Por Clarisa Busemi
Carlos (23) y Matías Altamirano (20) estuvieron detenidos por reclamar por los cortes de luz. Durante los seis días en los que permanecieron detenidos e incomunicados los molieron a golpes. Elías Salles y Carlos Cabrera también estuvieron tras las rejas por el mismo hecho: protestar ante la falta de suministro eléctrico en el barrio Néstor Kirchner de Melchor Romero.
Los cargos que se les imputaron fueron: atentado contra la autoridad, daños agravados, extorsión en grado de tentativa y resistencia a la autoridad. Carlos y Matías son militantes de la Juventud Evita, sostienen a pulmón un merendero en la casa de uno de ellos, hace poco construyeron una canchita y ofrecen apoyo escolar donde viven.
“El principal testigo contra los pibes, quien había declarado que lo quisieron extorsionar cuando intentó pasar con su auto por el medio de la protesta, dijo que en realidad a él nunca le había pasado eso”, dijo Nahuel Berguier, el abogado de la Campaña Nacional contra la Violencia Institucional. El automovilista también reconoció que en la Comisaría Séptima de Abasto le hicieron firmar cualquier cosa sin saber lo que allí estaba escrito.
El martes 14 la Sala I de la Cámara de Apelación y Garantías de La Plata rebatió un hábeas corpus presentado por el diputado nacional Leonardo Grosso y el diputado provincial Gustavo Di Marzio junto a los abogados de los presos. El miércoles hubo una movilización a los Tribunales de La Plata para repudiar el hecho y exigir la excarcelación.
“Hay un chico que tiene ocho balazos de goma por proteger a una nena” contaron los vecinos. Una de las vecinas que filmó lo sucedido pero, como el resto, no quiere dar a conocer su nombre por miedo, recordó que “cuando bajaron de entre seis y ocho patrulleros, tiraron gases lacrimógenos, nos pegaron con palos sin darnos explicación”, dijo.
Matías estuvo dos días sin comer, a pesar de que su familia le acercó alimentos porque desde la comisaría le habían llamado para que les llevaran zapatillas, dos kilos de yerba (aunque él no toma mate), galletitas, chocolatada, leche y azúcar. La ropa se la robaron y la comida nunca le llegó.
Los tuvieron junto a once personas en una celda desbordada de mugre. A sus familiares les permitieron verlos recién el lunes. Estaban sin ropa y sumamente golpeados.
El abogado defensor de los hermanos Altamirano, Sebastián Toledo, dijo que se trataba de “una causa de criminalización de la protesta social” debido a que “no existía ninguna situación de extorsión sino una represión a una protesta legítima”.
Carlos, Matías y Micaela Altamirano militan en la Juventud Evita. Levantaron un merendero haciendo ferias de platos y con donaciones de los vecinos. Carlos ofreció su casa, construida por él mismo mediante la cooperativa Néstor Kirchner.
Micaela asegura que a Carlos le encanta hacer manualidades, algo que suma a la hora de organizarle el festejo de cumpleaños a alguna nena o nene de la zona. No sólo por eso son queridos por los vecinos, sino porque los lunes, miércoles y sábados realizan apoyo escolar.
En un lugar donde no hay plazas, los hermanos lograron hacer una cancha de fútbol. La hicieron cómo lo demás: a pulmón, con lo que hay a mano.
Ayer, después de una larga audiencia, el juez Federico Guillermo del Juzgado de Garantías Nº 1 de La Plata, decidió dejarlos en libertad.
Foto: Ramiro Fernandez Camillo
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