El video circuló en los teléfonos de la policía cordobesa. Los protagonistas: dos pibes menudos, que corren abrazados delante de un patrullero por una calle de tierra. “Vamos, vamos”, grita el que filma desde arriba del auto. Es de noche, se adivina la luz de la sirena y un disparo al aire. El policía se lamenta de no tener su escopeta. “Les cago un escopetazo, que no se la lleven de arriba”, dice.
Más tarde envió el video a sus colegas y lo subió a las redes sociales. Cuando se dio cuenta de que sería un problema, intentó que lo borraran:
Ya era demasiado tarde. El abogado Carlos Nayi, que representa a las víctimas, recibió el video y logró reconstruir la secuencia. “Él policía en su ego subió ese video y después lo quiso sacar. Un compañero lo consiguió y se negó a borrarlo pese a sus pedidos. Ahora ese policía me lo ha acercado y lo llevamos a la fiscalía de Matheu”, indicó Nayi.
El video se filmó el 8 de septiembre a las 5.25. Las víctimas son dos niños de 13 y 14 años que habían estado jugado a la Play Station en una casa del barrio San Roque. Además del disparo, la luz azul que se cuela por un costado y la arenga para que corran, lo otro que se oye es una radio con la frecuencia policial.
Según la denuncia que el abogado presentó en la justicia, los policías que filmaron son el cabo primero Waldo Miranda Encinas y el oficial subinspector Guillermo Torres.
Los dos fueron separados de la fuerza, pero Torres ya estaba en una situación particular: ochos días antes de que se conociera su identidad ya estaba preso por otro crimen: el de un niño de un años y nueve meses, llamado Santino Cabanillas.
Santino recibió un balazo policial mientras Torres y otros policías perseguían a dos adolescentes de 16 y 17 años que iban en una moto. La primera versión que dieron los policías es que los pibes tiraron con una pistola calibre 22, y que uno de esos balazos le dio al bebé en la cabeza. Incluso hubo versiones de una venganza o de que los jóvenes estaban “bajo los efectos de alguna sustancias”, y que por ello habían disparado contra el niño.
La familia de la víctima decía lo contrario: que los únicos que habían disparado eran los policías y que nadie estaba robando. “A los chicos”, dijeron, los habían perseguido “porque les tenían bronca”.
Aquel crimen fue enero. La justicia tardó ocho meses en descubrir la verdad. El autor de aquellos disparos que mataron a un bebé fue Torres, el mismo que hace unas semanas filmó a los adolescentes a los que humilló por ser jóvenes y vivir en un barrio humilde.
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