Cosecha Roja.-
Alberto Moreno estaba flaco, tenía la barba crecida y el pelo sucio. Se había cambiado la ropa que tenía el miércoles pasado cuando mató a Belén Morán de doce puñaladas en la calle. El sábado por la noche caminaba solo cerca de la estación de trenes de Pilar. Los oficiales del Comando de Prevención Comunitaria que estaban por la zona sospecharon y lo persiguieron. Moreno quedó demorado en la alcaldía de San Martín y hoy se negó a declarar ante la fiscal a cargo de la causa. Ahora está detenido con prisión preventiva en Melchor Romero, un penal de máxima seguridad de La Plata.
Los peritos que lo vieron de cerca contaron que estaba como perdido: Moreno había deambulado durante cuatro días por la calles antes de que lo detuvieran. La titular de la Unidad Funcional de Instrucción de Violencia de Género, Carolina Carballido, ordenó pericias psiquiátricas y psicológicas para Moreno. Los estudios van a determinar si el hombre padece algún tipo de patología que lo haga inimputable.
Los investigadores sospechaban que no se había ido de Pilar, no tenía plata para escaparse y había operativos de vigilancia en las casas de sus familiares y amigos. Cuando el hombre de 26 vio a los oficiales, empezó a correr. Ellos lo alcanzaron en las calles Zeballos y Mansilla, del barrio Villa Verde, lo revisaron y encontraron el documento de identidad. Así comprobaron que era él. De la búsqueda participaron 250 agentes de distintas áreas policiales, la Jefatura Departamental de Pilar y la UFI de Violencia de Género.
Marilén, la mamá de Belén, se enteró de la detención de Moreno por la radio. La policía recién le confirmó la noticia por la madrugada. Pidió protección a Humberto Zúccaro, el intendente de Pilar. Cree que la familia de Moreno es peligrosa. “En una misma cuadra vive la gente que lo encubrió y hasta me animo a decir que lo ayudó a matar a Belén”, dijo a la prensa. Desde el viernes tiene custodia policial en la puerta de la casa.
Los investigadores creían que Moreno se podía suicidar, sabían que el hombre conocía la zona de campos y arroyos e iba a ser difícil encontrar su cuerpo. Ahora está detenido en una cárcel de máxima seguridad: las autoridades quieren evitar que se mate o que otros presos lo lastimen. El hombre está acusado de “homicidio doblemente agravado por el vínculo y femicidio y por desobediencia” de la restricción perimetral. El juez de Garantías 7 de Pilar, Walter Saettone, había ordenado su captura nacional el jueves.
Hoy Moreno declaró ante Carballido, la misma fiscal que acusó a Celina Benítez y a Yanina González de “abandono de persona” por las muertes de sus bebas. En ambos casos los responsables fueron los padrastros. González tenía 23 años y un retraso madurativo, estaba en pareja con Fernández, un hombre que la golpeaba a ella y a su hija Lulú. Durante el juicio que la acusaba, Carballido trató a González de “mala madre” y llamó a declarar al femicida de Lulú.
La ruta crítica de Belén
El cuerpo de Belén Morán quedó tirado en una zanja, al lado de la cartera en la que guardaba la orden de restricción contra su ex. La había conseguido ocho días atrás, cuando intentó evitar su propio femicidio. La autopsia determinó que tenía doce heridas de cuchillo en la cabeza y las manos -signo de defensa-. Una de ellas le causó la muerte: la que cortó la yugular.
El lunes 20 la mamá de Belén fue a la casa de su hija a buscarla. Hacía varios días que no sabía nada de ella. Tocó timbre y golpeó la puerta pero nadie respondió. Desde afuera llegó a escuchar los gritos de su hija. Se fue a la Comisaría de la Mujer de Pilar y lo denunció. La policía fue a la casa y llevó a Belén a un refugio (“casa de Abrigo”), un espacio de asistencia para mujeres víctimas de la Municipalidad de Pilar. Al día siguiente, el Juzgado de Familia 1 de Pilar ordenó la restricción de acercamiento de Moreno. La policía fue a la casa del hombre y le notificó la decisión judicial. El 22 de julio Belén se mudó del refugio a lo de su mamá. Las amenazas siguieron.
“Prepará tres cajones”, le dijo Moreno a la suegra, un día antes de asesinar a Belén. Le anunciaba que mataría a su hija, a su hijo discapacitado y a ella. El miércoles Belén salió de su casa cerca de las 9 para ir al Juzgado de Familia 1 de Pilar. En la esquina de Río Orinoco y Rodolfo de la Colina él la estaba esperando. Cuando vio que los vecinos estaban alerta y habían llamado a la policía, el hombre corrió.
La Auditoría General de Asuntos Internos de la policía comenzó una investigación para determinar las responsabilidades de los agentes que intervinieron en las denuncias previas al asesinato. “Cada uno de los efectivos nombrados por la familia y aquellos que hayan participado en alguna instancia de este hecho, serán investigados”, dijo a Télam una fuente policial.
Un año atrás, la Procuradora General instruyó por resolución a los y las Fiscales Generales a conformar fiscalías especializadas en “violencia familiar”. “El de Belén no es un caso aislado y evidencia las escasas acciones por parte de las Fiscalías Especializadas en Género”, escribieron en un comunicado las integrantes de la Coordinadora Feminista Antirrepresiva.
Foto: Facundo Nívolo
[Nota publicada el 3/8/2015]
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