraron el cuerpo: estaba enterrado como NN en Chacarita. Según la causa, murió atropellado en General Paz y Emilio Castro. El “accidente” no releva a la policía de la sospecha. Puede haber sido una práctica similar a la que usaron los policías federales en 2002 con Ezequiel Demonty. Al joven los agentes de la comisaría 34 lo golpearon salvajemente y lo obligaron a meterse al Riachuelo. Murió ahogado.
A Luciano Arruga los policías del destacamento de Lomas del Mirador ya lo habían torturado en 2008. La hermana lo escuchó gritar de dolor en la celda. Un policía le preguntó a otro “¿qué hacemos con este chico?”. Cuando lo liberaron y quiso señalar al policía que le pegaba, le respondieron claro: “Negrito, callate porque te vamos a volver a meter”. Las sospechas de que los mismos policías están involucrados en la desaparición de Arruga se basan en cinco pruebas: hay pericias que muestran que estuvo en el destacamento de Lomas del Mirador y que el libro de ingreso de detenidos fue adulterado. También se sabe que estuvo en el patrullero, que lo llevaron a un descampado y que los móviles, esa noche, se salieron de su jurisdicción.
La huellas dactilares siempre estuvieron allí. El cuerpo de Luciano también. La familia recorrió hospitales sin dormir durante días e intentó presentar habeas corpus que la justicia les rechazó. “¿No entró un cuerpo NN con estas características?”, contó Orieta que preguntaron incansablemente.
El cuerpo de Luciano llegó al hospital Santojanni después de haber sido atropellado cuando cruzaba la General Paz. Lo operaron y murió a las 8 de la mañana. De ahí lo trasladaron a la morgue judicial y el 3 de febrero le tomaron las huellas digitales. “Acá hay un rompecabezas que hay que armar para saber la verdad”, dijo Orieta.
FOTO: Cosecha Roja
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