Florencia Gordillo – Cosecha Roja.-
Facundo Rivera Alegre desapareció hace cuatro años. “El rubio del pasaje” tenía 20 años y una hija. La última vez que lo vieron fue el 19 de febrero de 2012: antes de irse dejó un vino en la heladera para tomarlo cuando volviera a su casa y salió al Estadio del Centro, a un baile de Damián Córdoba. A la salida fue al barrio Maldonado a comprar cocaína por encargo de un integrante de la banda cuartetera que acababa de ver y no volvió más. A Viviana, la mamá, le dijeron que lo habían cremado en el horno del cementerio San Vicente pero nunca se comprobó. El cuerpo sigue sin aparecer.
Esa noche, el Rubio discutió con el que vendía en el barrio, un joven llamado Pablo Rearte. En medio de los gritos apareció K. L. (el nombre se resguarda porque era menor de 18 al momento del crimen) para defenderlo. Claudio -hermano de Pablo- llevaba una pistola 9 mm en la cintura, K. L. se la sacó y la usó contra Facundo. La bala “se la dio en el medio de la frente. La gorra del Gringo –en referencia a Rivera- voló por el aire”, declaró una testigo clave de la causa durante el juicio de agosto de 2015.
La Cámara 11° del Crimen declaró culpables a K. L. y a Pablo Rearte: el primero le disparó, el otro sostuvo las manos de Facundo detrás de la espalda para mantenerlo inmóvil. La causa tenía un tercer imputado por encubrimiento, Aldo Monje, pero la Justicia lo absolvió por aplicación del principio de la duda.
El Tribunal dio por sentado que Facundo recibió un disparo en la cabeza a corta distancia y que el hecho de que no haya aparecido el cuerpo no es un obstáculo para acreditar su muerte. Ni la defensa ni la querella estuvieron de acuerdo con la sentencia. Los condenados aseguraron ser inocentes, mientras su familia gritaba: “¿Cuánto les pagó la policía? Esto está arreglado por la policía y por De La Sota, si la policía lo mató”.
Después del juicio, el abogado querellante Claudio Orosz dijo: “El Poder Judicial necesitaba sentencia. Es la culminación de un proceso que tenía que tener sí o sí culpables. Con o sin condena hay un desaparecido”. Ya en los alegatos había solicitado la absolución de todos los imputados y la remisión de la causa a la Justicia Federal para que investigue qué sucedió con la víctima.
Orosz y la familia de Facundo quedaron disconformes con la resolución judicial. Según el abogado, hubo dos problemas: no había pruebas suficientes para la condena y nunca se investigó a la policía. Un testigo declaró que escuchó de boca de Pablo Rearte que a Facundo lo habían trasladado muerto en un móvil de la comisaría 5°; otro aseguró que antes de declarar la policía le reveló información con la intención de influenciarlo; y la testigo clave dijo que en barrio Maldonado “la policía no entra nunca, salvo cuando le pagan los narcos”.
En septiembre, a días de que finalizara el juicio, encontraron restos óseos y ropa afuera del Cementerio San Vicente. “Todo descartaría que sea el cuerpo de Facundo”, dijo a Cosecha Roja Orosz. La familia Rivera Alegre espera que el Tribunal Superior de Justicia se expida sobre el recurso de casación que presentó la querella.
Hoy a cuatro años de la desaparición de Facundo Rivera Alegre, familiares y amigos convocaron a una jornada en la Plaza del Fundador (27 de abril y Obispo Trejo), en Córdoba. La Concentración en memoria, verdad y justicia por otro joven desaparecido en democracia incluyó una radio abierta, una muestra de fotos y música en vivo. Viviana Aegre -madre de Facundo- le solicitará una entrevista a Juan Schiaretti -actual gobernador de Córdoba- para exigirle que recurra a “todos los medios pertinentes a fin de darle una respuesta sobre el destino de su hijo”. La nota cuenta con el apoyo de Sonia Torres, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, filial Córdoba.
Nota publicada el 19/2/2016
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