Siempre que en el Poder Judicial se ha planteado una cuestión o una circunstancia conflictiva, la actitud judicial generalizada ha sido la de bajar la intensidad del conflicto. La “prudencia”, a veces excesiva y muchas veces criticada, siempre ha sido la regla a que todos nos atuvimos e incluso nos enseñaron los más antiguos y la que hemos tratado de transmitir y enseñar. La regla siempre fue “calma, veamos cómo bajamos el volumen”.
Cada quien tiene su personalidad y conforme a ella reacciona, pero la tónica que la propia actividad y los colegas siempre nos han enseñado fue la de pacificar en lo posible.
Lo que observo en el último tiempo en algún sector de la justicia es que se aparta de esta tónica. La función judicial acostumbra a tener la piel curtida, a recibir no sólo críticas, sino incluso amenazas, presiones, difamaciones e injurias, hasta en otros tiempos mucho más difíciles y por suerte superados, a transitar situaciones de peligro. La “calma” es imprescindible, la vida acostumbra a eso, los golpes nos van enseñando también. No desequilibrarse es elemental. La “bronca” puede ser comprensible, pero nunca es buena consejera.
En el caso de Hebe, no veo por qué no se trató de bajar la intensidad del conflicto. La indagatoria es un acto u oportunidad de defensa de la persona imputada. Como tal, se trata de un acto en que el juez le informa a la persona que se la acusa de algo, que tiene derecho a nombrar un abogado, que puede o no declarar sin que la negativa le implique ningún perjuicio, le advierte que si no nombra un abogado de confianza igualmente la asistirá el defensor oficial, y le pregunta si quiere declarar. Si la persona manifiesta su voluntad de no declarar, se hace constar y se termina el acto procesal.
Se puede hacer en la sede del juzgado o donde el juzgado quiera constituirse. Nada impide que si la persona está enferma o en cualquier otra circunstancia que lo aconseje, el juzgado pueda constituirse en el domicilio de la persona o en otro lugar con las debidas garantías (no en una comisaría, por ejemplo, donde la persona puede estar o sentirse coaccionada).
No entiendo por qué no se lo hizo con la discreción del caso, y como Hebe se niega a declarar, simplemente se labró un acta dejando constancia de su voluntad de abstenerse de declarar, dando por cumplido el acto procesal. Hubiese sido la mejor manera de bajar la intensidad del conflicto.
Ordenar detención de Hebe el jueves a la tarde, el día de la ronda histórica, en la sede de las Madres o en la Plaza de Mayo, no me parece que responda a la vieja tradición de “prudencia” judicial, pues eso aumenta el problema en lugar de resolverlo.
Un poco de “calma”, por favor.
Foto: Facundo Nívolo
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