A Carolina Aguirre no le pegaron en la calle. A Malena Guinzburg no la violaron en una cortada oscura. El victimario no era un desconocido y las dos tuvieron una relación con él (como muchas de las víctimas de la violencia machista). Pero a partir de las denuncias que hicieron a través de los medios y las redes sociales recibieron el disciplinamiento público: otros varones las denigran por ser deseantes. “Los peligros están en lugares en que las mujeres quieren estar o buscaron estar con una pareja ocasional, un novio o una relación fugaz. Hay varones que están buscando ver qué es lo que a la chica le produce dolor o insatisfacción y hay un goce en eso. Es una nueva forma del neomachismo, una forma de crueldad nueva. Están asustados”, dijo a Cosecha Roja la periodista especializada en género de Las /12, Luciana Peker.
Los casos de Aguirre y Guinzburg no son los únicos que se convirtieron en trending topic. Lo mismo pasó con las mujeres que denunciaron a Lucas Carrasco, Dante Palma, Migue de La Ola Que Quería Ser Chau y Cristian Aldana de El Otro Yo. “Esto que describen estas mujeres es algo que yo escuché este año y que en 20 años de periodismo de género no se había visto así. En España lo están llamando “violación en cita” y creo que hay que empezar a llamarlo así acá”, dijo Peker.
Cuatro días después de la nota de Aguirre, el denunciado se victimizó en Twitter: “Mi vida está destrozada. No hay ni una denuncia legal. Perdí mi trabajo, mi agencia, amigos y conocidos. (…) Estoy aterrado. No salgo de casa. Paren. Por favor”. Anoche, después del relato de Guinzburg, en la misma red social, otros usuarios, como en camarilla, la agredieron. “El gaste y la denigración son una forma de discriminación y de humillación. En este caso el chiste de Brasesco, que para mí debería ser considerado fuera del gremio de prensa, de que si Malena Guinzburg era sexualmente atractiva o no, es una manera de denigración. Los chistes son una forma de encubrir al agresor y de descalificar a la víctima”, dijo Peker.
Para Peker, “los varones están asustados”. Se ve en el repudio masivo que se genera luego de las denuncias públicas de conductas que antes estaban naturalizadas o eran invisibilizadas. “Chicas que son deseantes, que buscan tener encuentros amorosos y sexuales, son fustigadas por ese deseo. Este año lo que más se vio fueron o violaciones colectivas o violaciones en cita. No es que nunca sucedió sino que son fenómenos que resurgen con mayor crueldad y creo que tiene que ver con una venganza hacia la mayor autonomía de las mujeres, con la denuncia de lo que antes se callaban”.
Antes de Brasesco fue Jorge Lanata, que despreció Primer Índice Nacional de Violencia Machista que hicieron las #NiUnaMenos y descalificó la figura del agresor. “Hay reacciones -a las denuncias de las mujeres- pero bajó la idea de que entre los varones se tenían que defender y está más que claro que no son todos iguales. Eso se combate con más periodismo de género y no con menos”.
La escritora Virgine Despentes, en una entrevista en el suplemento “Soy” de Página 12, dijo: “Lo que supongo es que todas las masculinidades contemporáneas se construyen sobre la idea del derecho a matar. Hacen un trabajo político: nos hacen saber a todas que podemos morir mañana por ser chicas y hacen saber a todos los hombres que tienen más poder. Y creo que cada hombre debería preguntarse hasta qué punto disfruta del trabajo del asesino de mujeres. Porque todos los hombres disfrutan de los privilegios de esta masculinidad que se construye siempre sobre el asesinato aleatorio de mujeres por ser mujeres”.
Peker parece coincidir. Para ella, la masculinidad es una enorme deuda pendiente en la que hay que trabajar muchísimo. “Es importante que los varones dejen de sentir que pertenecer al club del machismo es una forma de mantener la masculinidad”.
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