Luna Valentina Poblete sobrevivió apenas dos días. Su mamá había llegado con fuertes contracciones a la guardia del Hospital de Pico Truncado, en Santa Cruz, pero no la atendieron porque, dijeron, estaban limpiando. Durante la espera tuvo ganas de ir al baño y cuando se sentó la bebé cayó al inodoro. “Pero mamita, vos no nos dijiste que estabas tan mal” le recriminaron. Para el fiscal, la culpa fue de la madre por no saber que los hospitales están en crisis.

EmbarazadasLucíaVelaCuba

-Leila, ¿sabés qué es la violencia obstétrica?

No sabe. Se queda callada.

Leila Aguilante tiene 22 años y el 16 de agosto parió a una nena prematura. Hacía apenas dos semanas que se había hecho un test de embarazo. El resultado dio positivo y sorprendió al enterarse que estaba embarazada de casi siete meses porque nunca había dejado de menstruar.

Eran las 7 de la mañana cuando Leila, junto a Adrián Poblete, su pareja, ingresó por la guardia del hospital público de Pico Truncado, una localidad de unos 26 mil habitantes, ubicada al norte de la provincia de Santa Cruz. Llegó hasta allí porque tenía contracciones insoportables, agudas, de parto.

Al momento de la entrevista, pasó más de un mes del hecho pero ella todavía llora cuando relata lo sucedido: “Esa mañana, en el hospital, no paraba de gritar del dolor pero nos decían que estaban limpiando”.

Su marido buscó a alguien que los pudiera ayudar y advirtió que se trataba de una urgencia. Pero todas las respuestas que recibieron fueron iguales:

-Mamita, quédate ahí que ahora te van a atender, están los de limpieza ahora.

-Mamita ¿Qué parte no entendés de que estamos limpiando?

En la desesperación, Adrián golpeó la mesa de entradas para reclamar la presencia del personal y a cambio fue amenazado por la Policía.

– Esperá. Quedate ahí, mamita. Sentate.

La pareja era la única que estaba en la guardia. Casi una hora después, Leila tuvo ganas de hacer pis. “Me fui llorando al baño, me senté en el inodoro y la largué. No alcance a agarrarla. No sabía qué hacer. Gritaba y golpeaba la puerta. La bebé flotaba en el agua. Pensé que estaba muerta. De pronto aparecieron unas cinco personas. La metieron en una chata y se fueron corriendo. Fue entonces cuando escuché que estaba viva”.

Entre los guardapolvos que entraron al baño de ese hospital había un obstetra. “Me pedía perdón, me decía que nadie le había avisado que había una embarazada con contracciones”. Las enfermeras y el personal de la guardia, en cambio, siguieron aplicando su rigor.

-Pero mamita, no nos dijiste que estabas tan mal. ¿Por qué no dijiste que estabas embarazada de tantos meses? ¿Eh?

Luna, ése fue el nombre que le dieron a la bebé, fue derivada a un hospital de Caleta Olivia, a unos 50 kilómetros y Leila quedó internada en Pico Truncado. “Cuando estaba entre dormida, una mujer se me acercó y me dejó un papelito enrollado en la mano. Creo que me dijo acá tenés a todos los que te hicieron esto”, explica.

Veinticuatro horas más tarde, a Leila le dieron el alta y viajó para ver a su hija. “Los médicos nos dijeron que la habían trasladado en malas condiciones. Que había llegado con hipotermia. Ni siquiera sabían qué le había pasado. Cuando les contamos, no lo podían creer. Dijeron que si me hubiesen atendido en Neonatología, a lo sumo iba a ser una bebé prematura”.

Luna sobrevivió unas 48 horas a las múltiples fallas en su corazón y a las infecciones que le detectaron. Con el certificado de defunción en mano, los Poblete enterraron a su hija.

 

La causa judicial. Leila es ama de casa y Adrián la pelea en una empresa de servicios dedicada al rubro petrolero. Son padres de un bebé de un año. “Él nos dio fuerza para querer hacer algo por Lunita” dice, culposa por haber hecho la denuncia tarde, como si el paso de los días cambiara lo que le sucedió en el hospital de su pueblo, como si las acusaciones de las enfermeras hubiesen surtido efecto.

Un mes más tarde, Leila tomó valor y acompañada por su mamá y la defensora oficial Karina Tor, fue a ver al fiscal Sergio Gargaglione. Le llevó el papel que, enrolladito, le había dejado una mujer en su mano. Era la lista de todos los profesionales que, esa mañana, habían estado de guardia en el hospital de Pico Truncado.

-¿A quién vas a denunciar? Yo acá no veo que el hospital esté en falta. ¿Acaso vos no sabías que hay falta de profesionales? Si tanto decís que te duele, ¿recién después de un mes me venís a hacer una denuncia?, dice Leila que le habría gritado Galgaglione.

El funcionario que le tomó la denuncia en un despacho contiguo no se quedó atrás.

-No llorés porque así no te entiendo nada, pará.

Ese fue el tope de Leila. Hasta ahí llegó sin tener demasiado en claro si su denuncia había quedado asentada o no.

Cosecha Roja se comunicó con el juez de Primera Instancia, Leonardo Cimini Hernández: “Algo de eso hay, sí. Pero no puedo brindar información”.

El caso salió a la luz porque Adrián, ante la desidia de los organismos públicos, decidió desde su cuenta de Facebook denunciar lo ocurrido y, además, buscar testigos. La red social dio sus frutos: el pasado viernes 30, funcionarios del Ministerio de Salud de la Provincia se acercaron hasta la casa de los Poblete para pedirles un relato detallado de lo que pasó. El hospital de Pico Truncado aún guarda silencio.

 

Foto: Lucía Vela