Leandro le disparó a un chico en su barrio. Los vecinos lo buscaban. Hacía cuatro días que se escondía en lo de su novia en Ciudad Oculta hasta que lo encontraron: cuatro personas entraron a la casa de la manzana 12 y le dispararon tres veces. Cuando llegó al Hospital Santojanni se murió. “La inocencia no era lo suyo, todo lo contrario”, “Prontuario que metía miedo” y “Era atrevido y pendenciero” fueron algunas de las frases con las que los diarios hablaron del adolescente de 17.
Crisol Proyectos Sociales puso como ejemplo el caso de Leandro en el informe Visiones sobre los/as Jóvenes en la Prensa Gráfica Argentina. “El modo de nombrarlo y describirlo contribuye a construir una imagen del joven como peligroso, criminal irrecuperable y carente de inocencia”, advirtieron en el documento que presentaron el viernes en la sede porteña de la Universidad del Museo Social Argentino. La investigación de Crisol apuntó a demostrar el tratamiento que se le da a las noticias protagonizadas por los jóvenes de sectores vulnerados.
En el monitoreo de medios se tomaron en cuenta noticias de abril y mayo de 2016 de las secciones Política, Sociedad, Economía y Policiales de los cinco diarios con más tirada del país: La Nación, Crónica, Diario Popular, Clarín y Página 12. De 9576 notas publicadas, los jóvenes protagonizaron solo un 1.6 por ciento. Y el 60 por ciento de los artículos pertenecían a la sección Policiales, como el caso de Leandro.
Otra de las historias mencionadas es la de “Germancito”, un joven de 19 años detenido en abril. Germán tenía pedido de captura por ser el autor de cinco asesinatos en Santa Fe. En la nota sobre su detención mencionan que el joven vivía en “Cabal, uno de los barrios más peligrosos de la capital santafesina”. Según los datos del monitoreo, el 71 por ciento de las notas destacan el lugar de residencia de los/as jóvenes por sobre otros indicadores de vulnerabilidad. El 11 por ciento de los artículos hacen mención de las características de las viviendas: villas, asentamientos, barrios carenciados.
“El monitoreo mostró cómo la estigmatización se produce sobre determinados territorios y sobre un grupo social específico depositario de aspectos negativos y atemorizantes asociados a la violencia, el delito y consumo de drogas”, escribieron en el informe.
Los jóvenes fueron divididos como protagonistas de las noticias en diferentes categorías: víctimas, victimarios, familiares o amigos, portavoces, expertos o testigos. Los casos de Leandro y Germán tienen dos cosas en común: son varones y los artículos los presentaron como autores de un crimen. Pero no ocurrió sólo con ellos. Según el monitoreo, el 95 por ciento de los varones que protagonizaron las notas ocuparon el lugar de victimarios.
En el documento ponen como ejemplo de buenas prácticas periodísticas un informe sobre la situación de los institutos para menores en la provincia de Buenos Aires y una nota sobre un manual antirrepresivo que hicieron los organizadores de la Marcha de la Gorra de Córdoba. “Facilitan la comprensión de los hechos al poner en contexto sociopolítico la noticia, no predominan miradas normativas de los adultos, evitan la referencia a los jóvenes como colectivo homogéneo e igualitario y no refuerzan estereotipos”, explicaron.
En el 80 por ciento de los artículos analizados faltan las voces de los jóvenes para contar sus experiencias: “En relación a prácticas periodísticas que tiendan a empoderar a los jóvenes pobres y discutir los modos habituales de construir las noticias, se observa que podría haberse enriquecido la nota incorporando voces de jóvenes que cuenten en primera persona la discriminación que sienten”.
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