Miles de mujeres vestidas de negro marcharon ayer contra la violencia de género y exigieron que el Estado se haga presente en una provincia que ya cuenta 16 femicidios en lo que va del año.
Yael habla con la voz entrecortada. Con una mano eleva una pancarta con el rostro de su hermana Lis Funes. Con la otra sostiene la bandera que cruza la calle de par a par y encabeza una marcha de miles de mujeres. La noche del 27 de abril la ex pareja de Lis –Elías Iván Lesta, de 37 años– ingresó furtivamente al country La Estanzuela, donde vivía la mujer. Estaban separados. Lis había decidido terminar aquel vínculo que la llevó a realizar denuncias por violencia de género ante la Justicia. Ninguna de ellas fue tomada en cuenta. Lesta apareció en la oscuridad de su habitación y la acuchilló hasta terminar con su vida.
“Nunca pensé estar caminado las calles vestida de luto y con el nombre de mi hermana a cuestas. Lo hago porque no quiero que esto le pase a otras mujeres, queremos estar vivas”, dice la hermana. La emoción se le entremezcla con la energía que vibra desde que comenzó la marcha.
Al lado de Yael Funes marcharon otros cientos de familiares de víctimas de femicidios y mujeres sobrevivientes de la violencia, como Karina Centeno, que en enero de 2015 fue golpeada por su ex frente a sus hijos en la vía pública. Por este hecho la Cámara 9º del Crimen le dictó a José Cerquetti la pena de un año y dos meses de prisión.
Laura Moyano, Paola Acosta, Marilyn Méndez, Samantha Yoerg, Natalia Padilla, Magdalena Ramírez, Marcela Crelsz, Janet Zapata, Julieta González, Ayelén Arroyo, Andrea Castana, fueron algunos rostros de las demás pancartas. Todas ellas víctimas fatales de la violencia machista.
“Se va a acabar, se va a acabar, esa costumbre de matar”, coreó la marea humana.
El disparador de la movilización a nivel nacional fue la muerte de Lucía Pérez, la adolescente de 16 años asesinada por al menos dos hombres en Mar del Plata. A la semana siguiente, tres nuevos femicidios sacudieron Córdoba.
De la marcha participaron mujeres diversas políticamente, de distintas edades, diferentes organizaciones y muchas autoconvocadas. El contenido del reclamo las encontró unidas bajo las mismas banderas: Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos, Nosotras Paramos.
“Estoy muy emocionada de ver esto, disculpame”, dijo una mujer de 60 años que desde el cordón de la vereda vio pasar parte de la movilización. Unas diez cuadras céntricas de la ciudad se vieron colmadas por una ola de mujeres que demostró que no tolera más la desigualdad de género, y mucho menos las muertes.
“Queremos que el Estado se haga cargo”
Algunos de los reclamos consensuados entre las organizaciones fueron la declaración de una ley de emergencia, la adhesión y la implementación plena de la Ley Nacional 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres. También, exigieron el aumento del presupuesto para aplicar las leyes; la aplicación del agravante por femicidio en los fallos judiciales; el patrocinio legal gratuito para las sobrevivientes de la violencia; la aplicación efectiva de la ley 26.150 de Educación Sexual Integral en escuelas públicas y privadas; y la aplicación del protocolo de aborto no punible en Córdoba.
“Necesitamos que el Estado deje de desmantelar los equipos de trabajo integral. Este grupo de mujeres es comprometido. Estamos convencidas de que tenemos la fuerza para darle la lucha a este flagelo de la violencia machista y hay que sacar este reclamo a las calles”, señaló Cecilia, integrante del equipo de trabajadoras de la Subsecretaría de Violencia de la provincia de Córdoba.
Liliana Montero fue una de las legisladoras que acompañó el reclamo. “Falta una política sostenida y sistemática y falta la declaración de emergencia. Necesitamos presupuesto, trabajo en prevención, refugios, educación sexual y reproductiva; sólo así podemos empezar a tener resultados”, expresó la integrante del bloque Córdoba Podemos.
La movilización culminó con una enorme concentración en la esquina del shopping Patio Olmos.
“A pesar de los poquitos días con los que nos convocamos somos muchísimas en las calles. Y muchísimos también, esto es de toda la sociedad. Es difícil sostener el cartel de Paola y seguimos pidiendo que su causa sea caratulada como femicidio. La lucha tiene que seguir. Al menos es lo que a nosotros como familia nos hace levantarnos cada mañana”, reflexionó Maru Acosta.
El 21 de septiembre de 2014 su hermana fue hallada sin vida en el interior de una alcantarilla de un barrio de Córdoba. Junto al cadáver apareció Martina, la beba de Paola, quien logró sobrevivir ochenta horas en la intemperie y sin alimentarse aferrada al cuerpo frío de su mamá. Ambas habían desaparecido cuatro días atrás. Por este crimen Gonzalo Lizarralde, el ex de Paola, fue condenado a prisión perpetua. Los Acosta luchan para que el caso sea tipificado como femicidio.
Martina, la pequeña sobreviviente de aquella tragedia, hoy tiene cuatro años. Con una sonrisa calcada a la de la foto de las pancartas, correteó por las calles de la marcha y asistió junto a su tía a la reunión organizativa de la jornada de ayer.
“Después de Paola tuvimos que empezar de nuevo. Es todo muy distinto a lo que nos podríamos haber imaginado. Pero tratamos de que Martina, Agustín y Tomás –sus otros hijos– tengan la vida más feliz posible”, dijo Maru.
La movilización contra los femicidios, la violencia machista y la desigualdad de género en el ámbito laboral demostró la fortaleza de un movimiento de mujeres cada día más consolidado. No será la única manifestación en un país donde las cifras indican que aproximadamente cada 30 horas muere una mujer en manos de un hombre, y donde el ajuste económico empuja a las mujeres a ser las primeras en caer en la precarización laboral.
“Cuando una mujer avanza el patriarcado retrocede. Crece la organización, oh oh oh, crece la liberación”, cantaron ayer las mujeres cordobesas.
Fotos: Estefanía Galará
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