Cosecha Roja.-
Para el Padre Pedro José María Chiesa, del Opus Dei, se es madre sólo si dios quiere. Cualquier otra forma de relacionarse con la decisión de tener o no hijos es motivo para terminar en el infierno. En una entrevista a un diario catamarqueño dijo que la fecundación in vitro y el aborto son igual de “diabólicos” y que la violación de una mujer causa menos destrozos que el tratamiento médico para concebir. Después de un ataque sexual cualquier mujer puede convertirse en una “perfecta madre de familia”.
Chiesa es cura, abogado, doctor en derecho, licenciado en Filosofía, profesor de Derecho de Familia y autor del libro ‘El regreso de la cigüeña: fecundación in vitro y encarnizamiento terapéutico’. En una entrevista con el El Esquiú el hombre se refirió al infanticidio para explicar la relación entre la fecundación in vitro y el aborto:
“El infanticidio significa que el niño salió del vientre y lo matan ahí mismo, con lo que fuere. A eso, normalmente, todos los códigos penales del mundo lo prohíben tajantemente, y con agravante incluso. El aborto tiene el problema que, en la medida que el niño está dentro del vientre y no se lo ve, la conciencia actúa de modo grave, si se quiere más inconscientemente (…) En la fecundación in vitro, eso se da en un extremo absoluto, o sea la invisibilidad total del embrión”
Mientras en un embarazo la madre ‘al menos siente a la criatura’, en la fecundación in vitro ni siquiera. Los padres, dijo, “quizá nunca llegaron a ver el desecho de los embriones o la congelación”. Durante la entrevista el cura explicó el procedimiento de congelamiento y selección de los embriones como “algo que le hubiera encantado” al médico nazi Josef Mengele.
“Como en la congelación y descongelación pueden sufrir graves daños los embriones, hay que hacer un diagnóstico genético para ver cuáles están en buen estado, y se hace al estilo nazi: ver quién es sano, quién está enfermo y quién está deteriorado (…) Hacen un casting para ver quiénes son “los mejores”. Pienso que la palabra ‘encarnizamiento’ terapéutico es poco: habría que hablar de sobrevivientes de la fecundación in vitro, o sea: el niño es un sobreviviente”.
En tren de comparaciones felices, el cura habló también de la violación que, según él, “no causa tantos destrozos humanos como la fecundación in vitro; la violación, por trágica que sea, históricamente no mata a la mujer violada, no mata al niño de esa violación”. La mujer puede recuperarse psicológicamente y hasta ser “perfectas madres de familia”. Además, en la fecundación puede haber violación, si el médico cambia el semen y engendra con uno que no es el de quien la mujer eligió.
Así como el violador “no es padre”, el hombre que procrea a través del tratamiento, tampoco. Como durante el tratamiento médico “se elige el mejor embrión para implantar” y se descartan otros, no hay allí amor incondicional.
El Padre estuvo en Catamarca para disertar sobre fecundación in vitro y contó una anécdota de otro panel, en la Universidad de Mendoza. Otra persona de la mesa dijo:
– En realidad, en la fecundación in vitro no hay aborto porque todo se produce fuera del útero.
– Entonces, si no hay aborto hay que aplicar la figura del homicidio, que dice que se aplicará reclusión o prisión de 8 a 25 años al que matare a otro.
Su cruzada contra el aborto es en todos los frentes, también desde el punto de vista médico y científico:
“Cuando llega el tema de los abortos no punibles, muchos médicos dicen que tendrían que hacer una objeción de conciencia, ‘me opongo moralmente a hacer un aborto, no quiero que me persigan en un hospital público y que me cercenen la carrera’. Pero algunos médicos sostienen que no hay que hacer objeción de conciencia contra el aborto, ‘hay que hacer objeción de ciencia: el aborto es contrario al arte de curar, no es solamente contrario a la moral’. No caben dudas: con el aborto se perdió la conciencia, pero también se perdió la ciencia, se perdió el respeto a la medicina como tal”
Para Chiesa no es tan grave que alguien tenga como meta “el derecho a que una madre pueda matar a su hijo”, es una “debilidad” individual. Lo que más le preocupa es que “colectivamente, una sociedad, sus jueces, sus legisladores, los medios de comunicación, difundan y presionen y hagan lobby para lograr este derecho”.
Foto: Kena Lorenzini
[Nota publicada el 31/8/2015]
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