Los pueblos originarios de los andes tienen una fiesta particular: el Inti Raymi, la fiesta del sol. Es una forma de recibir el solsticio de invierno. En el hemisferio sur, es el día más corto del año: el sol renace para recomenzar el ciclo de un tiempo circular, sin principio ni final. Cada pueblo hace la fiesta en sus lugares sagrados. En Tigre, donde queda Punta Querandí, la ceremonia tiene ribetes particulares. El lugar sagrado está rodeado de countries, aislado y bajo amenaza de las constructoras que quieren avanzar sobre él.
Para llegar, los participantes apelan al ingenio: una soga de lado a lado del arroyo Garín y un bote que los ayuda a cruzar hasta el otro lado sanos y salvos. La fiesta de Inti Raymi es a finales de junio, pero el ritual del cruce y la reunión comunitaria se repite cada domingo. Desde hace siete años, familias de guaraníes, quechuas y qom se reunen en Punta Querandí: una porción de tierra que lleva el legado de sus antepasados. Lo bautizaron con ese nombre en honor a los antiguos originarios que poblaron la zona norte del Gran Buenos Aires hace más de dos mil años. Las comunidades se sientan en bancos de madera bajo techos de paja; aprenden y enseñan sus idiomas, sus músicas y sus prácticas ancestrales: cocina de barro, alfarería y cerámica. Ese campamento es para ellos un símbolo de resistencia. Intentan cuidar lo que les pertenece de las garras del negocio inmobiliario que no da tregua: quiere quedarse con todo para seguir construyendo barrios privados. Los pueblos originarios agitan desde entonces la bandera multicolor a cuadros que los identifica.
Punta Querandí está en el límite de Escobar y Tigre. Para ese puñado de descendientes originarios es un lugar sagrado. Para las empresas constructoras es un apenas un pedazo de tierra rodeado de once barrios náuticos. La empresa Eidico (Emprendimientos Inmobiliarios de Interés Común) no se resigna y quiere avanzar también allí. En septiembre del año pasado, las organizaciones que luchan desde 2009 por la preservación del lugar lograron un fallo que puso en suspenso a las topadoras. “Estamos con incertidumbre porque sabemos que la empresa va a apelar”, dijo a Cosecha Roja Valentín Palma, miembro del Movimiento en Defensa de la Pacha.
El presidente de Eidico, Jorge O’Reilly, alguna vez expresó el deseo de construir una casa propia en Punta Querandí y le pidió al Estado la posesión de la tierra. El juez Héctor Álvarez falló a favor de los vecinos: reconoció que era un sitio arqueológico. “Quieren desaparecerlo, dicen que es un territorio muy pequeño. Para nosotros no se trata de una cuestión técnica, es un espacio sagrado, recreativo y educativo”, contó Palma. El juez no olvidó como fundamento el bloqueo a los accesos públicos: los countries San Marco y San Benito cerraron una de las calles que bordea el arroyo Garín.
En la hectárea que ocupa Punta Querandí se encontraron restos de un cráneo humano. Está dentro de la zona más amplia conocida como Bajíos Ribereños, donde los arqueólogos han excavado 116 cuerpos en 11 sitios distintos: huesos milenarios de los pobladores querandíes. “Arrasan. Nos sentimos muy avasallados con esa falta de respeto hacia nuestras comunidades”, dijo a Cosecha Roja Santiago Chara, miembro de la comunidad Qom. Entre los huesos, las puntas de flecha y los restos de vasija, también encontraron el cuerpo de Ana María Martínez, una desaparecida durante la última dictadura. “Hay una placa recordatoria en su honor. Es parte del espacio de la memoria”, contó Chara.
Hay sitios que ya fueron destruidos como el cementerio “Sarandí”. Punta Querandí es uno de los que se mantiene en pie. El reclamo es parte deun conflicto de gran escala: el crecimiento de la construcción no es sólo una amenaza para esos lugares, sino también para el medio ambiente. “Cuando levantan la tierra, destruyen los humedales que filtran el agua cuando llueve mucho. Las inundaciones se relacionan con las obras”, dijo a Cosecha Roja Pablo Badano, miembro del Movimiento en Defensa de la Pacha.
En esa zona, la diferencia está marcada por muros y alambres de púa. De un lado están los barrios con sus casas lujosas, sus puertos privados y las topadoras, del otro la población que se inunda. O’ Reilly todavía insiste con que no es responsable por la crecida del agua y las pérdidas materiales de los vecinos. Les echó la culpa: dijo que construyeron sus casas “por debajo de los cuatro metros”.
En otro juicio contra las empresas constructoras iniciado en 2012, el fiscal Fernando Domínguez le pidió a la jueza Sandra Arroyo Salgado que paralice las obras por los riesgos que causan esos emprendimientos en la zona del Delta y Río Luján. Ella no dio lugar al reclamo, dijo que era “demasiado prematuro” hacerlo. “No fue más allá. No explicó por qué dudó en parar al poder real”, dijo Palma.
Las comunidades recibieron una amenaza: si no aceptan negociar y ceder una parte de terreno por las buenas, los empresarios se la quitarán por la vía legal. Según Palma, logran el avance a través de “protocolos de manejo”. “Están en complicidad con las autoridades de provincia. Dicen que cuidan los espacios, pero los destruyen”, dijo. Desde el Movimiento en Defensa de la Pacha, sospechan que los Municipios de Tigre y Escobar están al tanto de la jugada empresarial y que la avalan.
Las inmobiliarias contrataron a un equipo de arqueólogos para validar su postura ante la justicia. Es una estrategia más que suman a la de la connivencia con funcionarios provinciales. “Hicieron los estudios que les permiten avanzar sobre el territorio. Está claro que hay intereses económicos de por medio”, aseguró Badano. En paralelo al conflicto de Punta Querandí, las organizaciones pidieron que les muestren los informes de los lugares donde fueron encontrados los huesos. No hubo respuesta: Fernando Oliva, Jefe del Registro Arqueológico y Paleontológico de la Provincia, les negó la información. Según la denuncia de los organismos, los investigadores del CONICET a cargo de los estudios, Daniel Loponte y Alejandro Acosta, son los que les dan “el permiso” a las inmobiliarias para que puedan construir.
El mes pasado el Movimiento, las comunidades y los vecinos fueron con autos en caravana hacia al juzgado que está a cargo de Arroyo Salgado. En febrero también habían reclamado. “No vamos a dar lugar a un negociado. No vamos a permitir más el avance injusto”, dijo Palma.
Del 24 al 25 de junio, Punta Querandí se llenará de gente por los festejos del Inti Raymi. La celebración se hace desde que empezó la lucha, hace más de cinco años. Las comunidades indígenas dicen que al ver los rayos de sol se completa la renovación de los ciclos de la naturaleza. Se da comienzo al año nuevo en el hemisferio sur. “Con estas ceremonias afianzamos nuestra resistencia y la conexión con la naturaleza y la espiritualidad ancestral. Es una noche para reflexionar entre hermanos”, contó Pablo Badano.
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